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El ciclo financiero de la vida

El ciclo financiero de la vida

De niños, cuando recibimos nuestra primera hucha, para muchos significaba empezar a concienciarse de la importancia de ahorrar, además de la ilusión de disponer de nuestro propio dinero.

Y es que, a lo largo de nuestra vida, ¿quién no ha tenido sueños y se ha planteado metas que alcanzar? Para todos, esos objetivos, también los míos, van cambiando a medida que pasan los años. Son etapas, necesidades y compromisos que vamos adquiriendo y que podemos resumir en lo que llamamos el ciclo financiero de la vida.

Ese ciclo vital lo construimos a medida que dibujamos nuestro futuro. Por ejemplo, ¿qué les preocupa a los jóvenes? Les inquieta cómo pagarse los estudios; sueñan con tener su primer coche para salir con los amigos; se empiezan a plantear compartir piso o independizarse€ Y poco a poco, asumen, o al menos deberían hacerlo, que empezar a ahorrar o invertir es una necesidad.

Sin duda, la edad adulta nos marca el presente y sobre todo cómo serán los próximos años. No solo aumentan nuestras preocupaciones. Para mí ha supuesto una apasionante e intensa etapa de desarrollo profesional y personal, en la que crecen las responsabilidades, pero también los sueños. Por eso es una etapa que exige planificar y al mismo tiempo gestionar con la mirada puesta en el futuro.

Con parte del trabajo realizado (o eso procuramos), se acerca la edad de jubilación. El tiempo pasa y las prioridades se van reordenando porque surgen imprevistos, ya sea familiares o relacionados con la salud y, al mismo tiempo, también proyectamos nuestro bienestar: nos gusta viajar, pasar tiempo con amigos o familia, y no queremos renunciar a eso porque hemos luchado para ello.

Afortunadamente, no estamos solos en el camino. Y lo sé porque he estado en los dos lados. Siempre es clave dejarse asesorar por un profesional formado que nos acompañe a lo largo de los años y nos ayude a planificar financieramente todo ese ciclo vital. Una persona que sepa escuchar qué anhelamos, anticiparse y adaptarse sus propuestas a las necesidades de cada etapa. Porque no basta con tomar un día una decisión de inversión, hay que seguir tomándolas, adaptándolas y revisándolas durante toda la vida.

A lo largo del camino llegaremos con los deberes hechos si hemos adquirido conciencia que nuestro presente depende de las decisiones que tomamos en el pasado. Estará en nuestra mano marcar nuestro futuro en función de lo que decidamos hoy mismo.

Director Comercial de Banco Mediolanum

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