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Lo más negro de Henning Mankell

«El hombre de la dinamita», la primera novela del autor sueco en la que comienza a desvelar la mentira del milagro nórdico

Lo más negro de Henning Mankell

Conocimos a Henning Mankell (1948-2015) y a Kurt Wallander, su célebre inspector de policía, en 1991 con la publicación en castellano de Asesinos sin rostro y al año siguiente con Los perros de Riga. De ahí hasta el 2009, con El hombre inquieto, disfrutamos de otras diez aventuras de Wallander. Mankell también escribió novelas infantiles y juveniles y alguna novela policiaca sin su inspector talismán de protagonista. A lo que sumó otra docena de novelas de temática variada y muchas piezas de teatro, género con el que comenzó en 1968 con Feria Popular y que nunca abandonó, pues dirigía el Teatro Nacional Avenida de Maputo. Tampoco debemos olvidar Arenas Movedizas en 2014, un libro en parte autobiográfico de reflexiones sobre lo cotidiano y su lucha diaria contra el cáncer. En nuestro país era conocido a través de las excelentes traducciones de Carmen Montes Cano y como autor de novela negra. De ahí que en el 2007 recibiera la segunda edición del Premio Pepe Carvalho principalmente por «utilizar la novela negra para abordar críticamente los retos de la sociedad actual», como alegó el portavoz del jurado en aquel momento. Y es que Mankell, siguiendo la estela de Per Wahlöö y Maj Sjöwall y su inspector de ficción Martin Beck desde 1965 a 1975, quiso mostrarnos que el «modelo sueco», si alguna vez sirvió de faro, ahora se había derrumbado; es decir, utilizaron la novela negra para mostrar al mundo que el milagro sueco -nórdico, en general- no existía. Así, comenzaron a hablarnos de las altas tasas de suicidios, del alcoholismo, de las tasas de delincuencia más altas de Europa, de la xenofobia, de las violaciones, de los asesinatos€ La publicidad sueca nos presentó un mundo idealizado, lo que desde aquí llamábamos el milagro sueco, hasta que le vimos las tripas.

Si toda la narrativa negra de Mankell conducía a mostrarnos la mentira del milagro sueco, hemos de decir que nada iguala su primera novela en 1972, El hombre de la dinamita. Estamos ante una novela social, que a través de la vida de Oskar Johansson, el más joven del grupo de dinamiteros que abre túneles para el ferrocarril en 1911, no ilustrará sobre las necesidades, peripecias y aspiraciones del proletariado de comienzos de siglo. Una novela que Mankell escribió sobre el rodillo de una máquina Olivetti y de dos tandas: la primera en Oslo y la segunda en la calle Trotzgatan, en la villa sueca de Falun. La novela nos narrará la vida de Oskar Johansson cuando sobrevive a una explosión de dinamita, pero queda mutilado e inútil para seguir trabajando y ha de jubilarse con una paga de supervivencia. Es la historia, pues, del proletariado de aquella época, de los sueños al construir el partido socialdemócrata y los sindicatos para cambiar la sociedad. Sin embargo, más de dos décadas después de escribir la novela, Mankell se lamentaba: «Los pobres y los desvalidos del mundo se han vuelto más pobres en estos veinticinco años. Y Suecia ha pasado de ser un intento decente de construir una sociedad a un saqueo social. Una división cada vez más clara entre las personas necesitadas y las sobrantes. En las afueras de las ciudades suecas existen hoy guetos, que no existían hace veinticinco años» (p.11). El protagonista de su novela termina sus días en un islote sin nombre perdido en un archipiélago escandinavo, contando su historia que es como un iceberg, porque solo percibes una tercera parte, y jugando a las cartas en solitario. A modo de moraleja, la novela terminará con «han cambiado muchas cosas, sí, pero no para nosotros los trabajadores».

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