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Viajeros heterodoxos

Viajeros heterodoxos

Juan Barceló cuenta con una dilatada vida profesional en el mundo del libro y las letras; periodista y editor, ha sido también librero e impresor, un hombre de intensa actividad cultural desarrollada en cursos monográficos, conferencias y participación en congresos históricos. Nacido en Madrid, vive desde hace muchos años en Alcossebre, en donde además de haberse implicado activamente como ciudadano, sobre todo en la denuncia de muchos de los abusos urbanísticos practicados en la zona, y en la publicación de un periódico muy peculiar llamado aman, sigue dedicando tiempo a sus estudios y aficiones. Fruto de ello es el libro que ahora comentamos, Primavera de la esperanza, un texto de gran interés, en el que recoge la biografía y aportaciones científicas, cartográficas, políticas y literarias de marinos, políticos y científicos que, en el Siglo de las luces, llevaron a cabo diferentes empresas al servicio de la Corona española.

Primavera de la esperanza es un libro entretenido y revelador por lo que nos muestra de los personajes a los que Juan Barceló dedica estas páginas. Jorge Juan y Antonio de Ulloa, Agustín de Betancourt, Ali Bey, Luis Antoine de Bouganville, el Capitán Cook, Humboldt, Chateaubriand o Alejandro Malaspina. Dichos personajes fueron avanzados para su época, ilustrados y críticos con lo que veían en el Nuevo Mundo, y cuyos informes a algunos de ellos les valieron duras represalias. El recorrido de Juan Barceló por este siglo tan crucial para la vida y el conocimiento es todo un alegato en pro de los valores liberales y humanistas. Además de estos personajes más conocidos, el autor nos descubre algún otro como el fraile Jaime Villanueva de Xàtiva, que llevó a cabo un Viaje literario a las iglesias de España. En veintidós libros, publicados en su día, el fraile recoge numerosa documentación y cartas que envía a su hermano. Los dos frailes, recalcitrantes jansenistas, dice Barceló «defendían en aquellos tiempos nada menos que la independencia del poder civil frente a la propia Iglesia Católica en países como Francia o España?

también tenían la fea costumbre de criticar duramente las prácticas religiosas tradicionales cargadas de fanatismo y superstición. Afirmaban que la primitiva liturgia era ajena a ese tipo de prácticas que no eran más que hueros y costosos añadidos posteriores».

Hay momentos en los que leyendo Primavera de la esperanza y las hazañas de los personajes que describe el autor, nos viene a la memoria, aunque es un libro de distinto cariz, el estupendo texto del escritor austriaco Stefan Zweig, Momentos estelares de la humanidad.

Verdaderamente, algunos de los hechos que nos cuenta Barceló, sobre todo las largas travesías por mar hacia el Nuevo Mundo y los Mares del Sur, fueron empresas de gran importancia que el autor nos ilustra con detalle y visión crítica. Cabe destacar por ejemplo, la corrupción, la dejadez y la extorsión existente en la América Hispana, que observaron Jorge Juan y Antonio de Ulloa, las observaciones de Malaspina en Tahití o las actividades de espionaje de Ali Bey financiadas en parte por Godoy. Resulta magistral el retrato que a través de todos estos singulares personajes Barceló nos ofrece de España en aquella época y como muchos de sus males lejos de haberse superado han llegado hasta nuestros días. En este sentido, Barceló se situaría también en la heterodoxia radical y la búsqueda de un hilo ilustrado al igual que hiciera Juan Goytisolo a través de figuras como la de Blanco White y el Abate Marchena.

Termina el libro con una recopilación de viajeros románticos, franceses e ingleses que aportaron una visión de España llena de tipismo y bastante estereotipada. De alguna manera, tal y como señala el autor, fueron los pioneros del turismo por España, y lamentablemente ofrecieron una visión que tampoco dista mucho de la que hoy en día tienen las ingentes ordas de turistas que llegan hasta nuestro país. Comenta Barceló que aquellos pioneros del turismo «no tenían tiempo para conocer nada en detalle e incluso tampoco tenían ganas. No buscaban el país que visitaban, sino sólo los ocasionales apuntes circunstanciales que enseñar a la vuelta a sus sorprendidos compatriotas y amigos. No tenían necesidad de preguntar, ya habían sentenciado. No salían en realidad de su propio país, sólo contemplaban una desordenada película ya imaginada». Diríamos que el turismo de sol y playa que tanto vende en la actualidad, sobre todo en nuestra Comunidad, no se aleja mucho de aquella visión.

Primavera de la esperanza es una lectura poco común, interesante y entretenida con las que disfrutarán tanto los amantes de la historia, como los de la literatura de viajes o las biografías. Un libro escrito con dinamismo y bien documentado, un trabajo de un estudioso certero y revelador que nos descubre innumerable detalles sobre la Europa ilustrada y convulsa. Un análisis sutil de una época que, sin duda alguna, constituyó un avance importante para la humanidad.

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