Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Lecturas no obligatorias

Empecemos, en esta ocasión, por el final. Prosas reunidas es uno de los libros más brillantes, inteligentes y amenos que he leído en mucho tiempo. Y sigamos. «Aquel que califique estas Lecturas de folletinescas estará en lo cierto. Quien se empeñe en que son reseñas se llevará un desengaño.» Sin embargo, yo no creo que nadie que lea este libro se lleve un desengaño, sean lo que sean las prosas que lo componen. Porque hay tanta inteligencia en ellas, tanto humor, tanta sutileza, tanta sabiduría, que es difícil no rendirse a su hechizo. Cuando un poeta escribe en prosa suele hacerlo mejor que un prosista que escriba poesía. Por lo demás, la autora apenas habla de poesía en estas prosas, y no piensa, como la mayoría de poetas, que sea un género superior a cualquier otro. La belleza no está en las formas sino en el fondo, no en cómo se dicen las cosas, sino en las cosas que se dicen. No todo el mundo estará de acuerdo con esto, particularmente los profesores de estética. Pero este es otro cantar.

Prosas reunidas reúne esas Lecturas no obligatorias de Wislawa Szymborska, una lectora de excepción, que nos habla de libros y de otros asuntos relacionados con la lectura, a la que ella considera una de las experiencias más genuinas y enriquecedoras que puede tener el hombre en este mundo. Pero, ¿qué es lo que hace a estas lecturas tan refrescantes, tan amenas, tan brillantes, tan divertidas en ocasiones? Un poeta seguramente diría que la poesía que las anima, y no iría desencaminado. Pero algo parecido podría decir un novelista de la poesía de Wislawa Szymborska, que su secreto reside en ser prosa disfrazada de poesía. Y ni uno ni otro, teniendo ambos razón, tienen toda la razón. El secreto, si lo hay, está en la penetrante mirada de Szymborska, que no deja escapar ningún matiz, en su inteligente y sano humor, en su sencillez, en la claridad de sus ideas, en su sinceridad, y, sí también en su bondad y su astucia, cualidades literarias además de humanas que deben de ir siempre juntas, pues «la bondad sin astucia no sirve de nada». Por eso resulta tan reconfortante y grato leerla, por eso sus libros son siempre tan buena compañía.

La mayoría de estas prosas, «por definición breves, concisas [€] Quiero alcanzar la cohesión, la impresión de que se trata de una sola idea», son comentarios y observaciones atinadísimas en las que un lector común no suele reparar sobre algún libro que ha leído la autora. No nos habla del libro en sí, por eso dice que no son reseñas ni lo pretenden, nos habla de algo que le sugiere, le recuerda, le suscita la lectura de ese libro.

Los libros de los que trata Szymborska son efectivamente lecturas no obligatorias para la mayoría de nosotros. Libros que no necesitamos leer para ninguna finalidad concreta, sino única y exclusivamente por pura curiosidad, cualidad que nos depara muchas agradables sorpresas en la vida. Un libro sobre la indumentaria, otro sobre cómo fabricarse un terrario, otro más sobre espíritus, estrellas y hechizos, otro más sobre los lemmings, o sobre la vida en Varsovia durante la Ilustración, o sobre el códice de Hammurabi, o sobre los cómics, o sobre el alfabeto chino, o sobre las enfermedades de los perros, o sobre momias; pero también sobre Ella Fitzgerald, sobre los Diarios de Thomas Man, o sobre los Ensayos de Montaigne. Todo despierta la curiosidad de la autora que confiesa tener debilidad por atesorar saberes inútiles. Y no me irán a decir que algunos de estos temas no les interesan y que sólo leen cosas serias. Estas salta a la vista que lo son, y «vivir en este mundo y no saber nada acerca de la escritura china es un sinsentido». Y quien dice la escritura china dice el Hatha Yoga, la caza del ciervo, o la deriva continental. ¿O no están de acuerdo? Cada prosa, trate de lo que trate, de la horticultura o del amor, de los accidentes domésticos o del arte floral, contiene, además de una buena dosis de humor, compensada siempre con otra equivalente de seriedad, algún comentario incisivo, jocoso, o irónico. Szymborska es una mujer tan lúcida como escéptica. ¿Pero cómo no serlo hoy sin caer en la estupidez de la que nos da aquí también abundantes y deliciosos ejemplos?

La mayoría de los textos están escritos entre los años 60 del siglo pasado y los primeros años del actual. Y lo que ella dice que poseen algunos libros, no demasiados desgraciadamente, «cosas que cautivan, divierten, conmueven, incitan a pensar o ayudan de alguna manera a vivir», es precisamente lo que encontramos en estas Prosas reunidas. Las lecturas no sólo deben de ser no obligatorias, sino también desordenadas. Szymborska es fiel a este principio básico. Casi todo lo que se lee por obligación es prescindible. «En mi vida de lectora siempre reinó un terrible caos.» Lo cual no quiere decir que leyera cualquier cosa, cualquier libro que cayera en sus manos, pero casi, porque en todos, incluso en los peores, hay algo que da que pensar. Y este es uno de los muchos atractivos de este brillante libro, descubrir que todo en este mundo, contemplado de determinada manera, de una manera amable, crítica, desprejuiciada, generosa, puede resultar apasionante, ya sea sumergirnos en las profundidades del tiempo o contemplar a un gato sentado en la rama de un árbol.

Wislawa Szymborska nació en Kórnik (Polonia) un 2 de julio de 1923, y murió el 1 de febrero de 2012 en su casa mientras dormía. Vivió por tanto 88 años, a pesar de fumar y beber una copa de cognac de cuando en cuando. Cuando en 1996 le concedieron el Nobel -ya le habían concedido antes los prestigiosos premios Goethe, el Premio Herder austríaco y el Premio PEN Club- en España apenas la conocía nadie. Hoy prácticamente toda su obra está traducida y son muchos sus admiradores incondicionales, entre los que me cuento. En 2015 la editorial Pre-Textos publicó una hermosa y documentada biografía, con numerosas fotografías, citas, poemas, ilustraciones, confidencias, confesiones (siempre haciendo gala de una respetuosa discreción con los asuntos de los demás), uno de esos libros que tanto gustaban a la autora por su seriedad, su sobriedad, su rigor, su belleza (Anna Bikont y Joanna Szczesna, Trastos, recuerdos: una biografía de Wislawa Szymborska, trad. de Elzbieta Bortkiewicz y Ester Quirós, Valencia, Pre-Textos, 2015). El capítulo 11 de este imprescindible libro para los amante de Szymborska está dedicado precisamente a estas lecturas no obligatorias. En fin, nada más lejos de mi intención decir que estas Prosas reunidas de Wislawa Szymborska son de lectura obligatoria. Pero, créanme, harían mal en perdérselas.

Compartir el artículo

stats