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El acuerdo de salida de la señora May

El acuerdo de salida de la señora May

Theresa May ha alcanzado, finalmente, un acuerdo con la UE 27: pero para ese viaje no hacían falta alforjas.

Los partidarios del Brexit afirmaron durante la campaña del referéndum de 2016, entre otras muchas falsedades, que el Reino Unido, una vez que abandonara la UE estaría en condiciones de negociar rápidamente una relación comercial muy favorable a sus intereses. Dos años de negociaciones han demostrado que no es conveniente confundir la fantasía con la realidad.

La Primera Ministra británica ha conseguido suscribir un Acuerdo de Retirada de la UE, complementada con una Declaración Política. El primero de los documentos es un texto «legal» que, por tanto, vincula a las partes, mientras que el segundo no es más que una declaración de intenciones en la que, en términos vagos, se muestran benévolas aspiraciones sobre el futuro.

Después de muchos desencuentros, la señora May ha llegado a la conclusión que «este» Acuerdo de Retirada es el mejor posible; seguramente así es. No obstante, su contenido seguro que frustra, absolutamente, a aquellos que defendieron salir de la UE, ya que el Reino Unido, después de marzo de 2019, permanecerá vinculado durante un periodo transitorio indeterminado, a la unión aduanera y al mercado único, lo que les obliga a respetar las normas comunes, sin capacidad de influir sobre ellas, y a contribuir al presupuesto de la Unión. Probablemente no había otra forma de solucionar el llamado problema irlandés.

Ese periodo transitorio, desde el punto de vista de los conservadores euroescépticos, tiene grandes inconvenientes, como estar sujeto a las regulaciones y procedimientos europeos, sin tener voz, y, además, a continuar asumiendo importantes pagos al presupuesto de la UE. ¿Cuánto durará ese periodo transitorio? El Acuerdo de Retirada no lo contempla, motivo por el que algunos sospechan que podría durar muchos años.

Irlanda

Es muy difícil que el gobierno británico pueda negociar un acuerdo comercial, a largo plazo, que elimine la necesidad de algún tipo de formalidad fronteriza en el interior de la isla de Irlanda. De momento, en el Acuerdo de Retirada, la señora May no ha tenido más remedio que aceptar que Irlanda del Norte forme parte de la unión aduanera y del mercado único, y esto ha dado lugar a que en su propio partido se tema que vayan a quedar atrapados, indefinidamente en esos acuerdos; justo lo que prometieron que no querían.

De hecho, son cada vez más las voces que argumentan que lo negociado por la Primera Ministra para la salir de la UE es peor que permanecer dentro de la misma; pero es que no había más remedio que fuera así. Cualquier negociación, de la señora May o de cualquier otro primer ministro, necesariamente daría como resultado algo peor que permanecer en la UE.

No se puede conseguir lo imposible y, en consecuencia, ni la señora May, ni nadie, podía alcanzar un acuerdo que diera satisfacción a todas las engañosas promesas vinculadas a la decisión de salir de la UE.

Muy recientemente se han publicado informes, tanto del Banco de Inglaterra, como del Ministerio de Hacienda, en el que se evalúan los demoledores resultados económicos del Brexit, en caso de salida sin acuerdo, y también si la misma se produce con acuerdo. Incluso en este último supuesto, se producirá una merma de su PIB. La cuestión es si, como ha cuestionado alguna vez Philip Hammond, los británicos votaron en 2016 con la intención de ser más pobres. El ministro sabe que el Reino Unido estará peor fuera de la UE que dentro de ella, al menos en términos económicos; otra cuestión es que la gente tenga derecho a valorar aspectos distintos de los estrictamente económicos.

Desde esa perspectiva hay que señalar que, más allá de las consecuencias económicas, el Brexit también tendrá secuelas políticas de largo alcance. Aunque los conservadores británicos euroescépticos parece que no se han dado cuenta, el Reino Unido hace tiempo que no es la potencia global que fue durante el siglo XIX; ahora es un país de tamaño mediano, con nulas posibilidades de jugar un papel esencial a nivel mundial, su salida de la UE debilita a Europa, pero mucho más a Gran Bretaña.

Acuerdo de retirada

Si no hay cambios de última hora, en el momento de escribir esto, se prevé que pasado mañana los parlamentarios británicos tomen una decisión sobre si aprobar o no el Acuerdo de Retirada suscrito por su gobierno. Y hay señales que muestran una creciente conciencia de que tal acuerdo es muy deficiente para los intereses del Reino Unido y que, para abandonar la UE en esos términos, sería mejor permanecer en ella En paralelo, la afirmación de que mejor un «no acuerdo» que un «mal acuerdo», suena cada vez más falsa y terrorífica.

Sin duda, lo más sensato sería reconocer que el resultado del referéndum -incluso el referéndum en sí mismo-- fue un inmenso error, basado en engaños y fantasías y que, por tanto, nada sería mejor que, a la vista de lo sucedido en los últimos dos años, y del resultado de las negociaciones, convocar al electorado a una nueva consulta.

Eso es algo a lo que se niegan los partidarios del Brexit, con el argumento de que ya celebraron una votación popular y promover otra sería profundamente antidemocrático. El acuerdo alcanzado por la Primera Ministra, que, como ya se ha señalado, seguramente es el mejor de los posibles, se separa abismalmente de lo que prometieron y defendieron quienes apostaron por la salida. ¿Es eso más democrático que repetir la consulta?

A día de hoy, es muy probable que Theresa May no consiga el aval de la Cámara de los Comunes al Acuerdo de Retirada suscrito, porque es muy difícil que consiga satisfacer, simultáneamente, a sus diputados conservadores del Grupo de Investigación Europeo, encabezado por Jacob Rees-Mogg, a los pertenecientes al DUP norirlandés, y a los partidarios de permanecer, más allá de la lógica oposición de los laboristas. Y si ese fuera el caso, la opción más sensata sería disolver el parlamento, convocar elecciones y comprometerse con un segundo referéndum. Una salida sin acuerdo sería dramática para todos, pero muy especialmente para los británicos.

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