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José Vicente González: "Vivimos en el mejor tiempo que ha tenido la humanidad"

Ya jubilado de la vida pública y de GH Electrotermia, la multinacional del metal que presidió, González hace balance de estos años y expresa su deseo de implicarse en el mundo solidario

José Vicente González: "Vivimos en el mejor tiempo que ha tenido la humanidad"

José Vicente González (València, 1946) finalizó el pasado diciembre su mandato como presidente de Feria València y puso así punto y final a más de tres lustros en los que ha liderado el empresariado valenciano, primero desde la patronal del metal Femeval y la entonces provincial CEV y luego desde la extinta autonómica Cierval. También ha sido el valenciano con más peso en la española CEOE, donde ejerció como vicepresidente durante el mandato de Joan Rosell. El pasado martes recibió a El Mercantil Valenciano en su casa de L'Eliana, básicamente para hablar de la vida.

A los 73 años, ¿cómo ve el resto del camino?

De momento, muy bien, aunque creo que aún no me ha dado tiempo a enterarme con todas estas fiestas [navideñas]. Me encuentro bien. No sé si haré algo más. Tal vez, si me ofrecen algo relacionado con el mundo de las ONG. Bueno, en realidad, lo que he hecho en estos años ha sido algo parecido a una ONG. No he cobrado nunca.

¿Hay algún ámbito que le resulte atractivo?

Hacia los 58 años, pensaba que a la empresa, conque fuera medio día, sería suficiente y podría dedicarme el resto del tiempo a alguna cosa del tipo Amnistía Internacional o Acnur, pero se cruzó esta historia, entré a presidir Femeval y llegué a pensar que esas eran mis ONG. Para hacer esto seguramente tengo mejores condiciones que otras personas y, en cambio, para lo otro hay gente que lo hace fenomenalmente bien.

¿Le preocupa la muerte?

No. Creo que lo he hecho ya casi todo. Llegará un día en que me iré, como todos, pero no me preocupa excesivamente. ¿Cuánto vamos a vivir? Mi suegra tiene 96 años

El camino puede ser largo?

Ojalá, si estás bien de la cabeza. Si no, no vale la pena.

¿Qué piensa de la eternidad?

Pues que no existe.

¿Por qué tener descendencia si el recuerdo de nuestras personas se pierde con los biznietos?

Forma parte de la condición humana. Todos, al menos yo, queremos tener hijos y disfrutar de los nietos. Al final, somos muy egoístas. Tenemos a los hijos pero no porque queramos hacer una obra de caridad. A mis nietos los disfruto mucho. No me da especial placer que vayan a perpetuar nada. Efectivamente, mis nietos supongo que se acordarán de mí, pero mis biznietos, seguro que no. Como mucho uno llega a los nietos, pero no más. No tengo ese sentido de la trascendencia.

¿Qué pesa más, la vanidad o el servicio, a la hora de optar a un cargo público y luchar por mantenerse?

Las dos cosas. Todos decimos que la vanidad no cuenta, pero creo que no es verdad. Hay un componente de vanidad en todo esto [de la vida pública]. La cuestión no es que no haya vanidad, sino qué porcentaje hay de servicio y de vanidad. Mi porcentaje de vanidad la tengo, como todo el mundo. La otra cuestión a considerar es qué estaríamos dispuestos a hacer para satisfacer la vanidad. Eso diferencia a unas personas de las otras. Pensé que había tenido suerte en la vida y que tenía que hacer algo para devolverlo a la sociedad.

¿Le ha valido la pena el esfuerzo?

Sí. Lo he pasado bien. Siempre me he divertido mucho trabajando.

¿Se ha sentido traicionado en estos años?

Alguna vez alguien ha cometido una traición, pero... Tenía un jefe, cuando era joven y me cabreaba con algún proveedor, que me decía que no me preocupara, porque no valía la pena. "Llevas razón, este tío es un imbécil, pero tú lo aguantas cinco minutos y él tiene que aguantarse a sí mismo toda la vida. No le hagas ni caso", me decía. Nunca he sentido que haya sufrido grandes traiciones, aunque siempre hay gente de la que esperabas algo más de ella.

¿Ni siquiera en Cierval?

No, traicionado, no. De tres patas que conformaban Cierval, dos estaban podridas [Alicante y Castelló]. ¿Lo hicieron para traicionarme? No. Simplemente no supieron resolver sus problemas. Y me las cargué yo.

¿Fue la extinción de la antigua patronal autonómica su mayor fracaso?

