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Protagonista | Martín Garzo/ Pablo Auladell

A vuelo de unicornio

Martín Garzo escribe de lo que nadie ha contado igual que quien es capaz de ver lo invisible

A vuelo de unicornio

Quienes paseen por el museo de Cluny (Paris) podrán admirar una de las series de tapices flamencos más significativas del arte medieval, La dama y el unicornio. De los 6 tapices, 5 se centran en los sentidos. En el sexto, más críptico, se puede leer À mon seul désir. Esta frase, a mi único deseo, será la punta de la acción para el viaje onírico de La puerta de los pájaros, la que vertebre la entrada al plano de la magia y la transmutación, porque si hay algo que caracteriza la novela de Gustavo Martín Garzo es la versatilidad para la metamorfosis que presentan tanto animales como humanos. Los límites entre unos y otros se vuelven difusos, como también los umbrales entre el bien y el mal, la ciudad y la naturaleza, el sueño y la vigila, incluso entre la vida y la muerte, «nada es definitivo» nos dice el narrador. Así, la animalización del hombre y la hominización de las bestias se presentan como condición necesaria para encontrar y entender el deseo. Las pulsiones que subyacen a los personajes son ejemplificadas y bellamente ilustradas por medio de los dibujos de Pablo Auladell que acompañan la edición, casi a modo de esos bestiarios fantásticos del Medioevo. Con ellas se abren nuevas perspectivas para la imaginación. Auladell también acaba de ilustrar El Paraíso perdido (Sexto Piso), el célebre poéma épico de John Milton.

La historia de Martín Garzo se nutre de varios referentes. Desde la literatura medieval sobre el amor cortés a la leyenda de Melusina, el hada castigada con una cola de serpiente y que sólo podría ser redimida por un amor capaz de renunciar al secreto de su mutación. También se relatan las aventuras de Merlín, el célebre mago del ciclo artúrico, en el conjuro textual entran los cuentos de Charles Perrault (s.XVII) y de los hermanos Grimm (s.XIX). Asimismo se incluyen leyendas del romanticismo alemán como Ondina (F. de la Motte Fouqué), resuenan clásicos de principios de siglo XX como Peter Pan (Barrie, 1904), y se insinúa una de las grandes obras surgida a la vera del boom latinoamericano y el realismo mágico, El unicornio (Mujica Láinez, 1965). Pero la intertextualidad que enriquece y desborda el relato es actualizada a partir de un saber sobre las pasiones humanas atravesado por el siglo XXI. Aunque el cronotopo traído a escena se sostiene entre lo fantástico y lo irreal, con ello también logra llamar la atención sobre las condiciones en que la sociedad actual se enfrenta a su propia categoría de realidad.

De hecho La puerta de los pájaros (2014) anticipa una inquietud que persiste en el autor, y que tiene que ver con «lo invisible del mundo», que no por ser intangible pierde su estatuto existencial. Una constante unida a esta preocupación es la de los muertos que regresan, ya sean por la sanación mágica de las heridas, o por su potencial fantasmagórico. Esto se manifestará con fuerza y ya sin metáforas en la última novela, Donde no estás (Destino, 2015). En ella la ausencia del otro, su desaparición, se propaga como una incisión en el mundo cotidiano, a través de la cual se pueden franquear personajes de otros tiempos y otras memorias. Sombras que traen consigo el relato de la historia, en el caso de Donde no estás la narración evocará la guerra civil española. Las dos obras de Martín Garzo, publicadas con meses de diferencia, son una invitación a vislumbrar el silencio que habita del otro lado, porque allí los pájaros y los unicornios no conocen la palabra jaula y se conservan ágiles frente al olvido.

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