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Viñetas raras

Mariposas de conspiración

A finales de los años 90, creímos que los autores patrios podrían hacerle frente a la invasión de superhéroes yanquis, siempre que se colaran en formato comic-book en las estanterías de las nacientes librerías especializadas

Mariposas de conspiración

Ingenua creencia que fue avalada por la insurgencia de la independiente Camaleón y el contraataque de la línea Laberinto de la todopoderosa Planeta, dando lugar a un reguero de series de las que poco se recuerda ya, más allá de la famosa Iberia Inc. de Rafa Marín, Carlos Pacheco y Rafa Fonteriz. Intentos, quizás vanos, de crear una industria de un cómic más comercial, pero a servidor, de todo aquello, siempre le quedó el recuerdo de dos series atípicas y extrañas dentro de ese movimiento editorial: Oropel y Cool Tokyo. Venían firmadas por Kosinski y Artur Laperla, dos autores que ya habían deslumbrado desde el fanzine rAu, diferenciándose tanto por la modernidad gráfica como, fundamentalmente, por unos argumentos que planteaban sugerentes retos intelectuales al lector.

Años después, Kosinski se nos descubrió como autor completo con su nombre real, Marcos Prior, en Fallos de raccord, una novela gráfica rompedora en su planteamiento formal, atrevido y complejo, en el que ya se marcaba el interés del autor por la conspiración como iconografía pop actual, pero también por el tiempo como elemento dúctil con el que experimentar y reflexionar, siempre vinculado a un testimonio de la actualidad cotidiana visto desde las bambalinas de una cultura popular subterránea. Unos planteamientos que certificó en obras posteriores como Fagocitosis, con dibujos de Danide, y El año de los 4 Emperadores, donde desarrolla un retrato espeluznante de la sociedad moderna a partir de la información pública, reflexionando sobre esa realidad paralela que se construye desde los poderes fácticos y la que los individuos perciben, que colisionan con fuerza en el hermético pero atractivo dominio de la conspiranoia. En obras como Potlacht, Gran Hotel Abismo, Necrópolis o Catálogo de Bunkers, ya sea en solitario o con la excelente colaboración de David Rubín o Jordi Pastor, Prior ha seguido desarrollando una disección precisa de una sociedad mediatizada y manipulada por la posverdad, las fake news y las teorías de la conspiración, pero siempre desde un enfrentamiento directo con la realidad que nos rodea, presentando a esa sociedad ante el espejo deformante que devuelve la imagen de un Mundo Real® aceptado como «la verdad».

Con su nueva obra, La noche polar (Astiberri), Prior vuelve a juntar sus temas fetiche desde una perspectiva novedosa: el tiempo y las conspiraciones son para el autor cómplices de un inmenso efecto mariposa que va analizando a lo largo de la historia. Diferentes personajes, separados por una década cada uno en el tiempo y en la edad, serán protagonistas de hechos aparentemente inconexos, pero profundamente enraizados en la iconografía popular mediática, desde las mafias al 11-S, desde la burbuja de las «punto com» a un futuro incierto, que son presentadas con precisión cronológica para luego, cual cuidado truco de magia, empezar a estirar de una cuerda invisible que las une todas. Prior no deja títere con cabeza y no da al lector posibilidad de escape: lanza preguntas que necesitan respuesta, pero ante las que nos encontramos indefensos y huérfanos de toda ayuda. Y, lo peor, es que cuando encontramos una respuesta, solo es la puerta a más preguntas.

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