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Una estrella marcada por la fatalidad

Una estrella marcada por la fatalidad

Rita Hayworth nació hace 100 años en Brooklyn, como Margarita Carmen Cansino, el 17 de octubre de 1918 y murió el 15 de mayo de 1987. La gran parte de este texto sobre su carrera la he entresacado del libro de Terenci Moix: Los inmortales del cine (Editado por Planeta en 1991) y algunos esbozos de la biografía sobre Orson Welles de Bárbara Leaming.(Tusquets editores 1986).

El padre de Rita se llamaba Eduardo Cansino. No está muy claro su origen español. Emigró de muy joven a Estados Unidos donde se dedicó al baile. La madre de Rita se llamaba Volga Hayworth y trabajó en las famosas Follies del gran empresario de Broadway, Ziegfield.

Aunque siempre en las biografías de estas legendarias figuras es difícil saber donde se inicia la verdad, la fabulación o los rumores. Lo que sí parece ser es que desde los 13 años formó parte de la troupe familiar de The Dancing Cansinos. Al final su padre recaló en Hollywood donde montó una academia de danza. La educación de Rita fue deficiente. Aprovechaba el tiempo de descanso entre actuación y actuación para asistir a la escuela.

Lo que no se puede negar es que la pertenencia al cuerpo de baile de su padre le dotó de una exquisita capacidad para el baile y la danza. Esta facilidad para los movimientos y pasos de baile le vendría de perlas para su futura participación en los diversos musicales a lo largo de su carrera. Entre ellos los dos en los que intervino junto a Fred Astaire: Bailando nace el amor ( You were never lovelier, William A. Seiter 1946) y Desde aquel beso ( You never get rich, Sidney Lanfield, 1951)

Desde que su padre se radicó en Hollywood empezó a moverse entre las bambalinas de los estudios hasta que la Fox se fijó en ella y le dio un corto papel de chica de salón en Amor de gaucho ( Under the Pampas Moon, James Tinlig, 1935). Mas tarde bailó en un pequeño número en La nave de Satán ( Dante's Inferno, Harry Lachman,1935) cuyo protagonista era Spencer Tracy y que se considera el debut de ella en el cine. Todavía usaba su apellido paterno. Fue su primer marido Eward Judson el que le sugirió que se cambiara el nombre por el que fue ya conocida en el mundo del cine; usando el apellido de su madre y el nombre de Rita que resultaba muy llamativo y algo exótico.

Su salto definitivo lo dio en 1939 con Sólo los ángeles tienen alas (Only angels have wings, Howard Hawks, 1943) con Cary Grant de galán protagonista. El principal papel femenino era Jean Arthur pero la aparición de Rita en un excelente segundo papel secundario como amante de Cary Grant produjo un impacto memorable y de repercusión fundamental en su carrera, capaz de interpretar papeles de actriz dramática. Pero antes fue George Cukor con su buen ojo para los talentos femeninos el que se fijó en ella cuando le forjó un papel que hizo refulgir toda su belleza en Susana y Dios (Susan and God, George Cukor 1940) junto a Joan Crawford, este papel la colocó definitivamente entre las estrellas emergentes en Hollywod que se confirmó en los papeles que siguieron a continuación.

En 1941 rodó Sangre y Arena (Blood and sand, Rouben Mamoulian,1941) junto a Tyrone Power. Fue una maravillosa Doña Sol de una fogosa y descarada sexualidad como escribe Terenci Moix. Esta película está basada en la novela del mismo título de Blasco Ibáñez: la fotografía se inspiró en el color de los cuadros del Greco. El papel femenino principal fue para Linda Darnell. Pero Rita, que interpreta a una fémina de origen hispano de cabellera pelirroja, realizó una inolvidable aparición como mujer fatal en la escena que domina al torero Juan Gallardo, el cual interpreta Tyrone Power, toreándole y jugando con él como si fuera un toro, agarrándole por su cabello, con un profundo beso final adueñándose de su labios, que deja al personaje del torero embelesado y sin reacción. Esta es una escena antológica y nada fácil de olvidar en la carrera de la Hayworth. Lo que demostró que su pelirroja cabellera daba unos resultados fuera de lo común en películas en color que se confirmó en dos películas posteriores dos musicales titulados Mi chica favorita ( My gal sal, Irvings Cummings,1942) y Las modelos (Cover girl, Charles Vidor, 1944). Esta última es un musical notable del género gracias a la participación de Gene Kelly.

Y llegó Gilda (Gilda,Charles Vidor 1946). Rodada en blanco y negro al tratarse de un thriller. Supongo que no hay que hacer mucho hincapié en su conmoción mundial y sobretodo en nuestro país que la convirtió en un mito y, cosa rara, pasó la censura estrenándose sin grandes cortes (en donde ésta actuó con firmeza fue en el doblaje). No creo que deba insistir en sus escenas impactantes como la bofetada de Glenn Ford y el baile a modo de un disimulado de striptease cantando «Put the blame on me» y «Amado Mio». La otra cara del trío, el personaje George Macready con su cicatriz atravesando su cara le dio a la película un toque expresionista. Este actor que siempre interpretó personajes secundarios, en esta película juega un papel que es sin duda uno de los grandes aciertos del film. Otro hecho que apenas se ha insistido es que Glenn Ford hace una interpretación muy mala, con cara de malvado, que nadie cree y que con el tiempo se agranda al revisar de nuevo la película.

En 1943 se separó de su primer marido y se unió a Orson Welles. Éste siempre deseó conocer a Rita Hayworth. Ella tuvo anteriormente un romance bastante fogoso con Victor Mature, incluso se pensaban casar, pero por obligaciones bélicas Mature se alistó en un cuerpo de la marina. El amor se apagó y apareció Welles. Según Welles: «Me costó cinco semanas que me atendiera al teléfono, cuando lo conseguí esa misma noche salimos a cenar». Se casaron un siete de septiembre de 1943. Con el tiempo, según dice el mismo Welles, se dio cuenta de que era una mujer neurótica e imposible de controlar por sus celos enfermizos; que en parte no le faltaba razón. El divorcio se adivinaba. Welles volvió a su vida desenfrenada y aventurera en el mundo del cine y del teatro. Tuvieron una hija: Rebeca a la que Welles no le prestó la atención debida. Esta relación nada complaciente fue el desencandenante de una historia envenenada e insólita llamada La dama de Shanghái ( The lady of Shanghai, Orson Welles, 1947) con una Rita desconocida rubia y de pelo corto en un rol de mujer malvada.

Desde los inicios de la década de los setenta después de rodar su última película: La ira de Dios ( The wrath of God, Ralph Nelson,1972) al lado de Robert Mitchum, Rita desaparece para el mundo. Se hace un largo silencio que se rompe cuando su hija Yasmina, hija de su antiguo marido Ali Khan, anuncia que su madre padece la enfermedad de Alzheimer. Glenn Ford guardaba en su hogar una foto dedicada a Rita que decía «nunca hubo una mujer como Gilda» y como señala Terenci Moix con el cual estoy de acuerdo, nunca habrá otra estrella como Rita Hayworth.

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