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Material sensible

Matar al mensajero

Existe la costumbre, que no sé de dónde y cuándo procede, de si las buenas nuevas no son tan nuevas y vienen mal dadas, matar? metafóricamente„ al mensajero. Aunque sospecho que en su origen el verbo sería literal. En todo caso el mensajero paga el pato

En este caso el mensajero era Pablo Ramírez en nuestra última conversación telefónica, según la cual y según Pablo: «cuando comenzaste a copiar a Hamilton?» A ver. Copiar en arte (otros dicen robar) no está mal visto: «Los artistas copian, los mediocres hacen homenajes» (Tarantino dixit), lo que ocurre es que éste no es el caso y que me molesta enormemente la inexactitud.

Cáspita. No sabía que hubiera copiado a Hamilton. Bueno, sí. De jovencito copié meticulosamente al óleo una foto de Hamilton. Pero no de Richard Hamilton, sino de David Hamilton, el cursi fotógrafo con flow de mujeres desnudas o semi, que tan de moda estuvieron en la época. De Richard Hamilton pintor solo conocía hasta hace poco su famoso collage del forzudo con el Chupa-chups. Nada más.

Suponiendo que Ramírez tuviera razón no me mosqueé con él sino con Hamilton por hacer algo que yo vendría a hacer después. Cosas del azar, resultó que al poco tiempo se abriría en Madrid una gran exposición de dicho artista y no pudiendo ir le encargaría a Rafa Marí, viajero compulsivo, el catálogo, que encima me regaló. Gracias. Un tocho así.

Solo vi en el catálogo, que parecía exhaustivo, dos cosas que tuvieran algo que ver conmigo: un electrodoméstico marca BRAUN, que Hamilton rebautizaba BROWN y el cenicero de RICARD, donde en un alarde el artista inglés ponía RICHARD.

Pues a mí me parece más inteligente (y esto no es un juego de palabras, aunque también) en vez de BRAUN y BROWN escribir BRAIN, no es por nada. Y también más poético hacer con el vermú MARTINI el anagrama MAR I NIT, que llamar RICHARD al conocido pastis francés.

Para ser exactos si que copiaría el Apolinère Enameled de Duchamp, el inventor de casi todo, al igual que también lo haría el mismo Hamilton. Esa es la madre del cordero. Pero sobre todo, y no siento en absoluto si les desilusiono, la mayor parte de mis influencias en ese sentido vienen de las fallas. Como la que plantó en mi infancia Salvador Soria Soler, socio de mi padre, en la placeta de Alzira. Un montón de paquetes de tabaco con las marcas cambiadas.

Con los años comenzaría a jugar y transformar las marcas comerciales sin conocer esas dos obras de Hamilton (solo el forzudo). Lo que es, es.

Me parece que hay veces en que sí habría que matar al mensajero.

_________________www.joanverdu.es

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