Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Tecnología 5G: EEUU y China luchan por la supremacía mundial

El control de la tecnología es clave en la lucha por la supremacía mundial. Ahí radica la clave del ataque de Trump a Huawei, que domina la revolucionaria 5G

Tecnología 5G: EEUU y China luchan por la supremacía mundial

En su desbocada cabalgadura sobre el comercio internacional, que amenaza con poner insólitas barreras a la globalización y desatar una guerra comercial de magnitud y efectos impredecibles, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha dirigido su dedo acusador hacia una de las grandes compañías tecnológicas chinas: Huawei. Aunque luego estableció una moratoria de tres meses, el pasado 16 de mayo firmó una orden ejecutiva para prohibir que esta compañía venda sus productos en territorio estadounidense y, además, para evitar que cualquier empresa de EE UU haga las veces de proveedor para el gigante chino si no lo aprueba previamente Washington. ¿Por qué? ¿Qué intereses reales se esconden tras esta decisión?

El profesor de Economía Aplicada de la Universitat de València, Vicente Pallardó, no tiene dudas sobre el trasfondo: «Es un elemento clave en la lucha por la supremacía mundial. Estados Unidos quiere mantenerla y China, no sé si reemplazarlo, pero sí de tratarlo de tu a tu». Es conocido que la tecnología ha sido a lo largo de la Historia un factor esencial en el auge y la caída de los imperios dominantes. Y esta batalla, de lo que va, es, precisamente, de eso, del desarrollo de una tecnología que se presume revolucionaria: el 5G. También, no lo olvidemos, la que viene detrás, el 6 G. ¿De qué estamos hablando? Básicamente, de redes. Como afirma el director del Instituto de Telecomunicación de la Universitat Politécnica de València, Narcís Cardona, «de la red de carreteras y autopistas que, mediante cables (fibra óptica) y ondas de radio, permite la conexión de los dispositivos móviles».

Conforme se han ido desarrollando esas redes, su capacidad y posibilidades se han incrementado exponencialmente. Pero lo que viene ahora es mucho más relevante. Las conexiones 5G son 10 veces más rápidas (aunque en laboratorios se han alcanzado velocidades 250 veces superiores) que las 4G actuales. Gracias a esa inmediatez se podrá ver contenidos con calidades inimaginables en realidad virtual o en la televisión en 8K. Por ejemplo. Pero hay mucho más. Cardona explica que los cambios que provocará se percibirán en todos los ámbitos, desde la logística y el transporte a la agricultura, la sanidad o la robótica: «El móvil es el intermediario ahora en todas las conexiones, pero con el 5 G no será necesario. Toda máquina, dispositivo o sensor se podrá conectar a la red directamente». Las aplicaciones serán infinitas. Aquí van algunas: podremos descargar una película en nuestro smartphone en menos de tres segundos; nuestro coche será capaz de detectar y navegar automáticamente salvando los obstáculos del camino; los médicos podrán realizar procedimientos quirúrgicos complejos utilizando robots de forma remota; las ciudades serán capaces de recopilar información en tiempo real omnipresente sobre el tráfico, el tiempo y la delincuencia...

Obviamente, quien controle esta nueva tecnología logrará una ventaja sustancial sobre sus competidores. ¿Cuál es el papel de Huawei? La compañía china nació a principios del nuevo siglo, según explica Cardona, como fabricante de piezas para las compañías europeas y estadounidenses, como Motorola. Como en otros tantos campos, fue el camino para aprender la tecnología en un país que había iniciado su ruta al capitalismo apenas una década antes. También ganó tiempo para formar profesionales. «Al final, llegó a la conclusión de que podía ser autosuficiente. Con costes de producción muy reducidos que les permitían unos precios imbatibles y con una calidad equiparable, en poco tiempo entraron fuerte en el mercado del 3 G, con estaciones base, antenas o equipos para la red de operadores», añade. Luego vendría la fabricación de sus propios móviles.

El director del Instituto de Telecomunicación de la UPV explica que la tecnología 3G, 4G y 5G está basada en un estándar internacional para que sea homogénea en todas partes. La batalla está dentro de ese estándar, es decir en la capacidad de las empresas de generar las patentes que permitan su desarrollo. El proceso ha durado 10 años y China ha logrado el 30 % de las patentes, por un 25 % de Estados Unidos y otro 25 % de la Unión Europea. Esta tecnología básica fue liderada en un inicio por firmas de la UE como Nokia, Alcatel o Ericsson y estadounidenses como Cisco. Cardona cree que la estrategia de Europa para recuperar terreno en este ámbito pasa por «destinar recursos y personas para hacer las patentes de la 6G», la nueva generación que llegará tras la implantación general del 5 G. Pero su posición de partida es débil comparada con el gigante asiático. Allí hay tres operadores y dos fabricantes importantes (ZTE y Huawei) para un mercado de 1.400 millones de personas. En la UE hay 28 operadores mucho más pequeños y solo dos fabricantes: Ericsson y la también citada Nokia «que casi es de Estados Unidos». Este experto afirma que Europa ha invertido mucho en investigación, pero esa apuesta no se ha traducido en un número equivalente de presencias en el estándar «tal vez porque se ha dejado a las empresas ir por libre», en contra de lo que sucede en China. Según su criterio, «hace falta un Airbus de telefonía».

Aristóteles Cañero, director de la escuela de negocios especializada en tecnología Peaks, explica las represalias de Washington hacia Huawei desde dos puntos de vista. El hecho de que esta firma «se haya comido el mercado de 4G y vaya a hacerlo con el 5 G, implica que tendrá más capacidad para hacer más desarrollos e innovar, es decir tendrá más ventajas en la carrera por el liderazgo tecnológico». Que, además, no se va a quedar en esta última, porque en el horizonte asoma ya la 6 G.

Seguridad

Además, apunta, está la cuestión de la confidencialidad: «Quien domina la red puede acceder a toda la información, aunque hayan procesos de encriptado». Estados Unidos «tiene ese poder» -y más si tenemos en cuenta que las grandes compañías que operan en el mundo de las redes sociales, como Facebook o Twitter, pertenecen a ese país-, «China podría tenerlo también y eso provoca el temor en Washington», donde también tienen en cuenta la derivada militar y de seguridad que comporta esta tecnología, es decir, que quien la controle «tenga la capacidad de apagar equipos a sus oponentes y sus aliados y dejarlos incomunicados». Sin olvidar, como apunta Pallardó, las implicaciones del 5G en el mundo del espionaje.

Tanto Cardona como Cañero coinciden en que, tras el veto de Trump a Huawei, hay que buscar el interés de Estados Unidos de hacer un «proteccionismo a posteriori». Dicho de otro modo, está frenando a la firma china, porque «no ha logrado el porcentaje que quería en el estándar», para ganar tiempo y permitir a las compañías americanas -y, de paso, europeas- ponerse a la altura china.

Cañero se muestra optimista sobre el alcance final de esta batalla iniciada por un líder, Trump, que, como asegura Pallardó, tiene por lema hacer grande EE UU otra vez y funciona alejado de los principios del consenso: «Cree que siempre tiene que ganar». En su opinión, «se normalizará la situación y a lo mejor se establecen nuevas normas de juego». Y es que todo está muy interconectado. «Si EE UU ataca a Huawei, China puede hacer lo mismo con Apple, cuyos terminarles se fabrican y ensamblan en el país asiático. En caso de conflicto agravado, no dejaría de producirlos, pero sí podría subirle los aranceles», afirma. Todo muy complejo.

Compartir el artículo

stats