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Las obras necesitan 50.000 peones

La falta de mano de obra en la construcción está provocando retrasos en la entrega de las promociones. En la Comunitat Valenciana hacen falta 50.000 obreros para los proyectos en marcha. En la época del boom había 208.000. Hoy solo hay 66.000 trabajadores por la destrucción de las cuadrillas durante los 10 años de crisis.

Francisco Zamora, presidente de la Federación Valenciana de Empresarios de la Construcción. F. Bustamante

Las constructoras necesitan al menos 50.000 trabajadores nuevos para hacer frente a las obras proyectadas en la Comunitat Valenciana, según revela la patronal de la construcción. El cambio de ciclo ha pillado con el pie cambiado al sector que no encuentra profesionales. Las que más están sufriendo el problema son las grandes promotoras que no pueden cumplir los plazos de entrega de las viviendas. Algunas firmas como Quabit (la heredera de Astroc de Enrique Bañuelos) han optado directamente por comprar una constructora para evitar riesgos. La Comunitat Valenciana tenía en 2007 más de 208.000 trabajadores en la construcción y ahora hay 66.000. Según los promotores valencianos, es un problema de difícil solución porque el sector trabaja históricamente con subcontratas y tras la crisis (que arruinó a miles de contratistas) apenas quedan cuadrillas. Esta falta de mano de obra se agrava mes a mes conforme los ayuntamientos van concediendo licencias de obra para nuevas promociones que llevaban meses atascadas. La situación es similar en el resto de España. Según el «Informe sobre el sector de la construcción 2018», publicado por el Observatorio Industrial de la Construcción, la tasa de ocupación creció el año pasado un 8,3 % respecto al año anterior, situando el número de ocupados en 1.221.800 personas. Es la mayor cifra desde el año 2011, pero los datos revelan un punto preocupante: el porcentaje de jóvenes menores de 34 años era hace una década del 42 % mientras que en 2018 ese porcentaje fue del 19 % (solo un 9 % de los trabajadores tiene menos de 30 años). En el otro extremo, los mayores de 55 años representan el 60 % del total de ocupados. Ante esta situación, los constructores se han lanzado a los colegios e institutos a captar jóvenes.

Los nuevos peones que llegan a las obras cobran de inicio 1.500 euros y en los sectores más demandados (caravisteros) se están pagando 2.500 euros al mes a profesionales con experiencia. «Cuando la Administración habla de cambiar el modelo productivo se olvida de que las obras no se construyen solas. Es necesario fomentar la Formación Profesional. La construcción ha sido tradicionalmente el motor de la economía. Necesitamos 50.000 trabajadores», apunta Francisco Zamora, presidente de la Federación Valenciana de Empresarios de la Construcción (Fevec). En Valencia trabajan actualmente 30.000 personas en la construcción, en Alicante 27.000 y en Castelló 9.000. «No hay mano de obra suficiente. Los que tienen mucha necesidad van a las obras y les ofrecen 2.000 euros a los obreros que cobran 1.500 euros para llevárselos. Además, han vuelto muchos inmigrantes. En los cursos de formación que damos (que son obligatorios para poder comenzar a trabajar) cerca del 70 % son extranjeros», añade Zamora. Los talleres de las patronales de la construcción de Valencia, Alicante y Castelló forman cada año a 1.200 personas.

Sin relevo generacional

Los promotores valencianos aseguran que la falta de mano de obra es un problema de difícil solución porque el oficio se aprendía en las cuadrillas, que han desaparecido con la crisis inmobiliaria. «Lo que hacen las grandes constructoras como OHL o Dragados es subcontratar a empresas de fontanería, electricidad o pintura. Antes del estallido de la burbuja a estos profesionales les iba muy bien. Muchos montaron empresas que daban empleo a 40 personas, pero con la crisis se arruinaron y ya no están dispuestos a volver a arriesgarse. Ahora este tipo de empresas son pequeñas (un padre y su hijo) y no forman a profesionales como antes. No hay relevo generacional. Es la pescadilla que se muerde la cola», lamentan. El problema afecta a las grandes promotoras. Empresas familiares como Urbem tienen su propio departamento de construcción. Miguel Esparza, director general de Urbem, explica que tienen una plantilla de 15 obreros, lo que les permite tener controlados los costes de mano de obra. Fuentes del sector aseguran que en el último año han subido «entre un 10 y un 20 %» los salarios. El incremento de los costes ha provocado que algunas promotoras se hayan «pillado los dedos» con el precio de las promociones y no las han empezado por la incertidumbre a pesar de que tienen la licencia de obras desde hace meses. Los bancos exigen que tengan vendidas un 50 % de las viviendas antes de empezar la obra para concederles el crédito y los promotores tienen que respetar el precio que han firmado. En esos casos, el sobrecoste lo asumen las empresas y va contra su margen de beneficios. La repercusión de la subida de los salarios implica que un piso de 140.000 euros acabe constando 150.000 euros.

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