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Los bancos de las cajas tiemblan. Otra vez

Los bancos de las cajas tiemblan. Otra vez

A veces las mejores inversiones son las que uno no hace. Estas palabras de Donald Trump, pronunciadas cuando todavía no era presidente de Estados Unidos, son compartidas por Manuel Azuaga y Manuel Menéndez , presidente de Unicaja Banco y consejero delegado de Liberbank, respectivamente. El martes anunciaron que rompían las negociaciones para su fusión, que habría creado el sexto grupo bancario de España por volumen de activos, después de casi un año de negociaciones.

La razón aducida es que han sido incapaces de ponerse de acuerdo en el reparto accionarial del grupo resultante de la fusión. Unicaja, el más grande de los dos, aspiró desde el principio al 60 % del capital. Liberbank quería rebajar este paquete lo máximo posible, pero nunca se dudó de que la antigua caja andaluza iba a ser mayoritaria. Detrás de esta ruptura, que demuestra que si dos mitades no quieren nunca suman cien, puede haber más motivos. Al menos así lo creen en los principales círculos financieros del país, que apuntan a un mal tan antiguo como repetitivo: la lucha por el poder. Aunque se daba por sentado que Azuaga sería el presidente y Menéndez, el consejero delegado, el reparto de las competencias ejecutivas entre ambos fue una línea demasiado fina, tanto que terminó desdibujándose.

A la parte escéptica que habita en mí le cuesta creer el relato de que el reparto del capital o del poder fueran los únicos puntos discordantes. No será la primera vez que en un proceso de análisis de una integración financiera ya anunciada aparecen sorpresas imprevistas. Sacarlas a relucir sería demasiado impúdico, por lo que se tira de excusa menos comprometedora y se cancela una inversión, haciendo caso a Trump.

De lo que no hay duda, es que a partir de ahora el futuro de los dos queda por escribir. Parece complicado que vayan a poder seguir en solitario, en un contexto cada vez más exigente con los bancos, encorsetados por los bajos de tipos de interés y por unas exigencias de solvencia por parte de los organismos reguladores cada vez más difíciles de cumplir. Ni hay negocio para todos ni tampoco existen inversores en los mercados de capitales que perdonen la rentabilidad para el accionista.

¿Por qué será que esta canción me recuerda a otra del pasado? Lean si no, a Javier Cuartas en este mismo EMV.

Es como si los bancos de las antiguas cajas de ahorros, que en algunos casos del pasado tanto daño hicieron al sistema financiero español, no puedan dejar de temblar nunca. Ni siquiera dos de los grandes supervivientes de la anterior crisis tienen claro cuál será su posición en el nuevo escenario tan complejo para la banca pequeña y mediana. Queda mucho por dilucidar.

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