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Holanda-València: Conexión 'orange'

Empresas tecnológicas y de servicios, intereses portuarios y logísticos y mucho turista - Holanda ha puesto su mirada en València como destino de moda y escenario de inversiones

Holanda-València: Conexión 'orange' G. Caballero

La marabunta multicultural en la que se ha convertido el centro de València esconde algunos acentos que, todavía, sorprenden a los menos observadores. Entre italianos, británicos, alemanes o franceses, los holandeses se han convertido ya en un elemento más del paisaje. Sin embargo, no todos están de paso. En los últimos años, en paralelo a ese proceso que ha puesto València de moda como destino vacacional para el mercado de Países Bajos, la colonia de ese país no ha parado de crecer. Vienen a disfrutar, sí: de la playa, el clima y la orografía perfecta para pasear en su amada bicicleta, pero también a hacer negocio.

La historia de Robin Van Driel, por poner un ejemplo, une las dos vías de esta conexión orange. Conoció España como turista y regresó para montar una empresa que va como un avión. «Hace cinco años yo quería vivir en España. Había hecho un viaje en coche por España y terminé en un camping de El Puig. Estaba con mis amigos en un bar de Rotterdam y dije: 'Quiero vivir en España'. Uno de ellos me dijo que iba a poner en marcha una compañía, y quizá yo podía hacerlo también desde España».

Hoy, Van Driel dirige desde València una firma, Hello Print, que prevé cerrar 2019, su sexto año de vida, con 64 millones en ventas. No es una imprenta tradicional sino una plataforma online que canaliza los pedidos de clientes hacia los proveedores con los que trabaja. Hello Print tiene mercado en media Europa. Sus oficinas, con 90 empleados, son una especie de colegio mayor en una universidad repleta de Erasmus. Al estilo Google que se respira en su sede (sala de juegos, cocina y barra libre de comida healthy), se une un vestíbulo repleto de bicicletas y una plantilla de veinteañeros procedentes de Italia, España, Holanda, Francia, Alemania, Portugal, Bélgica, Canadá, Alemania o Suecia. Banderas que cuelgan del techo, y tecnología en las pantallas que mide en tiempo real la suma de los pedidos que entran; el grado de cumplimiento de los objetivos del día, o el rendimiento por empleado.

«No buscamos solo jóvenes pero la realidad es que muchos erasmus se quieren quedar», explica Van Driel, de 37 años. «Para mí, València es una ciudad un poco más tranquila que Madrid y Barcelona. Ofrece muchas posibilidades económicas para oficinas, pero la calidad de vida es súper alta. Es una ciudad internacional. Tiene ambiente, la ciudad es joven, con muchos estudiantes, siempre hay cosas que hacer. Además, en dos horas estoy en casa, en Rotterdam, y si tengo que ir a Madrid por trabajo, llego en hora y media; a Barcelona cuesta un poco más, pero trabajo en el tren», esboza Van Driel para explicar el atractivo de la ciudad para los europeos.

Call center de Cendris

De un modo u otro, los holandeses se han fijado en València. Como adelantó Levante-EMV, otra firma de ese país, Cendris, perteneciente al grupo del servicio postal PostNL, va a montar un call center en la ciudad que prevé traer hasta 300 empleados para trabajar desde aquí. No serán los primeros. La huella orange en València es profunda y está creciendo en los últimos tiempos. El hiperactivo Eric Nolte, empresario y cónsul honorario de Países Bajos en la ciudad, está detrás de este y otros muchos aterrizajes de empresas. Tras seis años en el cargo, más que un facilitador para sus nacionales, que también, se ha convertido en un embajador de la ciudad.

