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Elegantes simetrías

Uno de los referentes valencianos de la abstracción geométrica, Martín Noguerol (Alicante, 1958), firma una exposición elegante en la Chirivella Soriano.

Si tuviéramos que describir en una sola palabra la exposición que la fundación Chirivella Soriano presenta en estos momentos ésta sería sin dudarlo elegante. Formas limpias y racionales en lo que podría parecer un universo reiterativo de simetrías sumergiendo al espectador en un lugar preciso y casi diríamos preciosista. El constructivismo llevado a su límite, a la reducción más geométricamente minimalista y ajustada de tonalidades, mayoritariamente blancos y negros y que en manos del alicantino Martín Noguerol la aparición de colores intensos nos llega incluso a sorprender.

Lo cierto es que lo geométrico no parece tener mucha cabida ahora mismo en nuestra sociedad. Ese sentido del orden, de la búsqueda del método, entendido éste como un proceso de reflexión para emprender una posterior labor, la lectura pausada, lo sobrio, lo mínimo, no entra en estos tiempos de aceleración y escritura y lectura escueta, de cuanto más mejor sin tener en cuenta otras variables, sin programación ni rigurosidad, lo que llegue, o lo que sea para contentar a cuantos más mejor. La paciencia que requiere la organización milimétrica de la hoja en blanco, la disciplina interna, la que la mente traslada a las manos para ir creando estas líneas que se cruzan continuamente y que nos sumerge en esa otra dimensión espacial. El silencio que transmiten las maravillosas estructuras de Noguerol resulta absolutamente opuesto al ruido exterior, al caos y el desorden.

Entrar en el palacio de Joan de Valeriola y encontrar este Constructo geométrico es acceder a un universo organizado donde estructuras aparentemente simples van creando un ritmo, un orden, como si de una melodía de jazz se tratara: las formas parecen iguales, series que parecen repetirse y nada más lejos de la realidad. Cada papel es individualmente único, cada composición es estructuralmente original; en el jazz son las notas y aquí las líneas que avanzan y dibujan estructuras angulosas, cuadrados y rectángulos irregulares cuyos ángulos se elevan hacia la izquierda para apreciar que su obra «simétrica», la que le sigue inmediatamente lo hace a la derecha, y la siguiente hacia otra esquina y así continuamente, apenas un sutil cambio para que la melodía sea la misma sin ser exactamente igual. Una maravilla.

Como indica la comisaria de la exposición y conservadora del MACA, Rosa Mª Castells, Noguerol «se instala en la austeridad de la forma geométrica con una depuradísima técnica». Véanse obras como las tintas de la Serie A de los años ochenta o los grafitos de la Serie h. Esta técnica depurada, laboriosa y trabajada, junto a ese «modo de entender el arte como método de conocimiento (€) la pintura como una manera de conocer y encontrar sentido no solo a lo que hace sino también a la propia vida», palabras textuales de Manuel Chirivella, presidente de la Fundación, son otras de las características a resaltar de este admirable artista.

También es cierto que lo geométrico puede dar mucho juego para especular sobre fronteras y límites, sobre la idea de mantener al espectador, y por extensión al ciudadano, constreñido a moverse dentro y bajo ciertos márgenes, sin opción a salir de ellos. Lo geométrico implica de hecho una cierta tabulación y clasificación de aquello que nos rodea: el espacio en el que nos movemos o, sobre todo, en el que nos permiten movernos. Parecería que este tipo de arte fuera concebido para atar y limitar tanto al espectador como al artista, que la única forma de salir de estas estructuras rigurosas y constreñidoras fuera prescindir de ellas. Hay incluso en la obra de Noguerol alguna tinta sobre las que podríamos especular que su autor, frente a otras obras más herméticas, está «abriendo ventanas». Simple imaginación, aunque es un hecho que, en la historia del arte, tras las estructuras rectas y organizadas de Tatlin o Lissitzky o la misma Bauhaus, vino el despiporre del Dadaísmo. Y, sin embargo, «hay algo magnético y atractivo en la simplicidad de esas rígidas formas de colores primarios que resulta imposible de explicar o racionalizar (€) se trata de lo inconsciente, de un arte que nos gusta sin saber muy bien por qué». Lo dice el periodista y antiguo director de la Tate Media Will Gompertz. Lo suscribimos.

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