Bajo la percepción de modelo económico «menos malo», el sistema actual origina situaciones límite de carácter social, económico y medioambiental. La humanidad consume 1,6 veces por encima de la capacidad de regeneración de la Tierra y nuestra deuda ecológica en 2050 podría ascender a 3 planetas.

La «Economía de impacto» alude a nuevos esquemas económicos que creen valor conciliando los intereses sociales, medioambientales y financieros, con visión de largo plazo (economía del bien común, economía regenerativa, economía del propósito, economía del bienestar?). Las empresas tienen «una razón de ser», persiguen objetivos que benefician el interés general y consideran todos sus grupos de interés (no solo accionistas o inversores). Manejan también indicadores sociales y medioambientales, en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Responsabilidad Social.

Son conocidos el Índice de Felicidad Nacional Bruta de Bután (contempla el bienestar psicológico, el uso del tiempo, la vitalidad comunitaria, o la diversidad y resiliencia cultural y ecológica) y la iniciativa WEGo (Wellbeing Economy Governments, integrada por Escocia, Nueva Zelanda, Islandia y Gales), con presupuestos e indicadores dirigidos a la pobreza infantil, la salud mental, la desigualdad, el cambio climático y la calidad de vida de sus residentes.

También la UE ha presentado el Pacto Verde Europeo (European Green Deal) para migrar hacia una economía limpia y circular, potenciando el uso eficiente de recursos, recuperando la biodiversidad y reduciendo la contaminación. Algunos gobiernos favorecen a las compañías comprometidas hacia la sociedad y/o el medio ambiente mediante leyes (ley PACTE en Francia) o formas jurídicas (Società Benefit en Italia) inspiradas en el benefit corporation (EE.UU.). Reino Unido, Países Bajos y Portugal han implantado Bonos de Impacto Social primando inversiones en actuaciones innovadoras dirigidas al desempleo, la reinserción comunitaria, el riesgo de exclusión o la drogodependencia.

En España, AgroSingularity procesa subproductos frescos (no valorizados) del sector agrícola para la industria alimentaria, farmacéutica y cosmética, contribuyendo a la sostenibilidad. Nostoc Biotech genera soluciones naturales de fertilización y protección de cultivos basados en microorganismos vivos, de forma ecológica y sostenible. Bluemont comercializa generadores de agua potable mediante condensación del vapor de agua en el aire y posterior filtrado y mineralización, llevando agua de forma ecológica y a bajo coste a lugares necesitados. Twin?c elabora moda infantil dermosaludable (sin tóxicos), con tejidos orgánicos, biodegradables y reciclables, al tiempo que fomenta el empleo local en condiciones laborales dignas. Holaluz comercializa energía renovable 100% y promueve el autoconsumo mediante instalaciones solares fotovoltaicas con descuentos por los excedentes de energía.

El éxito de estas iniciativas depende, no solo de un marco de normas e incentivos favorables, sino de nuestra complicidad como seres humanos informados, conscientes y responsables de nuestro bienestar, nuestra huella ecológica y nuestra propia existencia.