Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Moneda de cambio

Moneda de cambio

La reciente firma del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea pone de nuevo de manifiesto, a no ser que cambien mucho las cosas, que la agricultura mediterránea será una vez más -y son muchas ya, la verdad- objeto de cambalache en la política comercial comunitaria. Tenemos un par de años para intentar cambiar las cosas y lograr un acuerdo justo, pues debe ser todavía ratificado por los parlamentos de ambos bloques.

La ola de bondades que vengo escuchando acerca del acuerdo, tras veinte años de negociación, choca con la realidad de lo que nos espera a los agricultores y ganaderos de la Comunitat Valenciana. No vamos a cuestionar que sectores como por ejemplo la automoción, infraestructuras, maquinaria o la industria textil se vean beneficiadas, pero nadie nos puede negar que sectores importantes del campo valenciano se verían muy perjudicados. ¿Otra vez cambiamos coches por naranjas?

Aparte de los perjuicios que podría ocasionar en muchos de nuestros cultivos o subsectores ganaderos está el tema de la reciprocidad en materia fitosanitaria o medioambiental. Productos prohibidos aquí se pueden usar, por ejemplo en Brasil, y entrarán en los mercados europeos, lo mismo que la amenaza de entrada de una posible plaga crecerá al mismo ritmo que seguro aumentarán las importaciones con la retirada de los aranceles.

En Bruselas entregamos hace unas semanas un exhaustivo informe con los efectos de Mercosur y la necesidad de realizar estudios de impacto, pues no nos consta que en el ámbito comunitario haya recientes y profundos. El mismo, por cierto, que le dimos al president Ximo Puig esta misma semana para que lo trasladara a las autoridades comunitarias en su periplo por la capital de la UE.

Nos apena que las únicas voces discrepantes sobre el acuerdo y la necesidad de modificarlo salgan por parte nuestra o por la Conselleria de Agricultura, mientras el Gobierno central en funciones no abre la boca. Contrasta esto con el anuncio del Gobierno francés de que la ratificación no está ni mucho menos garantizada y que antes de estampar su firma va a realizar un análisis minucioso de todos los puntos y de las líneas rojas que a su juicio pasan por el medio ambiente o por la protección de sus sectores agrícolas más sensibles. Un Gobierno valiente el francés y un Gobierno como el español pasivo y que da muestras de inseguridad a la hora de defender la agricultura mediterránea. Pasan los años y los artículos de opinión de La Unió acerca de los acuerdos comerciales son prácticamente los mismos. Es como el día de la marmota. Cámbienle la palabra Magreb por Mercosur o por Sudáfrica y tendrán la misma respuesta. La agricultura mediterránea siempre utilizada como moneda de cambio. ¿Hasta cuándo vamos a consentirlo?

Compartir el artículo

stats