Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Ford, acelera, ¡por favor!

Ford, acelera, ¡por favor!

No es el empresario quien paga el salario de los trabajadores. Él solo maneja el dinero. El cliente es el que abona las retribuciones de las plantillas». Estas palabras de Henry Ford, fundador de Ford (1863-1947), no pueden ser más premonitorias de la situación en la que se encuentra la firma del óvalo en Europa, inmersa en un plan de reestructuración para volver a ser rentable en 2019. Ahora no lo es porque los clientes han virado sus preferencias hacia otros coches, más pequeños y con un menor impacto medioambiental (híbridos o eléctricos), y preocupa que, en este contexto, en el futuro se van a vender menos coches. Sobra capacidad de producción, algo que da vértigo a los empleados de la compañía en Europa y en Almusssafes, que saben que, como bien decía Ford, sin clientes su empleo sufre y sufre su salario.

Ford intenta reaccionar y dice ahora que fiará su futuro en el Viejo Continente (donde emplea a 50.000 trabajadores) a los coches eléctricos y a las furgonetas. Este plan de intenciones, igual que la previsión de invertir 11.000 millones para fabricar 40 coches híbridos y eléctricos en el próximo lustro, no es más que eso, de momento, un plan de intenciones, menos definido que el de alguno de sus competidores. Volkswagen ya está lanzada a la reconversión eléctrica de sus plantas en Alemania. Para conocer los detalles de la reordenación y cómo afectará a las plantas en Europa (en España, Francia, Gran Bretaña, Alemania, Rumanía y Turquía), habrá que esperar a junio del próximo año, previa aprobación por parte de la junta de accionistas del grupo con sede en DearBorn (Michigan, Estados Unidos) que se celebrará en diciembre.

El futuro se decidirá al otro lado del Atlántico, en Dearborn, un suburbio de Detroit que visité hace justo una década, en octubre de 2018. Allí se crió Henry Ford en una mansión que hoy es patrimonio histórico protegido. En Dearborn se encuentra también el complejo industrial Rouge, que en 2008 producía una de las furgonetas favoritas de los americanos, la F-150. Recorrí el complejo y recuerdo cómo me sorprendió que la automatización era muy tímida. Me impresionó ver a una mujer que se pasaba todo el día introduciendo los cinturones de seguridad en los coches o cuatro hombres cuya única actividad consistía en poner la moqueta en el techo del interior e introducir el retrovisor...En ocasiones esperaban sentados a que algún robot completara las labores intermedias.

Cabe esperar que Dearborn sea ágil y que Ford no se eternice en la ejecución de la reestructuración en Europa. Los 7.500 trabajadores de Almussafes y la industria auxiliar lo agradecerán, igual que sus clientes, los que, como decía Ford, pagan los salarios.

Compartir el artículo

stats