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La retirada de un gran patrón del puerto

La retirada de un gran patrón del puerto

Siglo y medio de historia avalan la trayectoria de la saga empresarial de los Romeu. Francisco Romeu Alfonso (Barcelona, 1949) siempre tiene abierta la puerta de su despacho. No hay secretos, conversaciones o visitas que ocultar a sus empleados, proveedores, clientes o visitantes. Desde el séptimo piso de la portuaria avenida JJ Dómine de la capital del Túria el veterano empresario divisa el edificio del Reloj, las grúas de carga y descarga de contenedores y los inmuebles próximos a la dársena interior del recinto del Grao. A través de la ventana contempló las carreras de los bólidos de la Fórmula 1. «¡Qué tiempos aquellos! «, recuerda. Pero eso fue una anécdota para este inquieto empresario que adorna su lugar de trabajo con óleos de buques mercantes. «Está cayendo la carga del Puerto de València en este arranque del año por la desaceleración del comercio mundial? Y en marzo, tras el parón en China por el Año Nuevo y el coronavirus, veremos el impacto real», advierte el presidente de Tiba, transitaria con siete oficinas en el gigante asiático.

En un lugar destacado de su cuartel general de trabajo figura el diploma de Licenciado en Derecho por la Universidad de Barcelona (1974) así como otro título que aprecia mucho: el de accionista del RCD Espanyol, el equipo de fútbol de su vida. Grupo Romeu facturó 466 millones de euros en 2019 y su plantilla ya supera los 2.000 trabajadores. Este conglomerado de los negocios marítimos arrancó su actividad a través de las consignaciones de buques. Desde sus orígenes, que se remontan a 1869 en Tarragona, el grupo ha ido diversificando sus actividades y ampliando su cobertura geográfica hasta convertirse en uno de los buques insignias de logística de mercancías de todo el mundo. Su filial transitara facturó 288 millones de euros, con un beneficio de 3 millones, según el cierre del ejercicio de 2019. La mercantil cuenta con un millar de empleados. Además de este negocio, a través de diversas sociedades, Grupo Romeu posee firmas consignatarias y representa a grandes armadores como Evergreen en España, Portugal, México y Túnez, así como empresas de transporte de mercancías, aduanas y de inversiones financieras. El nombre de Tiba lo debe a un técnico de Telefónica. Como la sociedad aún no existía se pidió la línea a nombre de una sociedad del Grupo Romeu que se llamaba Cargas y Estibas S.A. «Nos dieron la línea del télex y alguien en Telefónica decidió que el código equivalente el número de celular de hoy en día, con un gran parecido al nombre societario fuera Tiba, por la terminación de estibas», comenta

Al remontarse a los primeros tiempos, en la calle Barraca en València y gracias al apoyo de varios accionistas, Francisco Romeu recuerda que llegó a València, desde Barcelona con 24 años y mucha ilusión. «No conocía a nadie excepto a mi hermano José María», aclara. El gran salto adelante de Tiba se produjo con la apertura en México, donde está presente desde hace más de dos décadas. Y ha crecido, sobre todo, en Centroamérica, Sudamérica y China. Actualmente tiene relaciones comerciales en una veintena de países. ¿Cómo ve el futuro? Francisco Romeu es optimista por naturaleza. Como deportista (juega al pádel y esquía), rezuma vitalidad en sus conversaciones? Pero está preocupado, cómo no, por el coronavirus.

Trae 1.200 contenedores de China cada semana

Y es que Tiba mueve 1.200 contenedores por semana desde China para todo el mundo (la mitad son para España). Esa carga, desde hace semanas, se desploma. Las mercancías que exporta al gigante asiático y que Tiba, además de España, coloca en muchos mercados latinoamericanos, se ha reducido a la mitad. Tardarán más en llegar las manufacturas: muebles, textiles, calzados, juguetes, ropa? «No tenemos una bola de cristal para saber qué pasará en el futuro», advierte tras asegurar que China exporta el mismo producto que importa. «Vende la camiseta de 0,50 céntimos de euros e importa la de Gucci y Prada de verdad. Tiene un mercado de alto poder adquisitivo. Lo que sale y lo que entra es lo mismo pero de diferente precio», apunta. También advierte de que los fletes con China están bajos aunque luego subirán mucho y habrá carga en tierra porque incrementará la demanda tras los paros en las fábricas del gigante asiático. Sus siete oficinas en China están todas operativas aunque la de Tianjin tiene a su personal trabajando desde sus casas.

Tiba quiere sumar y seguir a pesar de la desaceleración económica que se avecina. Más allá de China, problema que ahora acapara todos los focos en la gestión de los negocios, continúa adelante con su proceso de expansión. «En el ámbito de la logística vamos con un cierto retraso en el proceso que han seguido los armadores. Hace poco años había cuarenta grandes navieras en todo el mundo y ahora hay una decena. Ha habido mucha concentración a través de integraciones y fusiones. Sea como fuere, nuestra firma está en posición de salida, para comprar. Prevemos un crecimiento orgánico; es decir con la apertura de nuevas delegaciones, como a través de adquisiciones. Latinoamérica es un mercado preferente», reconoce.

La ampliación del Puerto, preocupa

¿Cómo será Tiba en el futuro? Una empresa digital que presta servicios logísticos: así la define. Tras quedarse con el negocio de la multinacional Bolloré la firma con sede social en València asegura que entra de lleno en las nuevas tecnologías y apuesta por la digitalización. «Hemos sido una gran empresa logística con servicios digitales y seremos una empresa digital que prestará servicios logísticos. Hemos invertido el orden de los factores. O sea, que primero digitales y luego a la logística», explica el presidente de Tiba que ya ha cedido el puesto de consejero delegado en manos de su hijo Javier. Reconoce que a la compañía le preocupa la ampliación del Puerto de València.

«Tardar mucho tiempo en construir infraestructuras genera graves problemas a las empresas», lamenta. En su opinión, «los políticos no pueden saber de todo. Hay que dejar a los expertos, técnicos, ingenieros, economistas... La inversión de la multinacional MSC está garantizada. Es el principal cliente del puerto y va a seguir reinvirtiendo», destaca. Por otro lado, pide el acceso norte para camiones y trenes de mercancías. «No se puede ir de Porcelanosa al Puerto de València dando tantas vueltas y gastando gasóleo. El tren también ayudará pero el camión es necesario. En el futuro serán menos contaminantes», puntualiza.

Y echa una mirada hacia el pasado. Con nostalgia, mira de reojo, desde su despacho, el histórico inmueble, modernista, de los Docks, ubicado en la marina real Juan Carlos y que tantos años gestionó y ocupó Grupo Romeu. Hace poco lo ha cedido al Cap i casal que gobierna Joan Ribó. «Como no haga nada la corporación local, dice, que quiere instalar algo cultural y social, se le va a llenar de 'okupas'», lamenta.

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