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Demagogia en burbujas

Demagogia en burbujas

El cava y la política se han convertido últimamente en una mezcla bastante explosiva que, por eso mismo, suele subirse a la cabeza más de la cuenta y llevar a más de uno, como es habitual en estos casos, a confundir los términos, a confundir lo que es con lo que les gustaría que fuese para sacar tajada y seguir embarrando el campo.

La reciente decisión del Ministerio de Agricultura de dejar en manos de los consejos reguladores de las tres denominaciones de origen de carácter supraautonómico -cava, Rioja y Jumilla- la posibilidad de restringir el crecimiento de nuevas plantaciones de viñedo ha motivado la previsible retahíla de frases subidas de tono. Hemos leído y escuchado todo tipo de enormidades, que podrían sintetizarse en un aserto ya muy manido. A saber: «El pérfido Sánchez hinca nuevamente la rodilla ante el insaciable apetito del imperialismo catalán para asegurarse la investidura a cambio de vender al sector valenciano del cava».

Una vez establecido el presunto dogma de fe, barra libre, sírvanse otro trago, amigos. Las palabras gruesas, la modulación altisonante gusta, funciona a las mil maravillas. En los tiempos que corren, asuntos complejos se ventilan a golpe de tweet, a fogonazos de pensamiento raquítico. Sin embargo, por si todavía queda alguien interesado en analizar las cosas con un poco de sosiego y detenerse a razonar unos minutos, intentaré aportar modestamente algunos datos que pueden ayudar a poner en claro la cuestión del cava.

Supongo que a nadie se le escapa que la competencia en el mercado internacional del vino, y de forma muy apreciable en el capítulo correspondiente a los espumosos, es cada vez más dura e implacable. Con todo y con eso, durante los últimos diez años las exportaciones de cava español han logrado crecer un 5,7%, pero lo han conseguido, en gran parte, a costa de perder valor, puesto que los precios obtenidos se han desplomado un 4,6%. A la vista de estas cifras, el consejo regulador del cava ya propuso al ministerio de Agricultura que limitase para 2019 el crecimiento de la superficie a 0,1 hectáreas -lo que obviamente supone una prohibición de facto-, con el consiguiente y comprensible revuelo que la disposición generó en las principales áreas emergentes autorizadas para elaborar cava en España: Requena (Comunitat Valenciana) y Almendralejo (Extremadura).

¿Y cuál es la situación real en estos momentos del sector cavista valenciano?, ¿implica realmente un duro golpe para su potencial establecer una limitación momentánea al crecimiento de las plantaciones destinadas a uva para espumosos? Sin ánimo de resultar exhaustivo, creo que algunas cifras pueden contribuir a clarificar el panorama.

Segunda zona

Actualmente, Requena, que es tras Cataluña la segunda zona productora de cava en España, cuenta con una superficie de cultivo de uva para elaborar el citado espumoso de alrededor de 3.500 hectáreas, así como de algo más de otras 500 hectáreas que potencialmente pueden destinarse a cava bien inscribiéndose en el consejo regulador, bien cuando completen el proceso de reestructuración o reconversión. Si tenemos en cuenta que la producción anual de botellas de cava valenciano se sitúa, hoy por hoy, en torno a nueve millones, cualquiera entenderá que cuando, a corto y medio plazo, todas las plantaciones comiencen a dar sus frutos la capacidad del cava valenciano, en términos de crecimiento, está más que asegurada. En medio de este contexto, quizá no parece tan descabellado mantener una cierta cautela. Sin ir más lejos, esta misma campaña los precios de la uva para cava han sufrido un severo descenso que ha afectado al bolsillo de los productores valencianos, catalanes y extremeños. Todos ellos protagonizaron hace apenas unas semanas legítimas protestas por ese hundimiento de las cotizaciones.

Sea como fuere, desde mi condición de secretario autonómico de Agricultura, quise conocer de primera mano el punto de vista y las posiciones de los representantes del cava valenciano, tanto respecto al decreto del Ministerio como sobre las perspectivas del sector, para que el Consell pudiese obrar en consecuencia. Me reuní con ellos y hubo coincidencia unánime a la hora de descartar la necesidad de presentar un recurso contra la decisión ministerial, una opción que la Generalitat estaba dispuesta a asumir si el sector lo creía necesario. Las inquietudes del colectivo cavista apuntan en otras direcciones, fundamentalmente hacia aquellas vinculadas a la realidad del mercado y al desarrollo de estrategias que permitan mantener el imprescindible equilibrio comercial para garantizar la estabilidad económica a productores y bodegas. El ejercicio de madurez profesional acreditado por este sector resulta a todas luces encomiable frente a los burdos intentos de instrumentalizarlo con fines políticos.

Así que, ante tantos intereses espurios, ante tanto burbujeo demagógico, bien podríamos parafrasear a James Carville, el asesor de Bill Clinton durante la exitosa campaña electoral de 1992 cuando dijo aquello de "es la economía, estúpido".

¿Quiero decir con todo esto que la situación del cava valenciano es perfecta y que vive en el mejor de los mundos posibles? No, ni mucho menos, en absoluto. El cava valenciano, y así me lo trasladaron sus representantes y soy el primero en saberlo, tiene, entre otros, un problema de representatividad en los órganos decisorios, es decir en el consejo regulador de la DO.

Por historia, por peso económico y productivo, tiene su lógica que sean las firmas y productores catalanes los que ostenten una posición dominante en la entidad reguladora, pero otra cosa muy distinta es que el resto de zonas autorizadas para elaborar cava, y en el caso que nos concierne Requena, no cuenten con un cauce de representación adecuado para defender sus intereses y particularidades. Estamos en un mercado global en el que compiten nuestros cavas, pero el sector valenciano tiene sus propias especificidades y sus proyectos de crecimiento cuyo desarrollo no puede verse condicionado por decisiones en las que no pueda intervenir. Por tanto, y siempre a partir de un análisis ponderado de la coyuntura comercial y sectorial del momento, el Consell estará siempre al lado del sector y vamos a seguir trabajando duro para dotarlo de la fuerza representativa y las herramientas de gestión profesional que permitan al cava valenciano conducir las riendas de su futuro.

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