Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El instante atónito

El instante atónito

GOLPES DE TEATRO

En vísperas de Carnaval, la Associació Valenciana d'Escriptores i Escriptors de Teatre (Aveet) se descolgó con una edición de 22 obras teatrales de sus afiliados, y en una crónica aparecida en este mismo diario se daba cuenta tanto del acontecimiento como de la opinión de algunos de sus autores. Se trata, al parecer, de un recopilatorio que «refleja la resistencia del que insiste en poner en valor su trabajo profesional». Dicho en plata: que a la sociedad no le importa ni mucho ni poco tanta dedicación, y que por tanto los resistentes disfrutan de un panorama bastante jodido. En ese sentido, Sònia Alejo, presidenta de la Aveet, se expresa sin tapujos: «La mayoría de la dramaturgia valenciana (?) no está valorada por el mismo proceso de producción», y tras añadir que «su trabajo permanece en la sombra», considera que no ha desaparecido debido «a la necesidad de escribir de los autores», para quejarse a continuación de que «Una menor inversión cultural del Estado sumada a un perfil de ciudadano que cada vez más busca un teatro de diversión (...) no se lo ha puesto nada fácil al mundo de la dramaturgia valenciana». Dicho en plata: las instituciones públicas deben financiarlos, y la gente debe estar más atenta a su maestría. Pero lo mejor viene después: Alejo insiste, y proclama que «El teatro siempre ha sido reflexión de la vida y el ser humano cuando lo demás ha sido ocio». ¿Está segura de ello la señora presidenta? ¿Aunque se trate de teatro para Arturo Fernández? ¿Y sostiene, de paso, que el cine, la literatura, la pintura o la música han sido ajenas a «la reflexión de la vida» para enfangarse en el ocio? Si así piensa la presidenta de Aveet, qué pensarán los delegados?

ARRIMARSE A ARRIMADAS

No me cabe la menor duda de que Inés Arrimadas y Albert Rivera son los personajes políticos más divertidos de la actualidad, por más que a algunos les parezcan más bien siniestros. Y acaso no sea razón lo que les falta. Con las encuestas viento en popa por la brillante actuación de Ciudadanos en la crisis catalana, resulta fácil verse como presidentes de casi todas las cosas, incluso demasiado fácil. Pero algo chirría en el propósito. Al margen de su deshonesto coqueteo con el PP de Mariano Rajoy y los demás en Madrid, existen serias dudas de que, incluso en esta clase de democracia, un partido actúe con decencia ejerciendo el poder con el apoyo de los votantes del PP. ¿No habría manera de dificultar democráticamente esa oscura variante de los matrimonios de hecho? Quiero decir si los militantes más sensatos de Ciudadanos no podrían negarse a aceptar los votos provenientes de los votantes de siempre del PP, si es que creen que ese rastrillo no es de recibo, claro. Más divertidas todavía son las intervenciones públicas de Arrimadas, siempre dispuesta a añadir la coletilla «de verdad» a cada una de sus risueñas afirmaciones. Y eso hasta el punto de que lleva a pensar a quien la escucha si no será mentira lo dicho cuando la oradora se abstiene de concluir con la manida expresión «de verdad» cualquiera de sus tonterías. No es todo lo que puede decirse de esa agrupación ciudadana, fundada por nada menos que el actual presidente electo de Tabarnia, pero no se preocupen que todo llegará. Ahora mismo, Albert Rivera ha manifestado su orgullo y su emoción por una grotesca cancioncilla de Marta Sánchez, tal vez escrita por Albert Boadella, que postula como Himno de España. Oé, oé, y oé.

¿ESTÁ APUNT ÀPUNT?

