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Cruce de caminos

Cruce de caminos

Los aniversarios suelen dar pie a celebraciones más o menos festivas en función de su naturaleza personal, profesional o institucional. Cincuenta años es una cifra lo suficientemente redonda y elocuente para merecer ser reconocida y puesta en valor. Máxime cuando, como sucede en esta ocasión, se rinde tributo a una experiencia pionera en el contexto valenciano y nacional de la época. En abril de 1968, en el Colegio Oficial de Arquitectos de València, comisariada por el prolífico Vicente Aguilera Cerni, se presentó al público la primera muestra de «Antes del Arte» (hubo otras dos posteriores en Madrid y Barcelona). La década de los sesenta en València, vio surgir dos tendencias artísticas que reaccionaron frente al informalismo imperante en el Estado Español. Una de carácter figurativo-crítico que tuvo en Estampa Popular y Crónica de la Realidad sus manifestaciones más exitosas. Otra, de carácter abstracto-geométrico, discurrió en una corriente analítica y experimental cuyo antecedente histórico fue la exposición «Arte normativo español».

50 años después, se recoge una notable selección de obras de la mayor parte de los artistas que integraron este grupo: Eusebio Sempere, Joaquín Michavila, José María Yturralde, Ramón de Soto, Jordi Teixidor, Francisco Sobrino, Eduardo Sanz y los músicos Francisco Llácer y Tomás Marco. «Antes del Arte» supuso un intento programático de aproximar las ciencias al arte mediante lo que Aguilera definió como «propuesta metodológica», en la que mucho más importante que los resultados, eran los procesos de experimentación acordes con, siempre siguiendo a Aguilera, «el funcionamiento psicofísico de nuestros sentidos y de nuestra mente». En esta ocasión se han hecho notables esfuerzos para contar con algunas de las piezas expuestas en origen, lo que ha supuesto restaurar, acondicionar y poner en funcionamiento obras óptico-cinéticas que llevaban décadas dormidas.

Vista desde la perspectiva actual, estos ensayos artístico-científicos encierran todo el candor de la ingenuidad y la manualidad. Por ejemplo, la exquisita caja de luz de Eusebio Sempere, ofrece la calidez única del prototipo realizado con tantas limitaciones técnicas como ilusiones prospectivas. La muestra se organiza espacialmente en tres bloques cronológicos; uno previo/introductorio, otro que incluye las obras inicialmente expuestas en aquella muestra de referencia, y un tercero posterior, donde se señalan algunos derroteros que siguieron los artistas participantes. Hay que destacar el valor histórico-documental de esta muestra, que posibilita contemplar trabajos apenas conocidos. Ello permite visualizar las raíces originarias de algunos artistas que desarrollaron y profundizaron notablemente las experiencias aquí incipientes. Desde este posicionamiento, sobresalen los trabajos de Eusebio Sempere, José María Yturralde y Francisco Sobrino, quienes desde la lógica evolución de sus poéticas personales, se mantuvieron y mantiene fieles a esa corriente geométrica que no ha dejado de animar sus obras. Desde la perspectiva del cambio más o menos explícito, nos ha llamado poderosamente la atención las dos obras expansivas y solares de Michavila y las variaciones compositivas de las esculturas de Ramón de Soto.

Habrá que ojear y leer con interés el catálogo editado al efecto, un documento que se nos antoja esencial para redondear este ejercicio de actualización de un momento artístico relevante de nuestro pasado no tan lejano.

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