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Expolítica, mujer y al mando, ¿por qué no?

Expolítica, mujer y al mando, ¿por qué no?

"No puede haber ninguna crisis la semana que viene. Mi agenda ya está llena". Descubrí esta cita de Henry Kissinger, el que fuera secretario de Estado de EE UU con Richard Nixon y Gerald Ford, el 15 de abril de 2013, el día que entrevisté a Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) hasta el 1 de octubre. Una placa negra con estas palabras estaba en la mesa de Lagarde, una de las mujeres más poderosas de la esfera económica que me permitió ir a Washington a tener una larga e intensa conversación, de esas que nos gustan tanto a los que vivimos de hacer preguntas.

Llevaba en el cargo en ese momento menos de dos años y la economía mundial aún sufría por los efectos de la crisis iniciada en 2007. Las palabras de Kissinger, ironizaba Lagarde, eran el mejor recuerdo de lo vivido por ella y por su equipo en el FMI. Todos se doctoraron en el ejercicio de vigilar la economía, negociar rescates e imponer condiciones a gobiernos como los de Grecia, Irlanda, Portugal y Chipre.

El mismo día en que un atentado destrozaba el maratón de Boston, Lagarde pedía calma a las voces más críticas con España y con su renqueante economía, sobre todo a las que procedían del norte europeo menos solidario, aquel que se negaba a dar más tiempo para la consolidación fiscal. «Para un país como España no existe razón objetiva para apresurarse a una reducción drástica del déficit», explicaba la dirigente, que abogaba por «caminos de ajuste razonables y sensibles» antes que recomendaciones en las que solo haya «objetivos numéricos». Azotaba, no obstante, al Gobierno de Mariano Rajoy, por complaciente, y cuestionaba su negativa a pedir ayuda al Banco Central Europeo, una institución que alababa con ahínco. «El BCE ya ha hecho mucho para combatir la crisis pero se requieren medidas de los estados miembros», decía con la mirada de reojo en la Alemania de Angela Merkel.

Recuerdo las palabras de Lagarde hoy, cuando se prepara para asumir la presidencia del BCE, la próxima semana, en sustitución de Mario Draghi. Su llegada a la institución no ha estado exenta de astillas, con corrientes contrarias a que una expolítica como ella (fue exministra de Economía y Finanzas francesa) sea la elegida.

No puedo estar más en desacuerdo con los anti Lagarde, que efectivamente fue política y tiene algún aspecto de su vida poco edificante (su relación con el empresario Bernard Tapie). Pero capacidad y experiencia en la gestión no le faltan. Como mínimo, cabe darle una cálida bienvenida y un beneficio de la duda. Un último apunte ¿Se hubiera criticado igual si el sucesor hubiera sido hombre? Déjenme que lo dude.

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