El juguete valenciano vuelve a reinar. Después de que en años anteriores este clúster concentrado en la Foia de Castalla (Alicante) se viera superado en ventas por las empresas catalanas, el sector tradicional de València y, sobre todo, Alicante, ha vuelto a consolidar su posición de liderazgo dentro del conjunto español. Los últimos datos de 2017 confirman que el juguete valenciano manda en el sector, aglutinando el 40% de las empresas. En concreto, 93 de los 234 fabricantes de juguetes españoles están radicados en la Comunitat Valenciana.
Le sigue Cataluña, con 71 empresas, según el último informe de la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ). La C. Valenciana también domina en creación de empleo, con casi 1.950 trabajadores, un 8,8% más que el año anterior, frente a los 1.271 trabajadores en Cataluña. Y en facturación, la autonomía conserva su liderazgo con 628,3 millones, casi un 4% más que en 2016. Solo hay un pero. Cataluña lidera desde hace tiempo el apartado de exportaciones. Y la C. Valenciana, en lo que va de año, cae un 2,2% en comercio exterior. El sector, que agrupa a marcas como Famosa, Falomir o Color Baby, prevé terminar el año con un crecimiento del 2%, aunque 2018 está siendo un ejercicio de incertidumbre, con descenso de ventas en España y también de las exportaciones debido a la mala situación de cadenas como la estadounidense Toys R Us o la francesa La Grande Récré.
Pymes: la condena del tamaño
José Antonio Pastor, presidente de la patronal española de jugueteros (AEFJ), arroja algo de luz sobre las causas de esta debilidad dentro de un sector que, en todo caso, tiene adn exportador debido a su alta estacionalidad (el 75% de consumo doméstico se da en Navidad) y con mercado en más de cien países. Mientras «en Cataluña ha habido un proceso de concentración de empresas que les ha permitido adquirir una dimensión importante», en la C. Valenciana el tejido industrial sigue siendo esencialmente de pyme. Con alguna excepción, obviamente, como la líder Famosa o multinacionales asentadas como Hasbro o la japonesa recién aterrizada Epoch. En Cataluña, explica Pastor, sí se ha dado ese cambio de mentalidad en el empresariado, tan complicado a veces en las compañías familiares: renunciar a parte de la propiedad a cambio de ganar tamaño y músculo financiero. Educa, por ejemplo, en poco tiempo adquirió Borras; luego aterrizó en Ibi con la compra de Chicos; se hizo con la licencia de Scalextric y, hace unas semanas, ha absorbido Ninco, de vehículos de radiocontrol. Otro caso es el de la catalana Diset, que se ha fusionado con la holandesa Jumbo para crear un gigante controlado desde Cataluña. «Este cambio cultural debe ir de la mano del relevo generacional», concluye Pastor sobre el sector juguetero valenciano.
Al margen de los cambios impuestos por un mercado mediatizado por el escenario digital, el juguete también está viviendo una reconversión en los procesos y los materiales, alineado con las nuevas tendencias de la economía circular, esa que aboga por reducir la cantidad de recursos utilizados para producir así como el impacto de los desechos. España, en este sentido, es el segundo país europeo tras Austria donde el sector juguetero invierte más y emplea a más trabajadores (un 7,5%) en los departamentos de I+D+i. Más aún en un sector tan dependiente del plástico como materia prima.
Plásticos 'bio': alineados con la economía circular
«Los productos de juguete, aunque tengan una elevada durabilidad, no suelen tener una vida larga debido a los hábitos de consumo actuales. Los fabricantes están poniendo el foco en reducir el impacto que puedan tener sus productos una vez retirados del uso. Dado que hasta ahora lo que está más implantado es una economía del tipo lineal, donde se produce, se usa y posteriormente se tira el producto, una forma de reducir el impacto medioambiental sería que el material se pudiese biodegradar una vez va al vertedero, por ejemplo», explica Asunción Martínez García, responsable del área de Materiales Innovadores y proceso del centro tecnológico del juguete AIJU.
Esta entidad, precisamente, ha celebrado esta semana una jornada para analizar el futuro del desarrollo de producto en el juguete, donde se ha abordado desde las tendencias sociales del mercado infantil hasta la personalización de los productos a través de la relación con el consumidor. Si se habla de materiales, hay que detenerse en el plástico. Este elemento da al fabricante unas propiedades irrenunciables (resistencia mecánica, química y térmica). Para reducir el impacto ambiental, explica Martínez, la investigación se está orientando a la utilización de materias primas procedente de fuentes renovables, los llamados bioplásticos, materiales biodegradables y aprovechamiento de residuos para síntesis de nuevos materiales.
Junto a los materiales, los procesos de fabricación también han dado un giro en los últimos años. Una solución innovadora muy extendida ya es la impresión 3D -también llamada fabricación aditiva-, desde hace tiempo muy implantada en las empresas para la fabricación de prototipos, explican desde el centro tecnológico con sede en Ibi, en pleno Valle del Juguete. AIJU cuenta con un departamento dedicado en exclusiva al 3D. «La Fabricación Aditiva hace ya bastantes años que llegó a las empresas para quedarse. En principio los conocidos como 'prototipos rápidos' nacieron sólo como herramienta para obtener modelos físicos en los procesos de desarrollo y validación de diseño de cualquier producto; aunque gracias a las grandes ventajas que aporta así como la mejora de los procesos y costes, su aplicación se ha ido extendiendo a otros ámbitos de la empresa, como puede ser la fabricación de utillaje, moldes e incluso la fabricación de productos finales», concluye su responsable, Nacho Sandoval.
