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La Guerra de las Pensiones

Con la llegada del otoño, las entidades financieras se lanzan a una carrera para captar nuevos clientes y lograr traspasos en sus planes de pensiones o de previsión asegurados. Es el momento del año en que aún podemos aportar a nuestros planes y aplicar la ventaja fiscal al ejercicio presente. Les recuerdo que en este momento el límite está fijado en 8.000 euros. Y es sorprendente que la mayor parte de la comunicación de las entidades con sus potenciales clientes se centra en las bonificaciones o regalos que nos harán si traspasamos nuestro plan y lo mantenemos allí unos cuantos años y no en lo que de verdad nos importa como consumidores de un producto financiero.

En un ahorro a largo plazo -como debería ser nuestro complemento de la jubilación- esta posible bonificación resulta prácticamente irrelevante. ¿Cuáles son los pilares de este ahorro destinado a nuestro retiro? Parece claro que hay cuatro factores determinantes en su evolución. Dos de ellos están fuera de nuestro control y además han ido variando con el tiempo: la fiscalidad y la liquidez -bastante limitada por cierto- que nos ofrecen. Y en los otros dos tenemos la capacidad de elegir lo que más nos convenga: son el coste de las comisiones y la rentabilidad que generan. Parece lógico pensar que si los dos primeros factores son iguales para todos los planes de pensiones y no podemos modificarlos, encontremos el verdadero valor añadido en seleccionar en cada momento el más rentable y con las comisiones más bajas para el ahorrador, de entre los que se correspondan con nuestro perfil de riesgo y plazo hasta la jubilación.

Pero me temo que nuevamente este año volveremos a ver nuestros periódicos y pantallas en letras muy grandes los regalos y bonificaciones, si nos «casamos» con algún plan. Mi consejo es que busquemos en la letra pequeña lo que de verdad importa, rentabilidades y comisiones, pues de otra forma sólo encontraremos lo que el dicho popular, pleno de sabiduría, llama «pan para hoy, hambre para mañana».

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