Nunca lo consideré un fracaso personal. No podía hacer más. ¿Qué podía hacer con gente que estaba dispuesta a cerrar y a escurrir el bulto? Pues lo que pasó. No consideré que tuviera una responsabilidad personal en aquello. Invito a quien quiera a que se sitúe en la misma posición y a ver qué hace. A mí no se me ocurrió nada.

¿Y cómo se supera el fracaso?

No lo sé. Yo no consideré que lo fuera. Lo hubiera sido si hubiera llegado a la conclusión de que podía hacer algo más o de otra manera, pero no había más.

¿Habría continuado en la Feria de darse las circunstancias de otra manera?

No tenía claro si quería continuar por dos razones. Fundamentalmente, por la edad. Tengo 73 y otros cuatro años son 77. Y luego pensé que había cubierto una etapa. Me fui muy tranquilo y con el sentimiento del deber cumplido y de que era la época de que otro hiciera. Claro, si me lo hubiesen puesto más fácil, a lo mejor me lo hubiese planteado.

¿Hay algo que hubiera querido hacer en su trayectoria pública de la que se arrepienta no haber intentado o que le dejaran hacer?

Pues la verdad es que no. En la representación pública todos te dicen que tienes mucho poder, pero yo siempre he dicho que yo no he tenido ningún poder. Lo que he tenido es capacidad de influencia. Puedes descolgar el teléfono y llamar a un ministro y entonces tienes capacidad de influencia. Pero eso no es el poder. El poder es si tú tomas las decisiones. Ahora bien, los cargos de representación me han permitido conocer a gente muy interesante. También es verdad que hay veces que sales de un despacho oficial y te dices: «¡Madre mía!, ¿a este quién lo ha puesto aquí?»

Es usted aficionado a la Historia. ¿Cómo valora el momento que vivimos?

Me preocupa el nacimiento de los populismos, porque me recuerda que se están dando circunstancias muy parecidas a las que dieron origen a la Segunda Guerra Mundial. La crisis. La gente lo pasa mal y siempre aparece una cuadrilla de vendedores de mentiras que hacen lo que es más fácil del mundo y es que problemas muy complejos los convierten en un eslogan o en una frase muy simple. Tan fácil, tan simple, que entiende todo el mundo. Sucedió con el nazismo. Dicen unos ahora que la culpa de lo que pasa aquí son los inmigrantes que quitan el puesto de trabajo a los españoles... A mí eso me deja a cuadros.

¿Teme que la polarización -y Cataluña- dibujen un panorama cada vez más parecido al clima previo a la Guerra Civil?

Creo que no. No hay que exagerar. Hay una gran polarización y se están perdiendo las formas. No sé quién dijo que las formas son la democracia y lo que no se puede hacer es perder las formas. Estamos asistiendo a cosas como las que vimos en la investidura de Pedro Sánchez. Hay que tener más nivel. Lo que no puede ser es que gente que está representando al país tenga un lenguaje tabernario y una exposición de ideas básicas que no resisten el análisis más elemental.

Pero están expulsando del debate público a las personas más sensatas y están en primera línea los más insensatos. Ha pasado en Cataluña, ¿no?.

Y los más mediocres. También ha pasado en Ciudadanos. Los fundadores y la gente sensata se han ido.

¿Conseguirá Cataluña ser independiente?

No. Lo que llamamos el conflicto catalán no se va a resolver nunca. Si pretenden resolver el problema en su totalidad se están equivocando. De lo que se trata es de ganar 30 años de tranquilidad y dentro de 30 ó 40 años en Cataluña volverá a haber otro problema y habrá que intentar resolverlo.

¿Qué opinión le merece Vox y el acercamiento cada vez mayor del PP a la derecha más extrema?

A mí no me gusta la extrema derecha. Excitar los más bajos instintos de la gente... Yo creo que acercarse a ellos es peligroso porque contagian. No nos engañemos, los mismos estaban antes en el PP. Lo que pasa es que estaban diluidos en un grupo mucho más grande, donde todos no eran como ellos. De vez en cuando les dejaban que levantaran la voz, pero no les hacían demasiado caso. Ahora van por libre y si los demás, en lugar de reafirmar otro tipo de estrategia más cerca del centro, se dedican a copiar, pues les va a pasar como a Ciudadanos.

¿Y el Gobierno de coalición?

