En cualquier aspecto de la vida, resulta necesaria una correcta planificación para alcanzar nuestras metas con cierta garantía de éxito. Pero en nuestras finanzas personales, es absolutamente imprescindible. La planificación financiera no es más que el proceso de elaborar un plan detallado y personalizado que tenga como finalidad alcanzar nuestros objetivos económicos y patrimoniales, teniendo en cuenta los plazos y los recursos disponibles en cada caso. Es la forma en la que gestionamos nuestros ingresos y rendimientos del capital, frente a la inflación, a nuestros gastos fijos o extraordinarios y a los impuestos. Tendemos a pensar que es algo sólo para grandes patrimonios, cuando es algo necesario en todos los casos.
Hasta ahora en España, un país altamente bancarizado, la distribución de productos y servicios financieros se ha realizado casi en exclusiva a través de las entidades financieras, atendiendo más a la venta de productos que al asesoramiento y la planificación financiera del cliente, lo que quedaba reservado casi en exclusiva para los grandes patrimonios y las entidades llamadas de «banca privada».
La aplicación de la directiva Mifid II, la irrupción de las fintech en el mercado y la facilidad de acceso a la información a través de aplicaciones móviles e internet abre una nueva etapa en la forma de distribuir los productos y servicios financieros. Todos tenemos acceso a las herramientas para poder realizar una adecuada planificación personal, que será más o menos sofisticada y que requerirá o no de un profesional que nos asesore, en función de nuestras necesidades reales y nuestros conocimientos y experiencia previos.
Necesitamos extender la planificación financiera y que sea algo habitual para todos los consumidores. Y el mejor camino para ello es intentar mejorar nuestra cultura financiera, sin descuidar la de los más jóvenes que pronto se incorporarán al mundo de la economía real.
