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Presupuestos: la gran mentira

Presupuestos: la gran mentira

Hoy los agricultores acudimos a las urnas con una profunda sensación de indignación y desamparo. Sabemos que los sucesivos gobiernos valencianos no han hecho los deberes para mantener a nuestra agricultura en una posición de liderazgo frente a otras regiones que sí han sabido adaptarse a los nuevos tiempos. Somos igualmente conscientes de que los cuatro primeros años del Botànic han significado una legislatura perdida. Incluso en el último ejercicio, con la peor campaña citrícola que se recuerda, el Consell no aportó ni un solo céntimo y eso que prometieron unas 'ayudas de minimis' que al menos pretendían simbolizar su sensibilidad hacia el colectivo.

Una y otra vez nuestra clase política proclama que la agricultura es un sector estratégico. Pero si luego la conselleria aprueba los presupuestos que hemos conocido estos días, esa gran verdad se convierte, en boca de estos políticos, en una cobarde, cínica y escandalosa mentira. Los recortes aplicados a las líneas netamente agrarias -frente al incremento en medio ambiente y en altos cargos-dejan negro sobre blanco que a la Generalitat le importa un bledo el sector agrario. La Ley de Estructuras Agrarias nace coja y sin apenas recursos para afrontar el ambicioso pero necesario reto de modernizar el campo. El capítulo de estructuras agrarias desciende un 0,1%, lo que entierra las expectativas de esta norma antes de que empiece a dar sus frutos.

Los presupuestos tampoco dan respuesta a la lucha contra la Xylella. El pago de las indemnizaciones, que no compensan ni el valor de los almendros arrancados, se efectúa con desesperante retraso. El ritmo del arranque va más lento que la expansión de la bacteria. Y, con estos números, los agricultores afectados seguirán sin contar con un plan de futuro para replantar sus parcelas.

A la hora de proteger la huerta de València, el Consell se apresuró a sacar una ley que impone restricciones y obligaciones a los agricultores. No está mostrando tanto interés para implementar el programa de desarrollo agrario y poner en marcha el Ente Gestor más allá de la propaganda electoral. Esta protección de la huerta huele a aguas fecales urbanas, y no va con segundas. Nos alegramos bastante más con el esfuerzo financiero en el IVIA, ahora falta que haya alguna cabeza que acierte con los objetivos y obtenga rápidamente los resultados que requiere el sector.

Es evidente que la lucha entre los partidos del Botànic les está distrayendo de lo que debería ser su prioridad: la defensa de los agricultores y ganaderos. El president Ximo Puig debe intervenir para que los presupuestos sean corregidos, tiene una responsabilidad asumida con el sector. Si no lo hace, si no le dejan, los agricultores tendremos todo el derecho a pensar que la Generalitat nos ha abandonado y no nos sirve para nada.

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