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Regalo de Reyes

Hoy, cuando tengan en sus manos o en su pantalla este ejemplar de Levante-EMV, acabarán -¡al fin!- las entrañables fiestas navideñas. La prensa ha cambiado mucho, pero de la misma manera que el 28-XII era tradicional intentar gastarles una inocentada a los lectores, el 31-XII se resumían las noticias del año que moría y el 6-I se acostumbraba a hacer un regalo de Reyes en forma de buenos deseos para el año que acababa de nacer. Eran tópicos que hoy horrorizarían a cualquier estudiante de Periodismo. Es evidente que casi todas las noticias pasadas, presentes y futuras parecen ya inocentadas, conque como para permitirnos hacer reflexiones empalagosas sobre ellas. Pero aún así, en este año que empieza me voy a atrever con un supertopicazo que fusiona los tres ritos anteriores: la importancia de la educación.

¿La noticia más importante del año pasado?: Donald Trump, el procès, la caída de Raqa€ Frío, frío. Miren, del 14 al 16 de noviembre tuvo lugar en Doha, la capital de Qatar, la WISE Summit, que es la cumbre mundial de la educación en la que participaron más de dos mil especialistas de un centenar de países. Oiga, pero Qatar, ¿no eran los del mundial de fútbol, esos que figuran en la camiseta del Barça? Pues sí, también, pero no solo. Les pongo en antecedentes. Resulta que Qatar es un país minúsculo edificado sobre un lago de petróleo€ al que le quedan reservas para tres o cuatro décadas. ¿Se imaginan? Van a pasar de ricos a pobres en una generación. ¿Y saben lo que se les ha ocurrido? No, no han adoptado la solución española, que sería la de gastárselo todo en comer y beber a lo grande y luego «que nos quiten lo bailao». Tampoco han optado por la solución wagneriana, que montaría una preciosa Götterdämmerung dinamitando los edificios futuristas y quemando los pozos petrolíferos en una explosión gigantesca. Estos de Qatar son gente nada golfa y poco teatral. Van a gastarse el dineral que ahora les sobra, y que pronto les va a faltar, en educación. Así como suena. Y lo han argumentado de la siguiente manera: la promotora de la iniciativa, que es la jequesa Sheika Musa ibn Nasser, sostiene que lo que hay que hacer es cambiar la diana de las inversiones, en vez de invertir en productos perecederos, han decidido invertir en energías sostenibles, que identifican con altos niveles educativos para sus ciudadanos.

¿Qué les parece? Ciencia ficción, evidentemente. Para empezar, aquí no nos imaginamos lo que puede ser la «ciudad de la Educación» qatarí, un campus de catorce hectáreas dedicado a la innovación educativa y en el que las universidades más importantes del mundo (ninguna española, faltaría más) tienen sedes y laboratorios, aunque nos sobren las ciudades de las artes, de la justicia, del motor, de la moda, de la luz, de la magia, de cualquier fruslería que suene bien. Tampoco entenderíamos que el objetivo de esta inversión educativa fuese «que los jóvenes sepan manejarse en el mundo de la postverdad», como postulaban en Doha: pero, hombre, ¡si todo el rollo político y social en el que andamos metidos consiste precisamente en apostar por las emociones en detrimento de los hechos! Y para acabarla de arreglar, resulta que en el Wise Summit han decidido promover la inteligencia artificial con el propósito de personalizar la educación. Anatema, aquí no queremos personas, necesitamos borregos para que se vistan de mamarracho y nutran las manifestaciones masivas que últimamente parecen nuestra contribución a la cultura universal.

En fin, que lo de Doha no va con nosotros, España, la de los que se sienten agresivamente españoles y la de los que dicen agresivamente que no lo son, pertenece a otro mundo, al mundo del siglo xix. Un mundo de gente guapa que cuelga muñecos de papel en la espalda de los demás, que ha convertido todos los fines de semana en Nochevieja y que hace trampas para quedarse con la sorpresa del roscón de Reyes. O sea que no eran tópicos: es lo de toda la vida.

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