Para Nolte, València tiene una infraestructura de servicios (hospitales como Imed o Quirón, que trabaja con aseguradoras holandesas; universidades y colegios internacionales) que facilita el asentamientos de trabajadores extranjeros. En ese contexto, el tejido empresarial no ha dejado de crecer, sobre todo enfocado a los servicios, especialmente turísticos, como las empresas de alquiler de bicicletas (Dodo, Valencia Bike, Megabikes); firmas como Zeeman, una cadena de ropa que acaba de llegar a las calles de València; escuelas de idiomas como Route 66; tecnológicas como Fruzzel, de márketing orientada al turismo, o Naranjatec. Pero también industriales, como Inlet Seafish, compañía de pescados y mariscos asentada en Sagunt e impulsada por un holandés. Nolte hasta presume de la condición de holandés de Alexandre Wit, ceo del fondo PHI, dueño de la valenciana Lladró. «Si quieres ir rápido, camina solo; si quieres llegar lejos, camina acompañado», predica el cónsul como filosofía cooperativa de trabajo con la que han conseguido ir ampliando la presencia de empresas de su país en la ciudad tras años tejiendo relaciones.

Conectividad

Preguntado por las claves de este fenómeno, Nolte sitúa la conectividad en la cúspide de la pirámide: «Ahora tienes la accesibilidad de vuelos que antes no tenías. KLM, Transavia, Vueling y Ryanair funcionan todos los días». En efecto, la apuesta de la aerolínea de bandera KLM y su filial low cost Transavia han sido decisivas para este cambio. En 2018 pasaron por la C. Valenciana 647.956 holandeses. Son más que italianos, belgas, alemanes,... En la ciudad, retan en número a franceses o británicos, mercados que triplican en población a este país de 17 millones de habitantes.

«Estamos muy satisfechos de los resultados obtenidos en València con KLM desde el inicio de nuestras operaciones en 2016. Se ha convertido en uno de los cuatro principales aeropuertos en los que operamos en España», afirma Boris Darceaux, director general de Air France-KLM para España. «La ruta de KLM también supone una puerta de entrada de pasajeros y empresas de todo el mundo a la C. Valenciana. En València encontramos un buen equilibrio entre el tráfico de negocios y el turístico, algo fundamental para la estabilidad económica de una ruta», añade. Los datos apuntan que la oferta se ha disparado. Tras más de dos décadas fuera de la ciudad, KLM regresó con dos vuelos semanas Valencia-Amsterdam en 2016. Este verano son dos diarios, y un tráfico de 160.000 pasajeros en 2018.

Su filial Transavia, por su parte, más orientada al pasajero de ocio, ofrece en estos momentos hasta 10 vuelos por semana desde Ámsterdam, 11 desde Eindhoven y 4 desde Rotterdam. «València es uno de nuestros destinos más populares. También es una de las ciudades más buscadas en Google en los Países Bajos, por lo que sabemos con certeza que goza de atractivo entre los turistas holandeses», apuntan.

Pero la relación económica desborda el fenómeno turístico y los servicios. Siendo Rotterdam el primer puerto de Europa en tráfico de contenedores, y el de València el cuarto y primero del Mediterráneo, la relación llega también al comercio y las infraestructuras. Empresas emblemáticas valencianas del sector agrario o cerámico tienen en Rotterdam su vía de reexportación para llegar al mundo. Quizá de esa cultura ha surgido como derivada la nueva ruta ferroviaria frigorífica Coolrail, impulsada por el grupo holandés Euro Pool System, especializado en logística y en envases reutilizables. Desde este mes, cinco trenes semanales parten a aquella ciudad portuaria cargados con 31 contenedores de frescos de firmas como Bollo o Martinavarro. Desde allí, se distribuye a Alemania, Reino Unido, Países Bajos o Alemania, por vía terrestre o marítima. La iniciativa llegada de Países Bajos tiene un impacto notable en la reducción de emisiones de CO2 y dar un empujón al corredor mediterráneo.

Obviamente, Holanda también tiene presencia en el puerto de València. En concreto, la holandesa APM Terminals, perteneciente al conglomerado de negocios marítimos A.P. Moller - Maersk , es titular de una de las principales terminales de contenedores del puerto de València. También en el puerto, la firma Dravo, filial para España del grupo familiar holandés Van Oord, ha ganado contratos de dragados en el enclave del Grao. Los holandeses siguen ganando terreno en València.

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