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Humor negro en la Ucrania postsoviética

Humor negro en la Ucrania postsoviética

Es casi un milagro que un autor ucraniano tenga éxito en su propio país, cuando casi el 90% de la literatura que se consume es rusa (es así y eso a pesar del enfrentamiento entre los dos países que se mantiene aún en la región del oeste de Ucrania), pero aún más inverosímil que el escritor en cuestión tenga éxito fuera de su país, que esté traducido a unos 37 idiomas y que se le reconozca como un autor de novela policiaca prestigioso. Kurkov es prácticamente de los únicos escritores del espacio postsoviético cuyos libros se encuentran entre los diez mejores bestseller europeos. No podemos valorar la obra de Andrei Kurkov, que pese a haber nacido en San Petersburgo, se considera y se presenta como autor ucraniano, ya que en España sólo se ha traducido una de sus novelas más antiguas, pero también la más emblemática, Muerte con pingüino, escrita hace ahora veinte años. Curiosamente la novela no ha perdido ninguna vigencia, así lo ha considerado la editorial Blackie Books que lo presentó en el encuentro de Barcelona Negra de este año como autor revelación.

Muerte con pingüino es una relato sumamente entretenido, escrito con agilidad y cierto humor negro que nos ofrece un retrato social de la Ucrania postsoviética. Víktor el protagonista es un escritor sin éxito que recibe un extraño encargo de un periódico de Kiev. Se trata de escribir esquelas de personajes importantes de la vida social y política del país que aún están vivos, para ello le mandan unos dossiers con información sobre cada uno de los personajes. Víktor vive solo y tiene como única compañía una pingüino del zoológico de Kiev, al que debido a la crisis económica el zoo no podía seguir manteniendo. Un amigo que desaparece en extrañas circunstancias le deja a cargo de su hija pequeña Sonia para la que tiene que buscar una niñera, Nina, que en poco tiempo pasa a formar parte de la singular familia. Explicado así, parece una comedia del absurdo, pero en realidad nada tiene que ver. Lo más extraño en el relato es la existencia del pingüino, pero está tan bien presentado e insertado en el acontecer de la trama que al lector no se le plantea ningún tipo de «pero» al respecto. Víktor comienza a ponerse nervioso cuando después de un tiempo en el que ni una sola de las esquelas que ha escrito se publicaba porque nadie moría, tras unos mese comienzan finalmente a morir gran parte de los personajes sobre los que escribió las literarias esquelas. Se perfila desde ese momento todo un mundo de corruptelas y mafias que van describiendo el efecto demoledor que sobre la gente corriente produce la caída de un sistema. Todo es gris y como muy bien ha explicado el propio Kurkov en alguna entrevista, tras el comunismo de repente desaparece la colectividad y el individuo por sí solo se encuentra desasistido para enfrentar el día a día. Al desmoronamiento económico le sucede el desmoronamiento moral y eso fue lo que ocurrió en la Ucrania del año 95 que es la que describe el autor.

El relato de Andrei Kurkov se lee de una sentada, escrito con claridad y sencillez y en capítulos muy cortos no es extraño que en la propia Ucrania haya tenido ya una tirada de 250 mil ejemplares, la mayor de cualquier otro escritor contemporáneo ucraniano. La simbólica figura del pingüino nos recuerda algunas de las figuras del Maestro y Margarita de Bulgakov, aunque aquí la del pingüino no representa un diabólico sistema, sino el desencanto y la tristeza que supone la pérdida de una identidad colectiva y la transmutación a ser único e individual para el que el padre Estado ya no provee. Así lo describe Kurkov a lo largo del relato a través de los pensamientos de Víktor el protagonista: Pensó que era una época desquiciada para ser niño, un país desquiciado, una vida desquiciada que ya no tenía ni siquiera ganas de entender, se trataba de sobrevivir y punto€ Cada época tenía su normalidad: Lo que antes era una monstruosidad ahora era moneda corriente y la gente lo aceptaba como normal y seguía viviendo en lugar de angustiarse demasiado. Para ellos, igual que para Víktor, lo esencial era seguir vivos, al precio que fuera.

Andrei Kurkov, hijo de un piloto de pruebas y una doctora empezó a escribir a la temprana edad de siete años, en aquella época dedicaba textos a Lenin, ha tenido trabajos muy variopintos, su conocimiento del japonés, idioma que traducí, le valió un puesto en la KGB, y fue también funcionarios de prisiones en Odesa donde escribió sus obras infantiles. Tras la caída de la Unión Soviética publicó su primera novela gracias a la autoedición y distribución que él mismo organizó. Tiene publicadas unas diecinueve novelas, libros infantiles y hasta veinte documentales televisivos; trabaja también como comentarista de la realidad ucraniana en multitud de medios internacionales y, desde hace años, vive en Kiev.

La realidad ucraniana ha cambiado singularmente, pero Muerte con pingüino sigue teniendo interés porque describe un panorama que ayuda a comprender el presente, y sobre todo, porque nos da a conocer de forma novelada y entretenida cómo fue la desintegración soviética y cómo la vivió la gente de la calle, cómo el caos produjo la corrupción criminal y política que aún hoy sigue latente en gran parte de los países que pertenecieron a la antigua URSS. Lamentablemente, mucho de lo que cuenta Kurkov parece estar aún presente, sobre todo, en Rusia, donde Putin campa a sus anchas manteniendo unas condiciones de vida durísimas a todo aquel que se le opone, manipulando los medios de comunicación a su antojo y permitiendo que sus amigos, grandes magnates y oligarcas, dicten las reglas de una economía que empobrece a la mayoría de su población. Muerte con pingüino es un ejemplo de cómo el sentido del humor, el entretenimiento y la sencillez de una novela negra sin grandes pretensiones nos muestra la realidad de un mundo aparentemente lejano, pero que cada cada vez se hace más presente en esta «aldea global» que todos habitamos.

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