Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Ni bueno ni malo, solo bien o mal utilizado

Ni bueno ni malo, solo bien o mal utilizado

Adoro Nueva York, una de las ciudades más interesantes del mundo. Sin embargo, tengo un amigo que la detesta por una mala experiencia. Fue con su familia un Fin de Año; les llovió, les nevó y tuvieron que cenar el 31 un poco de jamón cocido y unas uvas metidos en el hotel porque les habían robado las tarjetas. Una misma ciudad, dos viajeros, dos recuerdos bien diferentes.

Con la inversión sucede lo mismo: un excelente producto puede ser un desastre para unos y el maná para otros. Por este motivo, insisto a mis clientes en que tanto o más importante que el dónde colocamos los ahorros, es el cómo los gestionamos.

Es frecuente que nos abrumen con las rentabilidades y, a pesar de la advertencia de «que las rentabilidades pasadas no aseguran las futuras», tendemos a dejarnos deslumbrar por las cifras. Pero, como inversores, deberíamos saber que esas rentabilidades dependen de cuándo entramos y salimos del activo y que lo demás es marketing de producto.

Como ejemplo, les hablaré de un fondo de renta variable de riesgo medio/alto „me ahorro el nombre„ que se ha colocado a la cabeza de rentabilidad en 2019. Pues bien, un inversor que hubiese entrado el 2 de enero llevaría ganado un 12,1% y otro que hubiese entrado un mes antes, el 4 de diciembre de 2018, acumularía una pérdida del 2,3%. Un mismo fondo, dos inversores, dos rentabilidades extremas.

La diferencia entre un inversor y el otro es la falta de estrategia. El que ha ganado piensa en el largo plazo y ha trazado un plan que le lleva a aprovechar las caídas sin que le influya el momento. El segundo, cazador de gangas, se deja arrastrar por los brillos del índice entrando cuando no debe y saliendo en el momento en que las cosas se tuercen.

Un buen producto, por excepcional que sea, tiene altibajos. Es más, si es líder en términos de rentabilidad, es posible que padezca una gran volatilidad. Les recomiendo la historia del fondo Megallan de Fidelity entre 1977 y 1990, gestionado por Peter Lynch. Descubrirán que, a pesar de haber obtenido rentabilidades medias anuales del 29,1%, la mayoría de sus partícipes, como reconoció la propia gestora, perdió dinero.

¿Por qué? Porque carecían de estrategia a largo plazo y actuaron a golpe de instinto. A la hora de invertir, lo seguro es fijar una hoja de ruta ajustada a nuestras necesidades vitales. Luego debemos ir aportando de forma periódica, lo que nos permitirá surfear con los mercados comprando y vendiendo cuando nos interese; hemos de diversificar en los activos para compensar los efectos del ciclo; y, sobre todo, mantenernos fieles a nuestro plan, sin que nos importe lo que nos cuente el vecino.

Compartir el artículo

stats