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Del hecho a la verdad. Palabras y contenido

Del hecho a la verdad. Palabras y contenido

Con la credibilidad de la retórica política en mínimos, el apogeo de las fake news y la neolinguística electrónica en imparable auge, las palabras parecen retomar el papel simbólico que les daría origen en el arte. Pero así como el arte une a los pueblos, el lenguaje los distingue y separa en función de su instrumentalización. La cuestión de la verosimilitud del lenguaje ya sea en función de los patrones mentales genéticos o de la utilización cultural ha cimentado mil debates de la Filosofía del lenguaje, la Semiótica y la Psicolingüística sobre la relación entre significado y veracidad, expresión y contenido, objeto y metalenguaje, influyendo, de paso, en las experiencias de desmontaje semántico del arte conceptual, que en las dualidades del lenguaje encontraron un filón, en particular en el movimiento Art?auge -de los 60s- en el que destacan las declaraciones tautológicas de Joseph Kosuth y como heredero destacado Lawrence Weiner con sus pancartas contrapublicitarias, según la definición del arte como una proposición analítica y productora de significados.

Estas ideas que aluden a la materialidad del lenguaje a través de la deconstrucción lineal, la descontextualización textual o la recopilación archivística, y a sus medios de expresión como soporte significante en la forma de la instalación artística, encuentran en la obra del artista chino Xu Bing un acrisolamiento con las tradiciones milenarias de la caligrafía ideográfica como manifestación espiritual. Hijo de la Revolución Cultural de Mao que normalizó e impuso un nuevo lenguaje abreviando su simbolismo gráfico cual modelo de control social, Bing ha desarrollado su carrera artística alrededor de la deconstrucción del lenguaje escrito pesquisando en la sinuosa frontera entre continente y contenido

Artista crecientemente multidisciplinar, Xu Bing inició su militancia con el conceptualismo con su pieza «Libro desde el Cielo» (1987-1991) fundamentado en la invención de un sistema lingüístico compuesto por el diseño de inéditos caracteres de trazo oriental carentes de significado y tallados en tipos móviles, estampados y encuadernados en libros y pergaminos según técnicas tradicionales por el autor en un proceso de cuatro años entendido como un ars poética existencial. Dispuesta como una instalación de atmósfera atemporal e ilusoria, esta obra, que le valdría el reconocimiento internacional, es el núcleo temático de la muestra Arte para el Pueblo que le dedica el Centro del Carmen como crónica testimonial de un trabajo a medio camino entre la disidencia a las convenciones y el proceso místico del vacío en la iluminación que le es culturalmente inherente. A esta experiencia de desnudo referencial encaminada a provocar consciencias («obstaculizar hábitos cognitivos» según el autor) se suma cronológicamente en la exposición la plasmación de su Caligrafía de Cuadrado consistente en la escritura de palabras inglesas deformadas en signos de estética oriental que si bien alude a la pretendida universalidad del lenguaje desafía su lógica con ironía. Artista que eleva la contradicción a categoría de pensamiento, el trabajo de Xu Bing sondea en las bambalinas de los mecanismos lingüísticos de representación y simulación de la realidad en la dialéctica de las relaciones de poder.

Más fresca y desenfadada, y no por ello menos aguda, es la rearticulación lingüística propuesta en el trabajo del diseñador valenciano Tomás Gorria expuesto en el Colegio Mayor Rector Peset a propósito de sus treinta años de oficio en el mundo de la edición. En un extenso repertorio de formatos y soportes (carteles, objetos, fotografías e impresos) de múltiples intereses estéticos, su «Lloc de Paraules» -título que referencia tanto al juego como al lugar- es, efectivamente, una reunión de elementos del lenguaje en la forma de nombres, titulares de prensa, rótulos comerciales e imágenes publicitarias que. descontextualizados a modo de archivo, son connotados en su polivalencia semántica ya sea en la ductilidad funcional de la palabra caracterizada y dotada de múltiples personalidades por el diseño tipográfico, como objeto de apropiación cultural y reconversión de su sentido colectivo, en el caso de marcas y logotipos o, incluso, en los hallazgos lúdicos de juegos secuenciales del lenguaje como los palíndromos y anagramas, material exquisito para los psicolingüistas más avezados.

En su diversidad funcional y en su montaje caleidoscópico, «Lloc de Paraules» no sólo expresa la confesa y precoz fascinación por las letras y las palabras de Tomás Gorria («aún antes de saber que tenían significado») sino que bien representa la omnipresencia de éstas en la vida cotidiana, consciente o no. Entrampada en sí misma, la discusión del lenguaje entre la verdad y el hecho, el uso y la función, la ética y el consumo, no logra definirse abonando la expresión artística de su vaciamiento. Mientras, como un murmullo surge la pregunta: Si las palabras y el lenguaje expresan el pensamiento y a la vez lo condicionan, sometido hoy el lenguaje a su objetualización, desnaturalización, abreviatura y síntesis ¿Qué ocurre con el pensamiento?

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