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Del tenedor al rascacielos

Una gran exposición visualiza la obra de Gio Ponti, arquitecto y diseñador, artífice del «made in Italy»

Del tenedor al rascacielos

A Gio Ponti (1891-1979) no son pocos los que lo consideran el padre del «made in Italy», esta denominación que ha hecho fortuna para acoger y distinguir todo aquello que está relacionado con el diseño italiano. Su autoridad en los campos de la arquitectura, el diseño industrial, interiorismo y artes decorativas hacen de él una de las figuras referenciales del siglo XX. Una exposición al Museo de las Artes Decorativas de Paris bajo el titulo «Tutto Ponti, Gio Ponti Archi-Designer» reúne todas las facetas de su itinerario profesional, desde la década de los años veinte, con una Italia gobernada por el régimen fascista de Mussolini hasta los años setenta en el que realiza sus últimos trabajos cuando había cumplido los ochenta años. La retrospectiva parisina se suma a otra exposición que a principios de año celebraba el 90 aniversario de la revista Domus, la publicación que en 1928 creaba Ponti con la arquitectura y arte como argumentos y que con el tiempo se convertirá en la biblia para profesionales y seguidores del diseño.

Como uno de aquellos artistas del Renacimiento- una referencia que señalará su huella creativa- Gio Ponti abraza con entusiasmo las diferentes disciplinas que se cruzan en su camino: arquitectura, diseño industrial, artes plásticas, mobiliario, interiorismo, edición, etc. Todo ello desde una mirada multidisciplinar, apasionada y reflexiva, vanguardista y artesana, conjugando las diferentes materias ya se trate la realización de unos frescos para la Universidad de Padua o la creación de unos cubiertos para la firma Krupp; el diseño de unos mosaicos decorativos para un hotel el interiorismo de un apartamento o la realización de una silla de líneas sencillas. La dedicación de Ponti por las llamadas las artes mayores y menores no tendrá límite, vertebrando su trayectoria profesional, su discurso creativo. Graduado por la Escuela de Arquitectura de Milán, el joven arquitecto abre su estudio a inicios de la década de los años veinte. Sus primeros encargos arquitectónicos se compaginan muy tempranamente con otros proyectos como el diseño de mobiliario, realizando una colección de muebles para los almacenes La Rinascente que acercan el diseño al gran público. La construcción de puentes entre fabricantes y creadores será una de los principios de Ponti, atrayendo el empresariado italiano para la «causa» del diseño. La edición de la revista Domus le servirá en el futuro de plataforma para esta convergencia fértil entre fabricantes y creadores. En la revista teoriza sobre el concepto de italianidad, un pensamiento unido al lenguaje racionalista que señala los territorios de la vanguardia arquitectónica que marcará su obra.

La Italia saliente de la Segunda Guerra Mundial es un país devastado en todos los frentes. Ponti, como otros artistas e intelectuales, se compromete en la reconstrucción, colaborando en el «renacimiento» cultural y artístico; ese «made in Italy» que solo unos años después explota en todo el mundo, bendecido por las grandes publicaciones internacionales. El diseño italiano se convierte en un elemento agitador gracias a esa mezcla de fantasía y anticonformismo que representan modelos como los escúters Vespa y Lambretta transitando por los polvorientos caminos de la Italia de postguerra o las estrechas calles de los centros históricos. La revista Domus se transforma en el órgano promotor de este nuevo risorgimento ahora en clave industrial y creativa. Observatorio de las corrientes internacionales de vanguardia de la postguerra, Domus ejercerá de difusor del nuevo diseño italiano y la arquitectura contemporánea. La Trienal de Milán es el escaparate de esta «nueva ola» italiana, la punta de lanza de ese «made in Italy», que más tarde será continuado por el mundo de la moda. La expresión de una creatividad italiana que sin renunciar a su pasado y patrimonio artístico, se proyecta en el marco de la modernidad promovida por nombres como Carlo Mollino, Achille Castiglioni, Marcello Nizzoli, Marco Zanuso, Ettore Sottsass, etc. La cafetera industrial «La Pavoni» diseñada por Ponti, la primera máquina de su tipo en ser comercializada, ejemplifica este renacimiento del diseño italiano. En todo el mundo el consumo de café «a la italiana» se pone de moda como signo de modernidad visualizado en su acero elegante y reluciente.

Entre los años cincuenta y sesenta del siglo XX la obra de Gio Ponti se proyecta con éxito y reconocimiento en todo el mundo. Los encargos le llegan de uno y otro lado del Atlántico. En la ciudad de Caracas realiza una de sus obras más reconocidas, la Villa Planchart, una creación que con el paso del tiempo se convertirá en un clásico de la arquitectura y el diseño contemporáneo. En esa misma década realiza otra de sus obras icónicas, la Torre Pirelli en Milán, un rascacielos y a partir de ahora símbolo de la pujanza económica e industrial de la capital lombarda en la Italia del milagro económico. Otro de sus diseños icónicos, la silla «Leggera» (1951) para la marca Cassina, y su sucesora, la Superleggera (1957) se convertirán en dos modelos emblemáticos.

Toda su vida Ponti defenderá la filosofía que había guiado sus principios, una «casa italiana», esta Domus que servía de titulo para su pionera publicación; ese espacio como expresión de una cultura moderna e internacional. La mirada de un hombre de espíritu renacentista que había homologado con éxito el diseño de un tenedor y la construcción de un rascacielos. Como escribía un especialista a propósito de su extensa y plural obra, «explicar en toda su totalidad a una figura como Gio Ponti, resulta una empresa tan ardua como intentar explicar Italia al mundo en un libro».

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