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Saura, fotógrafo

Su álbum fotográfico rememora la España de mísera, de pueblos con calles sin asfaltar, con casas de adobe y piedra, y de campesinos que se resguardan del frío con mantas.

Saura, fotógrafo

Carlos Saura (Huesca, 1932) es conocido sobre todo por su trabajo como director de cine. Ha realizado más de 20 películas y documentales desde los años 1950. Ha recurrido a diversos tropos para ocuparse de la sociedad franquista de la época y tratar de subvertir a sus pilares esenciales: iglesia, familia, ejército.

La serie España años 50 es el reflejo de sus primeras experiencias como profesional de la fotografía en los años cincuenta y principios de los sesenta.

«Soy un fotógrafo ocasional que, demasiado tímido para ser reportero a la caza de noticias de última hora, y sin la paciencia del pescador para ser un paisajista a la manera de Edward Weston o Ansel Adams, se ha limitado a pasear con una cámara y a recoger imágenes que me llamaban la atención: la fotografía ha sido mi archivo de memoria» -escribe Saura en el prefacio del libro que comentamos.

Cuando preparaba su primer largometraje, Los golfos (1959), le llamaron para se incorporara como fotógrafo profesional a la prestigiosa revista Paris Match. Era el sueño de cualquier fotógrafo joven. Sin embargo, se impuso el cine y asegura no haberse arrepentido.

Durante los años 50 recorrió buena parte de España fotografiando gentes y paisajes; era un ambicioso proyecto que no concluyó al derivar hacia el cine su trabajo creativo. El presente volumen recoge parte de lo que resta de ese proyecto.

Se trata de 180 imágenes en blanco y negro distribuidas en los siguientes apartados: «Rocas de Cuenca», «Cuenca», «Paisajes, pueblos y gentes de Cuenca», «Matanza del cerdo en Cañete», «Madrid», «La tarde de domingo», «Novillada en Zarzuela», «Castilla», «Sanabria», «Valencia» y «Andalucía». Cada sección lleva un breve texto introductorio y sus correspondientes imágenes. El volumen comienza y concluye con prefacio y epílogo del propio Carlos Saura.

Saura no es, ciertamente, reportero de acción como Robert Capa, ni fotógrafo contemplativo a la manera de Edward Weston o Ansel Adams; se ve a sí mismo en la línea de Henri Cartier-Bresson, Jean Dieuzaide, o de Eugene Smith, -cuyo reportaje sobre el pueblo cacereño de La Deleitosa, realizado por esa época para la revista Life, se convirtió referencia clásica dentro del género del reportaje fotográfico.

España años 50 es un trabajo documental en el que Saura recupera la mirada de una década lejana de la historia de España. Se presenta en este volumen imágenes que nos acercan a unos lugares que apenas ya reconocemos. Una España mísera, de pueblos con calles sin asfaltar, con casas de adobe y piedra, de campesinos que se resguardan del frío con mantas, de hombres cuyo único medio de transporte son las carretas tiradas por burros o mulos, de mujeres vestidas de negro€Una España de gentes sencillas y trabajadoras. Una España que refleja la vida y costumbres de sus lugareños, con matanzas de cerdo, novilladas, fiestas y ritos.

En la sección dedicada a Sanabria, Saura comenta: «Aquella zona de Castilla, fronteriza con Portugal y Galicia era de una miseria que sólo había visto en el documental Las Hurdes de Luis Buñuel. Casas de tejado de paja, algunas sin ventanas, en que dormían hombres con animales, calles embarradas sin higiene alguna, carretas de bueyes medievales, mujeres de negro con el pañuelo en la cabeza€Cuando llegamos acababan de inaugurar la luz eléctrica. La mayor parte de las personas aquí fotografiadas murieron al reventar el muro de contención de un embalse cercano».

Otro tema que le interesa de modo persistente son Las tardes de domingo. De hecho, su práctica de fin de carrera, en la escuela de cine, fue un documental con ese título. Trata de los bailes dominicales, característicos de la década, protomodelo de las actuales discotecas; establecimientos para propiciar las relaciones amorosas de oficinistas, empleados de comercios, estudiantes€ Horas de ocio prometedor o taciturno, que nos hace recordar el punzante aforismo del escritor Ramon Eder (citamos de memoria): «nuestro destino se forja los domingos por la tarde».

Quienes somos ojos agradecidos y de una cierta generación, tendremos siempre una actitud sentimental y afectuosa hacia el cine de Carlos Saura, que espoleó nuestra adolescencia cinéfila. Eso no obsta para advertir un hecho. Su cine, que le llevó a la consagración en los festivales internacionales, que fue la niña bonita de la crítica de oposición; un cine repleto de guiños ideológicos, complicidades simbólicas, sobreentendidos morales€, soporta mal las injurias del paso del tiempo. En cambio, estas instantáneas secas, veraces, apenas conocidas, contienen una creciente emoción.

Saura parece mejor fotógrafo que cineasta. Sus fotografías ganan con el tiempo; sus películas, pierden.

Fue quizá una grave equivocación no aceptar cuando era joven la propuesta de Paris-Match.

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