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Análisis

El gobernador de los desastres

Miguel Ángel Fernández Ordóñez, que estuvo al frente del Banco de España entre 2006 y 2012, ha sido testigo en el juicio de la salida a Bankia. Indigna que diga que él solo hizo «cositas»

El gobernador de los desastres

Miguel Ángel Fernández Ordóñez es, como poco, un desmemoriado. El exgobernador del Banco de España, una de las figuras clave en la historia financiera, ha sido testigo esta semana en el juicio de la salida a Bolsa de Bankia. La Audiencia Nacional juzga a los gestores del hoy banco público por su papel en la colocación bursátil de 2011 y para determinar las responsabilidades de cada uño escudriña al milímetro lo sucedido, desde la burbuja inmobiliaria, a la crisis económica, la reestructuración del sistema financiero, la creación de BFA y la salida a bolsa de su heredera, Bankia. Ordóñez (Madrid, 1945) acudía al juzgado para responder a las preguntas de las partes y, de paso, poner la máxima distancia entre él y todo lo sucedido. Tanta que el que fuera el supervisor de la banca española entre 2006 y 2012 indicó que él solo hizo dos «cositas». Con una condescendencia difícil de entender, admitió haber forzado a José Luis Olivas, presidente de Bancaja, a fusionarse con la Caja Madrid de Rodrigo Rato. Reconoció que su secuaz, el subgobernador Francisco Javier Aríztegui, «no sacó el bate de béisbol, sino que lo que le dijeron a Olivas es que creían que la entidad no podía subsistir sola», en palabras textuales del gobernador.

El testigo tiene razón en que la responsabilidad última de la creación del gigante BFA, aquejado de gangrena inmobiliaria, y de la salida a bolsa de Bankia no es atribuible a él. Tampoco él es el culpable de la liquidez que inundaba Europa antes del estallido de la burbuja inmobiliaria y que se destinó a financiar los desmanes del ladrillo español. Pero aun así es necesario recordar algunas de sus contribuciones a la historia financiera española, que no fueron minúsculas.

- Él, propuesto para el cargo en 2006 por Pedro Solbes, acomodó la actuación del Banco de España a la política económica del partido que le había encumbrado y que era el suyo. Al llegar, se tapó los oídos e ignoró las advertencias de los inspectores del Banco de España sobre la borrachera del crédito y el excesivo riesgo inmobiliario del sistema financiero.

- Él rebajó las exigencias de solvencia de las entidades al relajar las provisiones genéricas, unos colchones de seguridad con los que podían responder a riesgos imprevistos.

- Él, en ejercicio de sus competencias, pudo presionar para reformar las cajas de ahorros (el 50% del sistema financiero), unas cajas politizadas y adosadas al ladrillo. No vale echar toda la culpa a los poderes públicos.

- Él, cuando la crisis financiera ya dolía con fuerza en EE UU, relativizó el problema en España (en línea con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero) y prefirió afrontar las dificultades de las entidades más problemáticas en privado. Un ejemplo de esa huida hacia adelante fue la fusión de Bancaja y Caja Madrid, la del bate de beisbol.

- Él, después de que la realidad se impusiera y que ya no se pudiera seguir jugando al escondite, diseñó una reestructuración del sistema financiero, fusionando a entidades débiles entre sí y regándolas de ayudas públicas. Esas que como la CAM, eran lo peor de lo peor, otra vez según sus palabras.

- Él, cuando Mariano Rajoy llega al Gobierno, deja que Luis de Guindos tome las riendas del saneamiento del sistema financiero, vaciando de poder al Banco de España. Tan mala era la utilización partidista por el PSOE como lavarse las manos y dejarlo todo en manos de De Guindos. Por no hablar del desprestigio de la institución en Europa.

No hay duda que fueron más que dos cositas.

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