De unos años a esta parte, València se ha afianzado como un polo de referencia en la creación de proyectos innovadores. Han surgido un nutrido grupo de startups de primer nivel y con gran proyección y se están desarrollando iniciativas interesantes de apoyo e impulso a distintos niveles que no hacen sino reforzar y retroalimentar un ecosistema cada vez más potente.

Además, contamos con todos los elementos intangibles que resultan imprescindibles para hacer prosperar cualquier ecosistema de innovación (p.e.: una calidad de vida envidiable, seguridad a todos los niveles, libertad,...) y contamos también con un entorno emprendedor e inversor bien cohesionando y con una visión colectiva de futuro. Sin embargo, proporcionalmente a nuestro peso demográfico y económico estamos todavía lejos (muy lejos) de otros hubs de referencia como Madrid o Barcelona que manejan unos volúmenes de inversión significativamente mayores y cuentan con actores y proyectos de mayor relevancia. ¿Qué nos falta entonces para acercarnos al nivel que nos correspondería por nuestro tamaño y relevancia? Sin ánimo de ser exhaustivo, en las pocas líneas que siguen apuntamos algunas ideas.

El ecosistema valenciano es todavía joven en comparación con los que apuntábamos más arriba, pero sus bases son sólidas y robustas y nos encontramos, por tanto, en una etapa todavía de maduración. Se estima que la consolidación de un ecosistema tarda unos 15-20 años en producirse, pero, como vemos en otros casos (p.e.: Barcelona), los frutos acaban llegando y son muy provechosos. Por tanto, como cualquier otro ecosistema joven e incipiente, la primera conclusión que conviene extraer es que toca ser paciente y perseverar en las líneas ya marcadas y, por supuesto, seguir consolidando dichas bases e ir adaptándolas a la idiosincrasia del territorio. No obstante, un aspecto que quizás convendría trabajar es hacer más visible y reconocible lo mucho y bueno que se está generando a nivel local. ¡Reforcemos nuestra propia identidad como ecosistema y mostrémosla sin tapujos hacia el exterior!.

Otro punto clave pasa por conseguir involucrar a las grandes compañías. En los últimos tiempos, algunas ya se están abriendo a colaborar con startups como vía para explorar y acceder a nuevas tecnologías disruptivas y como herramienta en su proceso de transformación digital. Sin embargo, queda mucho por hacer. Sería deseable un tejido empresarial e industrial más innovador y contar con más referentes industriales que apuesten por la innovación y el emprendimiento que ejerzan, a su vez, de tracción para el resto de compañías. Junto al apoyo y la apuesta de las grandes compañías y del resto de actores clave del sector privado, resulta clave también el papel de las administraciones y, por supuesto, de las universidades para que sean capaces de conectar todavía más y mejor el mundo del emprendimiento con la investigación. Por último, un tema a potenciar sería la propia idea de «hub» en el que los emprendedores y demás actores del ecosistema puedan interactuar de forma habitual y natural. Una de las claves para que las cosas «ocurran» es que exista una densidad e interacción suficientes y, por tanto, es importante seguir trabajando para generar un ecosistema en el que los emprendedores y demás actores se «rocen».