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Mano de obra de nivel no siempre bien recibida

La presencia de valencianos en Cataluña ha sido tan poderosa que hay documentadas anécdotas como la de referirse en Sabadell, a finales del XIX, a la gente problemática como 'alcoians'. Los valencianos no siempre estuvieron bien vistos, pese a esta integración exitosa. Kenneth Pitarch, citando un texto de 1929 de Marian Burgués, fundador de la Acadèmia de Belles Arts de Sabadell, apunta que eran vistos como una suerte de competencia desleal, mano de obra barata que había «invadido» las fábricas y tejía a precios más bajos.

En la comarca del Vallès, los emigrados desde el norte de Castelló eran recibidos como mano de obra muy cualificada, dada la gran importancia y fama de las mantas y fajas morellanas. La migración morellana en Sabadell todavía recuerda hoy a sus antepasados. Durante el siglo XX, los morellanos repartidos en diferentes núcleos de Cataluña levantaron altares a la Virgen de Vallivana en sus ciudades de acogida. Ocurrió en Sabadell, donde en 1903 fundaron la Colonia Morellano-Catalana, y en 1959 surgió la de los Morellanos de Sabadell. También los morellanos de Barcelona y Terrassa tienen imágenes de su patrona. Caso emblemático, y quizá el más conocido, es el de Gavà, con una colonia valenciana que hunde sus raíces en los viajes que cada año campesinos valencianos, sobre todo de Olocau (Camp de Túria), realizaban para la campaña del palmito (margalló). Es un planta utilizada para hacer capazos, escobas u otros objetos artesanales que luego se cambiaban por alimentos. Finalmente se asentaron, al calor también de la industrialización creciente que dio empleo a las mujeres. La integración cultural fue rápida y prolífica. Crearon bandas de música y en 1930 pusieron en marcha una de las primeras Casa València. Tras la dictadura, en 1981, esta entidad recuperó su actividad, y desde hace dos décadas se celebran cada año las fallas, con monumento incluido y también desfile de moros i cristians, explica Josep Campmany, del Centre d'Estudis de Gavà.

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