Casi cualquier motivo sirve al ser humano para justificar cualquier acción que piense o quiera realizar, incluso las injustificables. Pero hay algunas motivaciones que no sólo están más que justificadas, sino que son especialmente emotivas. Tal es el caso de la exposición «Transfinito» que la Facultat de Belles Arts de Sant Carles ha organizado con motivo de la concesión de su medalla al que fue antiguo profesor de la casa y que sigue siendo un más que joven artista internacional con una obra llena de sabiduría y de energía.
La muestra es un somero, preciso y precioso recorrido por más de medio siglo de no dejar de profundizar en la abstracción, de su constante búsqueda de lo esencial, de alejamiento consciente y persistente de esa realidad ilusoria que nos envuelve repleta de imágenes, de percepciones, de sensaciones tan cambiantes como perecederas. Así, apenas entrar, nos dan la bienvenida tres pequeñas (por comparación) pero significativas piezas de los años sesenta en las que su carácter objetual ya apunta hacia ese juego de tensiones que a ser un elemento vertebrador de su poética. Tensión como fuerza dinamizadora del equilibrio presente siempre y siempre puesto en cuestión. Las exploraciones matemáticas y geométricas adquirieron su manifestación más sorprendentemente figurativa en la que quizás ha sido su serie más difundida y reconocida, sus «Figuras imposibles». Fascinantes paradojas visuales que suponen un auténtico «tour-de-force» entre lo que vemos y lo que pensamos. Su estancia como investigador becado en el mítico M.I.T (Massachusetts Institute of Technology) dio nuevos frutos en los que la interacción entre ciencia y arte hizo volar la imaginación en forma de complejas estructuras volantes que se inscribían en esa corriente crítica y performativa que sacudió el arte occidental a ambos lados del Atlántico. Dos magníficos ejemplos cuidadosamente restaurados para la ocasión se ciernen majestuosos en las alturas de este notable galerón que es la sala Josep Renau. La actividad de Yturralde dentro del «Sky Art» queda documentada primero, con sendas fotografías de las cometas que vieron los cielos de Venecia y de El Saler y después, con una doméstica, simpática e histórica grabación que cierra el recorrido por la exposición.
Antes de entrar a la sala de proyección, dos pantallas remiten a una aportación de gran calado académico y artístico impulsada por el propio Yturralde: el Laboratorio de Luz, un sólido proyecto de investigación en torno a la tecnología y las artes que no ha dejado desde entonces de irradiar su influencia, no sólo en sucesivas generaciones de estudiantes.
Muchas veces he dicho que la mejor crítica que puedes hacer de un artista es que su último trabajo es lo que más te gusta. Axioma de imposible demostración que es aplicable con toda justeza a las dos pinturas que ha realizado ex-profeso para esta exposición, pertenecientes a su serie «Ens?». Palabra japonesa que significa literalmente círculo, pero que al mismo tiempo es un símbolo asociado al Zen. Iluminación, fuerza, universo, vacío... son conceptos asociados a este signo/símbolo de evocaciones sagradas.
Volviendo al principio, ese «Transfinito», título inspirado en las teorías de los números transfinitos de Cantor, alude en no menor medida a las preocupaciones existenciales del autor, a esa noción misteriosa de trascendencia que probablemente nos ha invadido en algún momento de nuestras vidas. En palabras de Max Planck «la ciencia no puede resolver el último misterio de la naturaleza. Y eso se debe a que en última instancia, nosotros mismos somos una parte del misterio que estamos tratando de resolver».
