El mercado laboral cambia a marchas forzadas. Con la llegada de las nuevas tecnologías, la digitalización, la inteligencia artificial o el big data, aunque también la incorporación de los millennials y la falta de soluciones para los parados de larga duración, el trabajo experimenta cambios de calado. Para el año 2030, la consultora PwC advierte de que los avances en la citada inteligencia artificial provocarán la automatización de un tercio de los actuales puestos de empleo. Todo eso inquieta, y mucho, a los agentes sociales. Así lo manifestaron en una jornada por Levante-EMV y la Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana (CEV) en la que participaron Cristina Moreno, director general de Trabajo de la Generalitat; José María Goerlich, catedrático de Derecho del Trabajo y Seguridad Social de la Universitat de València; Lola Ruiz, secretaria de Acción Sindical de UGT-PV, Miguel Ángel Javaloyes, secretario general de la Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana (CEV); Daniel Patiño, secretario de Ación Sindical de CC OO-PV y Carmen Pleite, presidenta de la Comisión de Relaciones Laborales de la CEV.

Y que llega la hora de analizar fórmulas consensuadas de reparto del trabajo. Según Javaloyes, «lo primero es consolidar los actuales puestos y luego analizar si los repartimos». En su opinión, la negociación colectiva es el canal para discutir estas fórmulas, como también para analizar el impacto de la robotización y la digitalización, «que deben servir para mejorar la calidad de vida de las personas pero también y mejorar la productividad y competividad de un tejido empresarial que, en la Comunitat Valenciana está formado por un 98 % de pymes. No es fácil competir en un mercado tan global con empresas de tamaño tan reducido», puntualizó.

«Se puede repartir el trabajo aunque no todo. El tejido productivo es muy variado. No es igual en sectores industriales que en servicios como el comercio y la hostelería. Habría que llegar a un pacto social sobre horarios y del reparto del trabajo», comentó Cristina Moreno. Carmen Pleite coincidió con esa apreciación y subrayó que «existen muchas realidades y empleos precarios. Su mejora es responsabilidad de todos. Y se hablamos del empleo a tiempo parcial debemos tener en cuenta que algunos puestos de trabajo lo requieren», agregó esta directiva de la patronal.«¿Estamos hablando del trabajo o de los puestos de trabajo?», cuestionó José María Goerlich. «En el futuro se trabajará menos y hablar de reducción de jornada es sinónimo de hablar del reparto del trabajo porque las nuevas tecnologías han venido para quedarse. Efectivamente, hará falta un pacto social. ¿Qué tipo de trabajo viene?, esa es la gran cuestión», apuntó.

Cuando se cumple un centenario de la fundación de la Organización Internacional del Trabajo, Lola Ruiz advierte de que el «reparto del trabajo debe ir ligado al mantenimiento de los salarios. No hay que perder de vista que el 12 % de la población trabajadora de Europa no podrá reubicarse por los cambios tecnológicos, lo que urge encontrar fórmulas de reparto de la riqueza y tener una sociedad más solidaria dada la exclusión social que generarán esos nuevos empleos. El trabajo lo desarrollan sujetos de derechos y es una parte de la vida. No toda», afirmó Lola Ruiz.

Daniel Patiño comentó que no es fácil saber si hay que ser «'tecnooptimista' o 'tecnopesimista'» y recordó que tampoco es los mismo repartir tareas que trabajos. En su opinión, «con las elevadas tasas de desempleo, el exceso de horas extraordinarias o los abusos en la contratación eventual vaticina pocas soluciones a corto plazo para mejorar la calidad de vida de los empleados y abordar el futuro del trabajo. Hace falta mucha negociación y diálogo social de verdad apoyado por normas justas y las administraciones públicas. Que esa transición hacia el nuevo modelo de trabajo se realice bien. No podemos dejarla en manos de algoritmos como hacen Uber o Cabify. La digitalización no es mala y dependerá de los usos que le demos», añadió Patiño. «Las empresas pueden asumir reducción del tiempo de trabajo sin bajar salarios si mantienen la productividad», sentenció la directora general de Trabajo.

¿Ha servido la reforma laboral?

La reforma laboral que decretó el Gobierno de Mariano Rajoy, en 2012, finalmente no ha sido derogada por Pedro Sánchez. Los aspectos más problemáticos como el abaratamiento de los despidos (20 días de indemnización), su apuesta por los convenios de empresa en detrimento de los de mayor ámbito, así como la prórroga automática de los mismos mientras se negocia el nuevo (la llama 'ultraactividad') siguen ahí. Para Goerlich, «no todo lo que ha cambiado la reforma laboral es malo. Ahora, puede haber cosas perversas en los convenios de empresas porque los sindicatos pierden el control al no llegar a todas», explica.

Goerlich sostuvo que no se puede admitir ya derogar la reforma laboral, en los términos que viene presionando Podemos al PSOE, para volver a la autorización administrativa en despidos y expedientes de regulación de empleo (ERE). Cristina Moreno, en cambio, dijo «hay que anular la reforma laboral y hacer otra con consenso y diálogo social entre las partes». Destacó que es tiempo de abordar cambios en el Estatuto de los Trabajadores para abordar los retos que conllevarán los nuevas formas de empleo. «Otros países ya están reconociendo el tiempo de desconexión», puntualizó.

Registros horarios obligatorios

Javaloyes y Pleite justificaron la reforma laboral por el contexto de crisis y la «necesidad de evitar el cierre de empresas». Por su parte, Lola Ruiz y Daniel Patiño comentaron que la reforma «trastocó aspectos, impulsó modificaciones contractuales y justificó despidos sin motivos. Muchas crisis empresariales las sufrieron los trabajadores ante los problemas de financiación, de tesorería, que no respaldaron los bancos», indicó. También el registro de horarios de los empleados está siendo un auténtico «quebradero de cabeza» para empresas de servicios o agrarias. «En hostelería y comercio sirve para poco», lamentó Moreno. Los representantes sindicales y patronales comentaron que el «empresario cumplidor» no tiene problemas y debería convertirse en un método para abordar en serio la reducción de la jornada laboral. «Sorprende la cantidad de horas extras que se realizan en el sector público y en los centros sanitarios», precisó Lola Ruiz. Goerlich comentó que «un mayor control horario no conlleva necesariamente mayor empleo». En su opinión «hay falsas expectativas sobre la posible mejora de las condiciones laborales»; mientras que Javaloyes indicó que el registro horario «produce inseguridad jurídica y que mejor es pagar por lo que se hace en lugar de por estar en el trabajo». Patiño resaltó que el registro va contra la flexibilidad. «No hay elementos que avalen que el sistema laboral sea rígido. Generar empleo depende de otras cuestiones. Trabajemos de manera honesta sin falsear contratos a tiempo parcial, sin la disparatada temporalidad ni las horas extras».

Las profesiones de futuro

Partidarios de disminuir las excesivas modalidades de contratación y de aplicar «sistemas de sanciones efectivas» ante los posibles abusos de la temporalidad, los representantes de los empresarios y de los sindicatos indicaron que los empleos del futuro «serán aquellos que no puedan realizar las máquinas». El futuro será «menos socializante» por el alto grado de digitalización, inteligencia artificial y robotización. «Las capacidades humanas -según Cristina Moreno y José María Goerlich- serán claves para atender amplios sectores de actividad relacionadas con la sanidad, dependencia o servicios sociales». Lo relacionado con la economía circular y el medio ambiente «tienen mucho futuro». «Y no perdamos de vista que la máquinas harán lo que las personas quieran», concluyó Javaloyes.