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La última consulta del Doctor Sacks

Se publica un libro que recoge los últimos ensayos del neurólogo y escritor Oliver Sacks poco antes de morir. El hombre que hizo de la neurología un bestseller literario

La última consulta del Doctor Sacks

Oliver Sacks posee, entre otros títulos, el de narrador de las manifestaciones más enigmáticas del cerebro y comportamiento humano. A su profesión de neurólogo, Oliver Sacks (1933-2015) acabaría sumando su talento como narrador a partir de las historias clínicas que a lo largo de su vida habían conocido y tratado. Un itinerario profesional y literario que el propio protagonista se ha encargado de contar en su libro de memorias, En movimiento, desde ese niño, originario de una familia ilustrada de la burguesía judía inglesa, su madre es una de las primeras cirujanas de la Gran Bretaña, que despues de cursar estudios universitarios en Oxford, desembarca en California, entre escapadas en moto en compañía de los Ángeles del Infierno e intensas sesiones de halterofilia, para iniciar más tarde una carrera médica como psiquiatra en un hospital de Nueva York. Una biografía como el mismo Sacks ha referido marcada por algunos acontecimientos familiares como la esquizofrenia de uno de sus hermanos. «¿Qué ocurre en nuestro cerebro para predisponernos a un estado o a otro? Es una pregunta que me he hecho a lo largo de mi vida».

A Oliver Sacks se le reconoce el mérito de haber descubierto la neuropsicología a millones de lectores en todo el mundo, una disciplina médica que por supuesto no entraba de momento en el catálogo de curiosidades de los compradores de libros. Como un entomólogo, Sacks estudia con pasión la galería de casos que desfilan ante sus ojos: Pacientes que padecen lesiones cerebrales que causan cambios en su percepción de las cosas, trastornos de la memoria, prosopagnosia o la incapacidad para reconocer los rostros, etc. Comportamientos ajenos, incomprensibles, misteriosos, que quedaran reflejados en libros convertidos en best-sellers como Despertares o El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, que conocerán posteriormente su adaptación a la escena y a la pantalla. Detrás de esos inexplicables y a la vez asombrosos síndromes neurológicos, Sacks realiza un fascinante retrato de la condición humana a la vez que creaba un nuevo género literario a caballo entre la medicina y la literatura, que distinguirá todos sus libros. No será ajeno a las polémicas, el «método» de Sachs de transformar a sus pacientes en héroes literarios suscitará más de una censura, acusándolo- jugando con el titulo de uno de sus libros más conocidos-como «el hombre que cambió a sus pacientes por una carrera literaria». Tampoco evitará las envidias profesionales ni los enfrentamientos y disputas médicas con los sectores más conservadores a causa de sus procedimientos. El propio Sacks en su autobiografía describe sus particulares combates, su adicción a las drogas o su homosexualidad, una revelación que chocará en un ambiente familiar enraizado en un fuerte judaísmo. A punto de celebrar su cuarenta aniversario, después de haber vivido una intensa semana amorosa con otro hombre, anuncia su propósito de no volver a tener ninguna relación sexual en las próximas décadas. Despues de treinta cinco años sin ningún contacto carnal, cuando contaba 75 años, conocerá al escritor Bill Hayes con el que vivirá los últimos años hasta su muerte en 2015. Su única pareja estable en toda su vida.

Con una cita de Borges sobre el tiempo, «el tiempo es la sustancia de la que estoy hecho. El tiempo es un rio que me arrastra, aunque yo soy ese tiempo» abre Sacks el texto, El rio de la conciencia (Anagrama, 2918) que da titulo al conjunto de ensayos que componen el volumen. Poco antes de morir en 2015, Sacks concluyó el contenido del libro reuniendo una serie de ensayos, algunos de los cuales se habían publicado en revistas, donde volvía a indagar, a interrogarse por algunos de los temas que le habían interesado desde esa mirada generosa y curiosa que le hizo interesarse por diferentes campos de la ciencia y las humanidades, y que lo emparentaba como hombre renacentista. Narrador de las manifestaciones más inexplicables del comportamiento humano, Sacks, en el final de su vida, reflexiona sobre temas como la memoria, la creatividad, las experiencias cercanas a la muerte, Freud, como pionero de la neurología o un texto tardío de Darwin sobre las flores. Sacks recuerda una conversación siendo pequeño con su madre a propósito de la polinización de un magnolio. En otro de los textos, «La falibilidad de la memoria» realiza una autocritica sobre su propia capacidad de recordar a partir de una historia de su infancia contada en el libro El tío Tungsteno. «Ni el psicoanálisis ni las imágenes cerebrales pueden mostrar la diferencia entre un recuerdo verdadero y uno falso. Nuestra única verdad es la verdad narrativa, las historias que nos contamos entre nosotros y a nosotros mismos, y refinamos sin cesar». Por su parte en el ensayo «El yo creativo» se interroga sobre la experiencia creativa. «Lo importante no es el hecho de 'tomar prestado' o de 'imitar', sino lo que uno hace con lo prestado; con que profundidad lo asimila, lo hace suyo, lo combina con sus propias experiencias, pensamientos y sentimientos, lo pone en relación con uno mismo y lo expresa de una manera nueva y personal».

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