Emprender es un ejercicio de valientes que se enfrentan a una incertidumbre constante. El Mercantil Valenciano ha reunido en el Instituto de Arte Moderno de València -IVAM- (que abrió sus puertas en 1989) a tres de estos valientes nacidos hace tres décadas con perfiles vitales muy diferentes pero que tienen en común que están en Lanzadera. Diana Arias (Dénia, 1989) empezó a emprender tras recuperarse de un ictus. Durante la fase de rehabilitación se dio cuenta de que en el mercado no había juegos adaptados para adultos para superar las secuelas del daño cerebral adquirido y desarrolló Decedario para cubrir este hueco. Pablo Martínez (València, 1989) tenía 19 años cuando se quedó con su hermano un restaurante de su padre a cambio de asumir una deuda de 100.000 euros. En ese restaurante empezaron a cocinar hamburguesas con las sobras de los solomillos y de esa idea hoy tienen la cadena LaMburguesa, que va a cerrar el año con 120 trabajadores y una facturación de 4,8 millones de euros. Laura García (València, 1989) vivió durante su época de universitaria en tres ciudades europeas y le encantaba que sus padres le enviaran paquetes con comida española. Entró a trabajar en Carrefour como ingeniera agroalimentaria en el departamento de control de calidad de los alimentos, pero decidió darle un vuelco a su vida fundando Lainboox, una empresa que envía ese tipo de paquetes a emigrantes españoles. Los tres miran el futuro con optimismo, pero se quejan de la excesiva burocracia española que lastra a los emprendedores. Cuando se les pregunta cómo se ven en treinta años responden con un «queda muy lejos».

Pablo Martínez venía con el emprendimiento de serie cuando hace once años decidió tomar las riendas de su propia empresa. «Mi abuelo, mi padre y mis tíos siempre han sido empresarios. Yo y mi hermano hemos mamado la empresa desde pequeños. En la crisis mi padre no conseguía traspasar un restaurante en Bétera que no le iba bien y decidí quedármelo con mi hermano a cambio de asumir las deudas. Fue un poco locura, pero logramos sacarlo adelante. En el restaurante tuvimos éxito con unas hamburguesas que hacíamos con los recortes de los solomillos y decidimos abrir LaMburguesa. Empezamos en Godella en 2015 y como tuvo buena acogida enseguida abrimos un segundo local en el barrio del Carmen y otro en Paterna», apunta. La cadena tiene hoy diez restaurantes y ha doblado la facturación en el último año. Cuando Pablo Martínez analiza cómo eran las cosas hace treinta años, cree que todo se resolvía «mucho más fácil». «Por lo que he visto en casa, antes solo necesitabas valor y ponías en marcha algo rápidamente. No tenías tantas trabas como ahora. Hoy en día montar un restaurante es muy complicado por las licencias y toda la burocracia. Nosotros somos bastante ágiles en ese aspecto y podemos necesitar entre tres y cuatro meses para empezar las obras».

Laura García coincide con Pablo Martínez en que la Administración lo complica todo demasiado. «En Estados Unidos te facilitan la fundación de una empresa porque creas trabajo y ayudas a mover la economía. Aquí es todo lo contrario». García también considera que las cosas eran mucho más fáciles hace tres décadas. «Yo no he vivido en casa cómo era antes porque mi madre era funcionaria y mi padre trabajaba en Telefónica. Eran ocupaciones muy seguras y de ocho de la mañana a tres de la tarde. Había mejores condiciones laborales en los trabajos y más estabilidad. Yo eso ahora no lo veo en mi entorno. Percibo mucha inestabilidad y unos sueldos muy bajos. Eso me ha incitado a no resignarme. ¿Por qué voy a tener que estar así si puedo aspirar a mucho más? A mí lo que no me gusta de trabajar para otro es tener un techo que te impide despuntar y hacer mucho más», afirma.

Los tres se muestran agradecidos a Lanzadera e inciden en que es «una suerte» que esté en València. «Podemos definirla como el templo del emprendimiento. Te dan formación, un puesto de trabajo y capital inicial si lo necesitas. Todo son ventajas. Ellos valoran mucho el entorno de trabajo y el compañerismo. Una de las claves es las sinergias que se generan», subraya Diana Arias.

¿Dentro de tres décadas?

Ante la pregunta de cómo se ven en treinta años titubean. «Es una pregunta complicada. Yo quiero ver el juego que he lanzado (para mejorar la estimulación) en todo el mundo. Lograr que sea un proyecto a nivel mundial. Creo que puedo sacar más productos en el sector de la neurorrehabilitación y combinarlos con dispositivos tecnológicos», asegura Arias. Pablo Martínez advierte de que «treinta años quedan lejos. Me gustaría ver este proyecto (de hamburgueserías) estabilizado mucho antes y emprender nuevos retos. El objetivo es crecer mucho en poco tiempo». Laura García confía en que su empresa de envío de alimentos (que va a cerrar el año con 40.000 euros de facturación) coja velocidad de crucero a corto plazo. «Yo soy una persona que no puede parar. Ojalá que en treinta años me vea con muchos más proyectos», afirma.

«Tenemos cuatro restaurantes y toca consolidarnos para el segundo golpe»

Pablo Martínez ha afrontado un año duro con un crecimiento muy rápido en LaMburguesa. «Este año hemos abierto cuatro restaurantes. Hemos pasado de facturar 2,7 millones a 4,8. El año que viene será de tranquilidad, de consolidar la estructura y preparar un segundo golpe», afirma.

«Yo tenía trabajo de lo mío en Carrefour y empecé con Lainboox como hobby»

Laura García comenzó a emprender como un entretenimiento. «Yo trabajaba en Carrefour como ingeniera agroalimentaria, que es lo que había estudiado. Empecé con Lainboox como hobby, sin visión de negocio. Llegó un momento en el que no podía compatibilizarlo y dejé el trabajo para dedicarme por entero».

«Desarrollé Decedario tras sufrir un daño cerebral con 23 años»

Diana Arias ha creado un material terapéutico para la estimulación cognitiva con 40 actividades. «Decedario es mucho más que un juego. Lo desarrollé tras sufrir un ictus que me provocó un daño cerebral con 23 años», señala. Arias fundó la empresa hace un año y ha facturado 45.000 euros con la venta de 500 juegos.