Ala ingeniera valenciana Margarita Albors (València, 1981) le cambió la vida un máster en la universidad de Harvard (Boston). Albors descubrió junto a la opulencia de la universidad la miseria de las personas que dormían a la intemperie en el campus. Esa visión la transformó y le llevó a dedicar su vida al emprendimiento de impacto: el apoyo a proyectos que cambian la sociedad con el objetivo de que las oportunidades lleguen a todos. De vuelta a València impulsó en 2010 la Fundación Social Nest, germen de la incubadora de proyectos de impacto The Nest (el nido). Las empresas emergentes vinculadas a la fundación captaron el año pasado 1,75 millones de euros. Las startups de impacto combinan los intereses de las empresas tradicionales (obtener beneficios) con los de las ONG (resolver problemas sociales donde no llega la Administración). Hay inversores socialmente responsables (como el fondo estadounidense BlackRock) que buscan ganar dinero, pero que les importan las consecuencias sociales (BlackRock apuesta por proyectos medioambientales).

La emprendedora estudió ingeniería industrial en la Politècnica (donde conoció a su marido, Iker Mercaide) y en 2008 se fue dos años a Boston para realizar un máster de gestión de empresas en la universidad de Harvard. Mientras Mercaide sentaba en Boston las bases de la startup Peer Transfer (que acaba de cerrar una ronda de 110 millones de euros y que ahora se llama Flyware), Albors acudía a las clases. «Tenía 27 años y nunca había visitado Estados Unidos. No me imaginaba los contrastes sociales tan fuertes que hay. Harvard tiene un campus precioso, pero me impactó la pobreza que había a su alrededor. En el exterior de la librería donde iba a comprar los libros para estudiar había gente durmiendo en la calle. Mi cerebro hizo 'click' y me di cuenta de que tenía la responsabilidad de hacer algo. En el máster tenía una asignatura de emprendimiento social. Descubrí que podía ayudar a resolver problemas sociales y vi que en San Francisco había una ONG que ayudaba a las mujeres inmigrantes a emprender con formación y microcréditos. Durante esos dos años estuve dándole vueltas a ver qué podía hacer. Fui consciente de que suponía cerrarme puertas en mi carrera profesional como ingeniera, pero era ahora algo en lo que no podía dejar de pensar», asegura.

A su vuelta a España, Margarita Albors comprobó que tenía sentido impulsar el emprendimiento social desde València. En 2010 no había incubadoras de empresas sociales en España ni emprendedores de impacto. Albors creó ese año la fundación que tiene tres ejes: la aceleración de startups con un trasfondo social, el fomento del emprendimiento de impacto y la divulgación educativa. Albors reconoce que todavía hay desconocimiento de los proyectos de impacto social, pero recuerda que son una herramienta fundamental de los retos lanzados por la ONU para cumplir los diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Son programas que no se pueden cubrir solo con capital público y filantrópico ya que es necesario el apoyo de las empresas privadas que buscan un retorno de su dinero pero que invierten con criterios medioambientales o sociales . «Un ejemplo es BlackRock. Es un fondo que solo invierte en empresas que tienen proyectos socialmente responsables como, por ejemplo, la lucha contra el cambio climático». Una de las startups apoyadas por The Nest es Medita, una alternativa al agua embotellada para reducir el consumo de plásticos.

Margarita Albors explica que en la última década han ayudado desde la Fundación Social Nest a más de un centenar de emprendedores de impacto. Un ejemplo es la startup Green Urban Data (que ha pasado por Lanzadera, la aceleradora de Juan Roig). Green Urban Data es una innovadora plataforma de análisis de datos medioambientales que ayuda a las ciudades en su adaptación al cambio climático. La información de Green Urban Data basada en el big data facilita la toma de decisiones orientadas al desarrollo de estrategias ambientales y de mejora de la calidad de vida de los ciudadanos. En las instalaciones de The Nest (que se encuentran en el paseo de las Facultades frente al campus de Tarongers) está trabajando la startup Rithmi. «Han desarrollado un dispositivo que detecta las arritmias que provocan un ictus. Es una pulsera que te avisa antes de que se produzca el ictus», afirma Albors. Por la incubadora The Nest pasó Q'omer, una empresa valenciana que facilita el acceso a materias primas y productos naturales para la producción y comercialización de alimentos, bebidas y productos cosméticos que inciden positivamente sobre la salud y mejoran la calidad de vida y el bienestar de la población. A diferencia de otras aceleradoras como Lanzadera, la fundación no invierte directamente ni presta financiación a las empresas emergentes, pero sí las conecta con inversores que lo hacen. Las startups vinculadas a la incubadora social han captado unos seis millones de euros desde 2010 y han generado 330 puestos de trabajo. La fundación cuenta con el apoyo de personas individuales y de organizaciones como el Ayuntamiento de València, la Generalitat Valenciana, Caixa Popular o la Fundación La Caixa.

En el área de educación, la Fundación Social Nest y la embajada de Estados Unidos en España han puesto en marcha el programa Jump Startup, cuyo objetivo es formar a startups de la Comunitat Valenciana con potencial de crecimiento internacional y conectarlas con el ecosistema emprendedor de Estados Unidos. Jump Startup se celebrará en Valencia entre el 10 y 13 de marzo de 2020. Social Nest seleccionará a los emprendedores participantes y los pondrá en contacto con aceleradoras norteamericanas que participarán como ponentes en este programa. Albors apunta que una de las empresas valencianas será seleccionada para participar en el Congreso SelectUSA Summit que tendrá lugar del 1 al 3 de junio de 2020 en Washington DC. El viaje estará patrocinado por la embajada de EE UU.