Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La vida como paseo

La vida como paseo

El día de las librerías es tradicional en Benicàssim celebrarlo por la única librería de la población, Noviembre, con una charla y encuentro con una/o de sus escritores favoritos. María Belmonte, que se diera a conocer con Peregrinos de la belleza. Viajeros por Italia y Grecia, fue la autora que este año, hace algunas semanas, nos ilustró con la cuitas de sus libros y sus pasos como escritora. La autora, que nació en Bilbao, vive en la actualidad en una pequeña localidad de entre 6 u 8 habitantes cercana a Barcelona, y le encanta encontrarse con sus lectores y compartir todo aquello que ha intentado transmitir en sus libros.

Salta a la vista oyéndola hablar que María Belmonte es una auténtica ilustrada, una mujer que se documenta, lectora, apasionada por el mundo grecolatino, el Mediterráneo y su historia, y también, una gran amante de la naturaleza. Una persona curiosa, ella misma lo dice, que investiga y profundiza en todo aquello que despierte su interés. De la lectura de su primer libro, se deduce ya que los viajeros de los que habla: L. Durrell, Patrick L. Fermor, Norman Lewis o D.H. Lawrence, entre otros, han sido fuente de inspiración y guías de sus viajes por Grecia e Italia, de los que se ha empapado y con los que llena e ilustra gran parte de su libro, como ella misma indica: «son ellos los que han agudizado mi mirada, ensanchado mi percepción y guiado mis pasos por el Mediterráneo». Cuenta María que la pasión que sentía por los personajes cuando se dedicaba a uno de ellos hacía que «me enamorara». Por eso no es de extrañar que su mirada atenta no sólo nos muestre innumerables detalles biográficos de los viajeros que nos presenta, sino que además nos transmite las sensaciones con las que vivieron su experiencia, la influencia de la luz, el aire y la geografía mediterránea y de cómo la hicieron patente es sus escritos. No hay duda de que la aguda mirada de María Belmonte es fiel reflejo de sus vivencias y de las lecturas de las que se ha imbuido. Ella, al igual que sus mentores, vive los espacios, no pasa simplemente por lugares, se mueve en su pasado, entre quienes los habitaron o dejaron testimonio a su paso por ellos. La manera en la que lo hace es literalmente con los pies en la tierra, pateando y sintiendo aquello que le rodea. Su actitud andariega, caminar, ha dado como resultado un segundo libro, en este caso mucho más personal, Los senderos del mar. Un viaje a pie, en el que hace un recorrido por la costa vasca.

Si en su primer texto retomaba lecturas y autores que vivieron en lugares totalmente afines para ella, en este segundo libro recupera un espacio sentimental muy vinculado a su infancia y adolescencia. La perspectiva que nos ofrece del camino que recorre en sucesivas etapas totalmente a pie, desde Bayona hasta llegar a Vizcaya, es un viaje inusitado, casi, casi un paseo enciclopédico. En este texto, Belmonte nos instruye de botánica, geología, biología, geografía, antropología, historia, literatura y de mil curiosidades relacionadas siempre con los paisajes que recorre, y lo hace de forma entretenida, de tal manera que avanzamos entre sus páginas de forma ligera. Sin darnos cuenta terminamos el recorrido con la sensación de que no sólo hemos descubierto un paisaje, sino que hemos aprendido a desentrañar todo aquello que lo configura, desde su aspecto orográfico hasta su historia. Nos amplía la mirada de la belleza, ella también, como sus peregrinos, para quedarnos con algo más que lo que vemos, haciéndonos conscientes de todo lo que implica un paisaje.

Los senderos del mar. Un viaje a pie, es un recorrido emocional por espacios que dejaron huella en la autora, pero sobre todo es un magnífico paseo por una costa preciosa que nos ofrece una visión muy distinta del País Vasco. María Belmonte nos envuelve en los olores, el aire y las sensaciones que ella descubre o recuerda a cada paso, y acaba su libro haciendo toda una apología sobre el caminar: «€me gusta caminar porque a fuerza de recorrer senderos, casi cualquier sendero, se desarrolla una capacidad de transformar el mundo en un espacio nuevo, sorprendente y maravilloso. Porque al andar por los viejos caminos te alejas de las carreteras asfaltadas por las que se circula a toda velocidad; te alejas de los centros de supuesta producción de riqueza en los que quizá no se acrecienta más que la miseria. Porque con tu tranquilo deambular, con una mochila por todo equipaje, te alejas de los lugares en los que prima el rendimiento, la eficacia y la codicia y te dedicas al puro placer de existir. Porque aprendes a valorar de verdad el sabor del pan y el frescor del agua.».

Durante su charla la autora verbaliza con claridad sus sensaciones más profundas acerca de la escritura: «escribir un libro es empezar un viaje que nunca acaba», dice, y subraya que precisamente el viaje a pie es toda una enseñanza: «Viajar a pie es una escuela de sobriedad para celebrar la vida, nos ayuda a comprender el funcionamiento del planeta, es toda una celebración de estar vivo, de estar aquí». Escuchándola parece que estuviéramos ante un maestro zen, y lo que más sorprende cuando la conoces es que la autora bilbaína escribe como habla; charlar con ella es como la continuación de una página más de sus libros, minuciosa en lo que cuenta, muy documentada, explica con detalle y de forma sencilla todo aquello que ha despertado su curiosidad; toda una divulgadora. Las citas de autores al comienzo de cada capítulo, las lecturas recomendadas al final de sus libros y las innumerables menciones a autores y textos son viva muestra de su afán por compartir su pasión por el mundo antiguo, el viaje y caminar.

Prepara ya su tercer libro, ella que ha ocupado la mayor parte de su vida profesional a la traducción técnica y literaria, y que empezó a escribir a raíz de la crisis porque no tenía encargos, ha cogido velocidad de crucero y no sabemos de qué tratará su tercer trabajo como autora. No quiere revelarlo, pero no tenemos duda de que su lectura será tan gratificante como los anteriores, porque María Belmonte pone el alma en todo aquello que resulta de su interés, le atrae la ciencia y los científicos, se muestra entusiasmada cuando habla de la figura de Aristóteles, del que admira, sobre todo, su faceta científica. María Belmonte busca, investiga hasta conocer todo lo que quiere de su objetivo y es magnífico que todo ello sepa trasladarlo a sus libros, en los que hay investigación exhaustiva y mucho de celebración, de ahí viene el disfrute que produce la lectura de sus trabajos. Con cada tramo de su viaje a través de la escritura, con cada paso de los caminos que recorre, la autora celebra y transmite fielmente a sus lectores su manera de celebrar la vida.

Compartir el artículo

stats