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Ford Almussafes: a la vanguardia robótica

Una joven ingeniera de 25 años lidera el equipo cuyas prácticas están aplicándose en el resto de la división europea

Paula Carsí G. Caballero

Cuando los políticos y la plantilla de Ford reivindican, dentro del contexto de ajustes que sufren el sector de la automoción y también esta compañía, que la planta de Almussafes es la más competitiva de Europa, no se trata únicamente de un ejercicio de chauvinismo. Desde hace un tiempo, la factoría valenciana se ha situado en la vanguardia mundial dentro de esta multinacional en el área de investigación y aplicación de la tecnología de robótica colaborativa. «Hemos sido capaces de demostrar a la compañía que la innovación no tiene que venir impuesta desde fuera ni desde los centros de desarrollo. Son un apoyo para las plantas, pero la innovación tiene que estar en el adn de los ingenieros». La reflexión es de uno de los perfiles más potentes de los que hoy puede presumir esta empresa, en medio del desafío de la reconversión tecnológica de los procesos productivos. Paula Carsí, una joven ingeniera aeronáutica de tan solo 25 años, es desde hace un tiempo gerente del departamento de Ingeniería de Fabricación y Nuevas Tecnologías de Ford Almussafes, al frente de un equipo de diez especialistas que trabajan con un pie entre algoritmos y el otro en la línea de motores.

La historia de Carsí dentro de Ford es un reflejo de la apuesta de la compañía por el talento joven y la implementación de nuevas tecnologías. Durante un encuentro organizado en la Politécnica de València para poner en contacto a jóvenes prometedores con grandes empresas locales, los directivos de Almussafes la ficharon como ingeniera de procesos para el lanzamiento del nuevo motor Maverick 2.0 y 2.3 (justo el que ahora Ford acaba de anunciar que traslada a Norteamérica desde 2022). «Vine a probar y desde el principio no tuve duda de seguir aquí», asegura. Era enero de 2015 y, con 21 años, Carsí tenía un expediente apabullante. Había empezado su carrera con 17 años, un año antes de lo habitual y en una especialidad poco común en España dentro además de una rama universitaria, la ingeniería, donde la mujer todavía no es mayoritaria. Realizó el último año de la carrera en Oklahoma (EE UU), y de regreso en València, compatibilizó el máster de su ingeniería con el trabajo, primero en una firma local de coches deportivos y, posteriormente, en una empresa que desarrollaba proyectos de I+D para la Agencia Espacial Europea. Pese a querer volver a EE UU, no se resistió a la llamada del óvalo azul.

Al poco de entrar en Ford, la robótica colaborativa comienza a crecer y la factoría decide que quiere investigar las oportunidades que brinda esta nueva tecnología. «La planta ha apostado hace tiempo por la innovación como parte del proceso productivo, necesario para ampliar la competitividad, como fábrica y como grupo. Es lo que nos permite que los ingenieros estemos a la vanguardia de las tecnologías y preparados para adaptarnos a lo que venga», defiende. No solo esto. También se empezaron a investigar las posibilidades del big data, machine learning, la robótica móvil, los robots autónomos... De aquello surge un grupo de ingenieros especializados que acaba dando forma a su actual departamento.

Hoy, Almussafes puede presumir de tener más robots colaborativos, una treintena de 'cobots', que el resto de plantas europeas juntas. Y cada año tienen la previsión de lanzar entre 10 y 15 nuevas aplicaciones. La factoría ha sido designada como centro de excelencia en esta tecnología, una dinámica de trabajo para compartir y aplicar en el resto de fábricas los avances de se desarrollan en un centro en particular. Carsí dirige cada dos semanas una reunión con el resto de plantas europeas, para controlar y asesorar sobre la puesta en marcha de los nuevos 'cobots'.

¿Qué hacen estos nuevos 'operarios' que comparten espacio de trabajo con los empleados humanos? Cada uno realiza tareas distintas. «Tenemos robots colaborativos que trabajan con el operario el 100% del tiempo en el mismo espacio para comprobar conexiones eléctricas. Llevan un micrófono que escucha las conexiones eléctricas y mediante una red neuronal en un sistema informático detecta si el sonido del conector implica una buena conexión o una mala conexión. El robot trabaja a centímetros del operario siguiendo el movimiento», explica Carsí para los profanos.

Otro 'cobot', por ejemplo, coloca las bujías dentro del motor, un proceso muy delicado que requiere cierta sensitividad. Tienen también muchos robots de atornillado que permiten controlar mejor los procesos. «Hay robots que ayudan a controlar la calidad; otros que automatizan y controlan los procesos y robots más de colaboración en las tareas del operario», resume.

Almussafes también es pionera dentro de la división europea en la implantación de robótica móvil. Son equipos que sirven sobre todo para movimiento de material. Navegan autónomamente por la planta. «Nosotros en este caso los utilizamos para llevar los carros de piezas secuenciadas desde los almacenes a la línea», apunta.¿Un futuro sin trabajadores?

¿Cómo se ve el futuro de las plantas de automoción desde esta vanguardia tecnológica? ¿Desaparecerán los humanos de las factorías como ya se vislumbra en algunas instalaciones asiáticas? «No planteamos ese escenario porque hay partes del proceso productivo donde es imposible sustituir el valor que aporta la persona. El cambio de tecnología y la evolución requiere que las personas, ingenieros y gente de la línea, se adapten a las nuevas tecnologías, incrementen sus conocimientos, entiendan cómo funciona, cómo trabajar con ellas. La línea ha ido cambiando muchísimo y seguirá cambiando pero para continuar siendo competitivos tenemos que seguir trabajando como hasta ahora, estar al día de todo lo que viene, entenderlo, desplegarlo y que los operarios sean capaces de aprovecharlo de la manera más optima. Nunca va a haber esta sustitución al 100%. Se sustituirán los procesos donde la persona no aporte valor y mantendremos los procesos donde aporte valor», concluye.

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