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Hacedores de arroz

Copsemar es una cooperativa valenciana de segundo grado especializada en crear nuevas variedades de semillas de arroz. produce 7.500 toneladas al año, también en el exterior, pero su mercado es nacional

Hacedores de arroz Vicent M. Pastor

No hay vuelta de hoja ni discusión. No es lo mismo un rissotto que una paella o que un arroz tres delicias. Son platos emblemáticos de tres cocinas de solera, como la italiana, la española y la china, y requieren en cada caso una variedad específica de este cereal: el carnaroli o el arborio para el rissotto, el senia o el bomba para la paella, y el jazmín o el basmati para al arroz tres delicias. Viene esta introducción gastronómica a cuento para explicar por qué la cooperativa valenciana Copsemar no tiene competencia procedente del exterior: «El arroz para la gastronomía española es el que se produce aquí. No sirve el de Italia ni el de China, como el nuestro tampoco sirve para esos países».

Luis Marqués es el director de la Cooperativa de Productores de Semillas de Arroz (Copsemar), con sede en Sueca. Su denominación ilustra sin más precisiones a qué se dedica. Fue fundada en 1986 y es una entidad de segundo grado, es decir que sus socios son otras cooperativas. Concretamente, 25 de toda España, aunque la Unió Cristiana de Sueca, con un 24 % del capital, y Nomen Foods Arrossaires del Delta de l'Ebre, con un 23 %, son preponderantes. En las campañas arroceras, una parte de la superficie se dedica a producir las semillas que alimentarán posteriores temporadas. Ese es el terreno donde se mueve Copsemar, aunque esta firma tiene en realidad una especificidad más concreta, que no es otra que la creación de semillas nuevas con las que obtener patentes. No solo por el rendimiento añadido que comportan en términos pecuniarios -el arroz bomba es tan antiguo que lo puede producir cualquiera sin tener que pagar royalties-, sino porque suponen mejoras para los agricultores y para los propios cultivos. Como explica Marqués, la planta tradicional del arroz «bomba suele tener una altura de metro y medio, mientras que las modernas miden entre 50 y 60 centímetros, lo que las convierte en más cómodas para cultivar y cosechar por parte del arrocero». Hay más aplicaciones, como fomentar la tolerancia a ciertas enfermedades o propiciar un mayor rendimiento en la producción.

No es un trabajo sencillo. Ni rápido. Obtener una nueva variedad es un proceso que tarda entre diez y doce años. Es el tiempo en que se demoran en homogeneizarse las plantas nacidas del cruce entre el polen de una flor y los óvulos de otra. Los primeros frutos son dispares en tamaño y propiedades y hasta que no se logra uniformizarlos no se pueden patentar y comercializar. Lo dicho, más de una década de espera y trabajos. No obstante, Copsemar, que inició en 1998 el programa para obtener semillas propias, ha encontrado una fórmula que le permite recortar a la mitad el tiempo en lograr una variedad: también produce en el extranjero. En un lugar que la cooperativa mantiene en secreto para no dar pistas a las otras seis firmas españolas que también se dedican a este cometido. Marqués explica que «estar en zonas con un clima más cálido nos permite cultivar plantas de investigación durante la etapa de invierno» en España.

Copsemar produce semillas para cooperativas de Andalucía, Extremadura, Aragón, Murcia, Cataluña y la Comunitat Valenciana. Dispone de un área de cultivo en toda España de 1.300 hectáreas, de las cuales 450 se encuentran ubicadas en València. «Son campos nuestros y de agricultores con los que tenemos acuerdos para que en esos campos se cultiven semillas», afirma Marqués, quien añade que «obtenemos semillas de las variedades que más se cultivan en cada zona».

Con esos mimbres, la cooperativa vendió el año pasado 7.500 toneladas de arroz de 21 variedades, principalmente de las dos que la entidad tiene por bandera, como son la Jsendra y la Gleva. La firma facturó 6,8 millones de euros, con un incremento del 3 %. En sus instalaciones valencianas tiene 13 trabajadores. En el resto, recibe apoyo técnico de las cooperativas que tiene asociadas.

Copsemar, al menos de momento, no vende patentes en el extranjero, ni tiene intención de salir al exterior. Sus propósitos de futuro pasan por consolidar su negocio e incrementar el número de socios, aunque Marqués admite que ya quedan pocas cooperativas de arroceros que vayan por libre. Aún así, en 2018 entraron dos entidades en Copsemar y en este 2019 podrían incorporarse una o dos más.

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