¿Había otra solución?. La oposición critica la alianza con los separatistas. Oiga, pero, ¿ustedes estaban dispuestos?. Lo primero que han dicho es que "no voy ni cuando me citan". ¿Cómo se hace? Ustedes no suman. ¿Qué hacemos? ¿Otras elecciones? Estoy de acuerdo en que va a ser muy difícil y que el nuevo Gobierno va a tener muchos problemas, pero repito: es lo que hemos querido los españoles.

Como vicepresidente de la CEOE ha tenido la ocasión de conocer a políticos españoles y extranjeros con enorme peso en su momento. La exprimera ministra británica Theresa May o el griego Alexis Tsipras son dos nombres que me vienen a la memoria en este momento. ¿Qué balance hace de esos encuentros?

Hay de todo. El presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, es un tipo magnífico. Lo que pasa es que hay una crisis de liderazgo muy importante. Y no solamente en España. Hace 30 años tuvimos una generación de políticos europeos, con la idea muy clara de qué querían que fuese Europa. Pensemos en los actuales dirigentes y en otros como Willy Brandt, Helmut Kohl, Helmut Schmidt, François Mitterrand, incluso Margaret Thatcher. Comparemos. Hay crisis de liderazgo y es porque la política ahora no está atrayendo a los mejores.

¿Qué político le ha sorprendido favorablemente?

Felipe González continúa siendo para mí el mejor presidente que ha habido en España.

¿Y de forma desagradable?

Theresa May, porque no tenía ni idea de dónde se había metido. En una reunión en el 10 de Downing Street con los dirigentes empresariales de Alemania, Francia, Italia y Reino Unido, me preguntó por qué estaba tan preocupada España con el Brexit. ¿Por qué? Tuve que decirle: "¿Usted sabe que vienen 17 millones de británicos todos los años a España? ¿Sabe que las compañías españolas de servicios e infraestructuras tienen 35.000 empleados en el Reino Unido, que todos los días les preguntan a sus jefes qué les va a pasar? ¿Cómo no voy a estar preocupado?". No sabía nada.

Con nombre, por favor. ¿Quién ha hecho más daño a la Comunitat Valenciana?

Pues seguramente los valencianos, porque a final de cuentas somos los responsables de haber puesto a la gente que ha intervenido. Desgraciadamente, no se puede decir ni un nombre ni dos, porque ha habido bastantes que han sido absolutamente deshonestos. Han hecho un daño tremendo a la Comunitat Valenciana, sobre todo cuando esas cosas se hacen con desfachatez. Mucha gente llega a la conclusión de que es lo normal y hay que decirle a la gente que lo normal no es ser un chorizo sino una persona decente.

¿Cómo recuerda su infancia?

Vivíamos al final de la calle Sagunto y jugábamos al fútbol en la calle. Cuando iba a pasar un coche, parábamos el partido. Nada que ver con ahora. Lo veo con mis nietos. Ahora, para ir a la esquina, tienen que llevarlos de la mano.

¿Qué significa para usted navegar y ser patrón de su barco?

Me siento muy a gusto. Te das cuenta de lo pequeño que eres. Cuando vas de Dénia a Ibiza y a mitad de trayecto piensas en que tienes por debajo mil metros de agua... Si me pasa algo... Ahí no soy nada en esta inmensidad.

¿Dónde nace su interés por Leonardo?

Me gustan mucho los libros de biografías y Leonardo era uno de mis preferidos, como Napoleón. Leonardo es el ejemplo del renacentista. Lo sabía hacer todo. También es verdad que muchas cosas, como era un genio, las dejaba a medio hacer.

Un amigo me comentaba lo sorprendente de que, en un tiempo con tan pocos lectores y gente ilustrada, como el siglo de Oro en el imperio español, se diera una concentración de talento tan asombrosa como Cervantes, Lope, Quevedo, Góngora? Es algo parecido al Renacimiento. ¿Por qué?

Porque eran ricos. En aquella época, Florencia era muy rica. Venecia era el centro del comercio entre Asia y Europa. Cuando hay mucho dinero, hay muchos mecenas. Eso estimula el nacimiento de los genios.

¿Vivimos un tiempo mediocre a pesar de la prosperidad?

Hombre, vivimos en el mejor tiempo que ha tenido nunca la humanidad. No se puede juzgar una época por lo que hicieron cuatro personas. La historia tiene dos formas de mirarse. Una es a través de los grandes hombres, de Viriato, Napoleón, Felipe II, pero no hay que perder de vista cómo vivía la gente que estaba en aquella época. ¿Qué pensaban las madres francesas sobre Napoleón? Probablemente, que era un hijo de la gran puta porque reclutaba a la fuerza a sus hijos y a algunos los mataban a su mayor gloria.

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