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Unos mercados ajenos a la realidad

La desconexión entre la economía real, que sufre por la pandemia, y las bolsas alcistas es innegable. ¿Qué hay detrás de esta sensación? Los analistas apuntan al papel de los bancos centrales, que tranquilizan a los inversores

Un operario vierte oro en un molde para elaborar lingotes, una de las materias primas refugio de los inversores. Andrey Rudakov/Bloomberg

¿Qué les pasa a los mercados? El mundo está viviendo la mayor crisis sanitaria y económica desde la Segunda Guerra Mundial y las bolsas viven ajenas a esa realidad. Tras el correctivo inicial, los parqués han vuelto -con sustos de rigor entremedias- a los cierres en verde. La bolsa de Nueva York, la misma que alumbró con su crash de octubre de 1929 la Gran Depresión de los años treinta del siglo pasado, acaba de registrar su mejor trimestre en los últimos 22 años. El Ibex 35 español cerró el 16 de marzo, la primera jornada tras la declaración del estado de alarma, en los 6.107 puntos. Desde entonces ha recuperado un 23,7 %, dado que el 6 de julio terminó la sesión en los 7.556. Aún está lejos de los 10.083 del 19 de febrero -el descenso es del 25,1 %- pero es un avance importante, sobre todo si tenemos en cuenta que España es uno de los países más afectados por la pandemia. ¿Y el oro? Pues lo mismo. El 6 de julio cotizaba a 1.774 dólares la onza, frente a los 1.451 del 16 de marzo. Es decir, una revalorización del 22 %.

De nuevo, ¿qué les pasa a los mercados? El director de Renta 4 Banco en València, Juan Espinós, asegura a este diario que varios factores confluyen para explicar el comportamiento de los inversores, sobre todo los que más arriesgan, es decir, los que destinan su dinero a la renta variable. Por una parte, apunta las buenas expectativas de algunos sectores, que están impulsando sobre todo a la bolsa neoyorkina. Son las grandes corporaciones que trabajan en los sectores ganadores de esta pandemia. Por ejemplo, las farmacéuticas, pero también firmas de la distribución online como Amazon, empresas de las redes sociales como Facebook o incluso del entretenimiento como Netflix. Su influjo ha sido enorme, pareja a su capacidad de atracción para los inversores y ha compensado la deriva bajista de las empresas perdedoras, como las aerolíneas. En este sentido, Espinós recuerda cómo las mercantiles relacionadas con la salud han experimentado importantes auges en la Bolsa a raíz de noticias que anunciaban la llegada de vacunas o tratamientos contra la covid 19.

Otro factor fundamental ha sido la actuación de los bancos centrales y de los Gobiernos de los países desarrollados. Las políticas monetarias de los primeros, inundando los mercados de liquidez, y la rápida intervención de los segundos, han enviado a los inversores una clara señal de que, dentro de lo que cabe, la situación está bajo control. De ahí, como afirma el director de Renta 4 Banco en València, que estemos asistiendo a un escenario en que la economía real va por un lado, ciertamente muy negativo, y la financiera va por otro, tirando al optimismo. Espinós cree que «esa sensación de desconexión» deriva sobre todo a la actuación de los gobiernos y los bancos centrales: «Los inversores han percibido una cierta seguridad ante la enorme cantidad de dinero que han anunciado» esas instancias oficiales, singularmente la extrema liquidez que han inyectado los bancos centrales y que también ha contribuido a la expansión de la inversión financiera.

Además del avance de la desescalada y a pesar de que pende sobre todos la espada de Damocles de un rebrote general que dé al traste con todo, Espinós asegura que los inversores también observan ciertos datos macroeconómicos «mejores de los previstos y prevén que este tercer trimestre del año no será tan negativo como el segundo».

El oro, por su parte, siempre ha sido un valor refugio y una inversión alternativa más segura, especialmente en estos tiempos de total incertidumbre derivada de la pandemia del coronavirus. Espinós añade otro factor: «Cuando la masa monetaria crece tanto, como está sucediendo ahora, se va a generar inflación, según dice la teoría económica clásica, y con el oro no se pierde poder adquisitivo ante movimientos inflacionarios, a diferencia de lo que sucede con el dinero».

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