Lástima que, según todos los indicios, la nueva televisión valenciana no esté a punto para retransmitir en vivo y en directo nuestras queridas Fallas, acontecimiento central de nuestras vidas valencianas. Y digo que es una lástima porque se pierde así una ocasión de oro para comprobar lo que de nuevo tiene esa nueva televisión. Y lo digo ante el temor, fundamentado, de que poca cosa nueva tendrá que ofrecer esa cadena en manos, de manera inquietante, de una mayoría de ex trabajadores de la basura que llegó a ser en sus últimos tiempos su predecesora Canal Nou. Alguien ha metido la pata hasta el fondo en la creación de este canal que debía ser nuevo, y este es el momento en que el ciudadano ignora cómo ha sido posible el disparate.

Al parecer, los diputados de las Cortes Valencianas diseñaron un Consejo Rector del organismo, que rellenaron con lo mejor de cada casa (como Vicente Vergara, por poner solo un ejemplo), y ese Consejo diseñó una especie de baremo para los aspirantes a integrarse en el proyecto, un baremo que dio preferencia a los trabajadores de la antigua casa, de modo que ahora tenemos una nueva televisión repleta de antiguos trabajadores de la antigua, con la que se cubrieron de gloria, si es que todavía la recuerdan. Claro que a lo mejor han cambiado, pero quién sabe si para peor. A lo que hay que añadir que, de momento al menos, quedan ajenos al proyecto centenares de jóvenes profesionales y otros aspirantes a serlo. Los primeros indicios del terrible error ya van siendo públicos. Para empezar, entre los proyectos en marcha o ya aprobados, figuran series de ficción de Rodolf Sirera y Carles Alberola. Los mismos, sí, que a primeros de año montaron el tenderete informativo en el teatro Principal para alabar hasta el delirio uno su Tic y otro su Tac, llegando a proponerse como modelo para el teatro a hacer desde el recién inventado Teatres del Poble Valencià. Y todo ello sin avergonzarse. Ni Sirera ni Alberola tienen nuevo que decir, y hasta se piensa que ya han dicho demasiado. Mal arranca la ¿nueva? televisión valenciana. Incluso en las series que empieza a proponernos. Al tiempo.

ACCIDENTAL CIRCUNSTANCIA

Javier Marías es un excelente novelista, pero también un en ocasiones endeble opinador de actualidad, como ocurre con tantos intelectuales de postín. Pero, ojo, tiene detrás su enorme obra literaria, y no como Fernando Savater, por ejemplo. Sin ir más lejos, la pasada Nochebuena publicó un artículo titulado «Paradoja» en su habitual sección de El País Semanal, donde tras señalar algunos de los males que acechan a las mujeres por el hecho de serlo, subraya que jamás ha tenido en cuenta el sexo de los autores de los productos culturales con los que disfruta. Perfecto. Y de acuerdo también en que nadie debe reivindicar su obra por su sexo. Lo que ya está menos claro es que califique de accidental circunstancia el hecho de ser hombre o mujer sin reparar apenas en las consecuencias milenarias de esa, en origen, circunstancia accidental. Y las consecuencias suelen ser tan infames y malcriadas para las mujeres que acaso convendría aclarar que en ello cuentan mucho más las circunstancias que su estatus accidental, algo que no se puede pasar por alto. Y a estas alturas no cabe la menor duda de que esas circunstancias accidentales acostumbran a sembrar toda clase de obstáculos en el recorrido del camino que muchas mujeres se han propuesto (si es que han logrado proponerse algo) recorrer. Basta con tener presentes las cosas que suceden cada día en todos los ámbitos para persuadirse de que los varones se han habituado a convertir esa accidentalidad de origen en legitimidad de hecho a favor de sus actividades, y eso acompañado por lo común de la mayor sinvergonzonería y su correspondiente impunidad en el ejercicio de actitudes que todavía se consideran normales. En resumen, podría decirse que Javier Marías no quería saber pero ha sabido. Y que, por tanto, no estaría de más dejarse de circunstancias accidentales para centrarse algo más en el omnipresente cenagal de sus consecuencias históricas.

Compartir el artículo

stats