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Análisis

Alta tensión

El formato revista fue uno de los grandes clásicos del cómic del siglo XX, todo un protagonista de la transición de la historieta de medio juvenil a adulto.

Alta tensión

Quedan en el recuerdo cabeceras míticas como las referentes francesas Metal Hurlant, (A Suivre) o Pilote, que serían ejemplo en España para el boom del cómic adulto que se dio a finales de los 70 y principios de los 80. Muchos aficionados aprendimos a leer otros tipos de cómics con las añoradas TOTEM, 1984, CIMOC o Cairo, donde descubrimos que ese lenguaje que tanto nos había entretenido durante la infancia era también una lectura adulta con unas posibilidades ilimitables. Descubrimos los nombres de Pratt, Moebius, Crepax o Montellier, abriendo caminos que hoy el noveno arte transita con absoluta normalidad y aceptación, pero olvidando la grapa y abrazando el lomo de las novelas gráficas. Cuando todo parecía indicar que la revista estaba llamada a ocupar una vitrina de ilustres antepasados, como el cuadernillo apaisado de los años cuarenta, olvidados ante la pujanza del libro o la inmediatez digital, en pleno siglo XXI la grapa vuelve con fuerza, arropada por la insurgencia creativa y la rebeldía de la creación más rompedora y vanguardista.

El fanzinismo reivindica agresivamente la necesidad de libertad incontenible y aprovecha el formato revista para la actuación colectiva e insurrecta: ARGH!, Arrós Negre o Nimio, por solo citar algunos títulos nacidos en València, demostraron que la revista es un espacio necesario donde la experimentación encuentra campo abonado donde la autoría crece con vigor. Pero las revistas son también una experiencia de descubrimiento para el lector, que puede acceder a todo un catálogo de nuevos autores y autoras y, sobre todo, a renovadas formas de entender la historieta. Más de uno recordará la emoción que acompañaba cada nueva entrega de NSLM, un perfecto escaparate de posibilidades no exploradas para el tebeo. En un mercado sobresaturado de publicaciones, con los antiguos canales de distribución perdidos, las revistas se reinventan y encuentran su sitio en las librerías, como el que reclama la editorial Desfiladero para Alta Tensión, una publicación que recupera la apariencia formal de la revista de los 80, pero que avisa desde la potente portada de Magius de su espíritu rompedor. Dentro encontraremos una cuidada selección de autores y autoras, nacionales e internacionales, que dan un panorama de la increíble diversidad y riqueza que vive el cómic hoy.

Desde la delicada elegancia del trazo minimalista de Luna Pan a la dureza de inspiración underground de Adrián Bago y Boris Caramull, pasando por la siempre sorprendente y atrevida provocación en fondo y forma de Magius (si no se han hecho con su El Método Gémini, publicado por Autsaider, ya tardan) o los haikus visuales de Rut Pedreño y Amelia Navarro. Una excelente selección patria que se complementa con las contribuciones de Ertito Montana, que aporta el concepto de serie debidamente puesto al día, el humor irreverente de Pedro Villarejo o la deliciosa visión (perruna) de lo cotidiano de Gerardo Sanz.

Pero la revista no se queda ahí y busca fuera de nuestras fronteras, encontrando auténticas joyas, como la sueca Sofia Olsson, el argentino Pedro Mancini (atentos a este nombre: une la magia surrealista de Paul Kirchner con la destreza de Moebius), la mexicana Iurhi Peña, el croata Igor Hofbauer o el brasileño Pedro D'Apremont. Vale la pena dejarse dar un calambrazo de esta Alta Tensión comiquera.

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