La suciedad, y junto a ella los virus, se esconde en los lugares más insospechados. Si le sorprendieron las noticias sobre el nivel de peligrosidad para la salud que puede acumular un objeto tan cotidiano como un teléfono móvil o el teclado que utilizamos ocho horas al día, quizá también le parezca extraño que, dentro de los aeropuertos, la bandeja en la que deposita el pasajero sus objetos para pasar el arco de seguridad esté más contaminada que los baños.

Un estudio de BioMed Central Infectious Diseases y realizado por expertos de la Universidad de Nottingham y del Instituto de la Salud de Finlandia revela que estos recipientes acumulan más microorganismos patógenos que los retretes, incluidos los responsables del resfriado y virus respiratorios. La naturaleza de los aeropuertos, un lugar de paso hacia destinos internacionales con grandes concentraciones humanas, convierten la higiene de estos enclaves en un asunto sensible. Los resultados se obtuvieron de un muestreo en el aeropuerto de Helsinki, donde se midió el grado de contaminación de espacios como los inodoros, los pasamanos o las propias bandejas.

Bastante lejos de Helsinki, Vicente Monzó (Font d'En Carrós, València, 1967) vio que allí había una oportunidad de negocio. Monzó lleva años en el sector de la lavandería industrial. Según explica él mismo a El Mercantil Valenciano, es «pionero» en un ámbito tan maduro hoy como el de las franquicias de lavandería de autoservicio a pie de calle. En 2005 lanzó KWL-Aqua, que hoy tiene 187 puntos de servicio en España y países como Venezuela o Brasil. «La primera que monté era casi una atracción turística», rememora. Destaca, además, por su carga en tecnología domótica, que permite al responsable de la lavandería automática gestionarla a distancia.

Con su experiencia en el mundo de la limpieza, Monzó comenzó hace unos años a darle vueltas a la idea de innovar en torno a la higiene de las cestas de supermercado, un recipiente sensible que arrastra alimentación muy cerca del suelo, pero también en bandejas de carnicería, útiles, etc.

Un día, hablando con Vicente González-Lizondo (València, 1975), que tiene franquiciadas varias de sus lavanderías, surgió la idea de los aeropuertos. El empresario y expolítico, hijo del histórico dirigente valencianista de su mismo nombre, se puso manos a la obra con el estudio de mercado, y llegó a la conclusión de que, por lo general, no existen aeropuertos que utilicen un sistema industrializado para limpiar y desinfectar estas bandejas.

A partir de esa 'necesidad', los dos empresarios han creado la mercantil UCE Machines, que tiene como primer diseño el Clean Box. Se trata de una máquina de un tamaño poco mayor al de una lavadora doméstica para limpieza y eliminación de microorganismos patógenos en las bandejas, cestas o pequeños carros de la compra. El diseño, que ha sido patentado en todo el mundo, ha sido testado durante las últimas semanas en el aeropuerto de València, según explican los socios, y están a la espera de una respuesta de Aena tras este piloto.

El procedimiento permite unos importantes ahorros en consumo de agua y también en tiempo, defienden sus creadores. En concreto, frente los cinco o seis litros por unidad que pueden destinarse ahora a la limpieza manual de una bandeja, el ciclo de lavado con esta innovación necesita un cuarto de litro y apenas 45 segundos. Los ingenieros del proyecto están desarrollando nuevos prototipos para limpiar en cada proceso hasta tres bandejas, de modo que en una hora estén listas 180 recipientes. Durante el proceso, se utilizan unos desinfectantes antibacterianos y detergentes industriales, también formulados exprofeso para este fin, que crean una película que mantiene libre de patógenos la bandeja durante 72 horas.

Excrementos de perro

Según las pruebas de laboratorio que han realizado antes y después del proceso, Clean Box asegura que reducen al 0% la existencia de agentes causantes de enfermedades. ¿Qué dicen sus análisis sobre qué puede encontrarse hoy en estos recipientes? Según señalan, se han detectado incluso trazas de excremento de perro. Algo que no sorprende si se tiene en cuenta que en esas bandejas se depositan hasta zapatos, donde conviven con llaves, móviles o abrigos.

Monzó y Lizondo, que llevan invertidos más de 250.000 euros en el proyecto, tienen previsto presentar su diseño en la Passenger Terminal Expo 2020 que se celebra en París este mes de abril. Y van a comenzar a producir cinco nuevas unidades para seguir haciendo test en otros ámbitos. De tener éxito, tienen a su disposición un servicio que utilizan cada año 265 millones de pasajeros, solo en los aeropuertos españoles de la empresa Aena. Habrá que ver hasta dónde llega el invento.