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La extraordinaria historia de Jan

"Nosotros morimos solos", un hecho heroico de la II Guerra Mundial

Nosotros morimos solos (David Howarth)

Parece una novela. No lo es. Parece una historia nacida en la mente de un escritor con mucha imaginación. Error. Nosotros morimos cuenta un episodio verídico y hasta ahora malamente conocido: una de las huidas más estremecedoras que se produjeron en la Segunda Guerra Mundial. Ocurrió en marzo de 1943. Un equipo de comandos noruegos expatriados viajó por mar desde el norte de Reino Unido hacia la Noruega ártica invadida y gobernada con mano férrea por los nazis. El objetivo no era precisamente sencillo: organizar y dotar de suministros a la brava resistencia noruega. No contaban con que les esperaba el peor de los escenarios: una traición que les condujo directamente a la boca del lobo alemán. Solo hubo un superviviente: Jan Baalsrud. Uno de tantos héroes anónimos del conflicto enfrentado al mayor desafío de su vida: escapar de la bota nazi que intentaba aplastarle.

Una odisea: acosado por el peligro de la congelación, con la vista dañada por la nieve y la bestia enemiga al acecho, Baalsrud logró llegar a rastras a un pequeño pueblo de pescadores. Estaba más muerto que vivo. Deliraba y apenas podía moverse. Su suerte parecía estar echada pero no contaba con que los aldeanos del lugar no dudaron en poner en riesgo sus propias vidas para salvarlo. Y lo consiguieron con un coraje admirable, plantando cara a lo que parecía imposible.

Como bien señala el ex militar británico y novelista Andy McNab, el libro no solo interesa "a quienes se dediquen al estudio de los conflictos bélicos modernos, sino a cualquier persona interesada en la capacidad de resistencia del espíritu humano. Nos muestra claramente lo que hace falta para sobrevivir, pero, lo que es más importante, nos enseña que el ánimo necesario para la supervivencia se encuentra dentro de todos nosotros. Hay tres elementos que a todos los soldados les inculcan hasta la saciedad durante su carrera militar: formación, experiencia y conocimientos. Fueron estas tres cosas las que contribuyeron a salvar a Jan".

Cuando tenía los pies tan congelados que apenas podía caminar, recuerda McNab, "cuando la nieve le había dejado ciego y su mente estaba tan agotada que no podía pensar con claridad, fueron otras cosas las que entraron en funcionamiento". Se había entrenado para esa clase de operación, tenía años de experiencia y «contaba con los conocimientos necesarios para ser capaz de sobrevivir en esas condiciones. Además, Jan tenía una cosa más: estaba absolutamente empecinado en no morir». Y añade McNab una reflexión importante: ésta no es la historia de un único hombre, "también es la historia de la extraordinaria valentía de los habitantes de esa remota región de Noruega, hombres y mujeres corrientes que estuvieron dispuestos a arriesgar sus vidas y las de sus familias por un absoluto desconocido. Es impresionante que tanta gente estuviera dispuesta a ayudar como pudiera, sin tener en cuenta las consecuencias, incluso cuando sabían que Jan no tenía prácticamente ninguna posibilidad de sobrevivir. Quizá aquello les dio una oportunidad única de contraatacar, de llevar a cabo un acto de atroz rebeldía contra los nazis que los ayudaría a sobrevivir también a ellos".

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