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Muestra

De la mecánica industrial a la social

El IVAM expone la retrospectiva más importante que se ha realizado hasta la fecha en nuestro país de Fernand Léger

De la mecánica industrial a la social

A inicios del siglo XX, la revolución industrial ya era parte del paisaje cotidiano en la forma de un bienestar material pujante definido por el movimiento, la movilización y la movilidad representados por máquinas, mecanismos y nuevas formas de organización promotoras de un cambio radical en la percepción social de la realidad que en el arte tuvo prodigiosas expresiones.

En su 30 aniversario, y coproducida con la Tate de Liverpool, el IVAM acoge una retrospectiva de lúcido montaje en apartados temáticos representativa del heterogéneo curso creativo del creador francés Fernand Léger como un protagonista singular y coherente en la interpretación de una época de continua renovación ideológica, social y artística; investigador, creador y precursor de estéticas.

Radicado en el París de las vanguardias y originalmente interesado en la arquitectura, Léger define su camino en la pintura al descubrir las técnicas de reducción geométrica de un Cezanne maduro que serían antesala a la revolución del cubismo en la que participó con impronta propia, mientras desarrollaba una suerte de militancia con la idea del progreso tecnológico y la traslación de sus dinámicas y ritmos a los valores plásticos. Es así que la máquina como representación de un sistema de transmisión organizada de energía, se transformaría en sello de su obra confiriéndole un lugar único entre los vanguardistas, sólo eventualmente comparable a las experiencias más iconoclastas de Duchamp y Picabia. Mientras los futuristas italianos, con el poeta Marinetti a la cabeza, exaltaban las máquinas enfocados en representar la velocidad como valor ideológico, Léger pintaba escenas que semejaban interiores industriales metafóricamente híbridos del factor humano y el mecánico cual organismos complementarios, visión optimista que no le abandonaría ni siquiera como víctima de las máquinas de guerra en las trincheras de la Batalla de Verdún, en 1914, a las que también retrataría en su «etapa mecánica» de volúmenes tubulares y cónicos.

Tras aquella extrema experiencia de la guerra, el artista se vincula a movimientos de reacción a la misma llamados del «regreso al orden» asociados a la democratización del arte y a tendencias que evitan los recursos decorativos del cubismo; adopta el realismo con una figuración explícita, incorporando fondos planos y el dibujo de contornos delineados en los que la idea de la máquina se traduce en orden y marco escénico; y diversifica su ámbito de acción relacionándose con los planteamientos puristas y funcionales de Le Corbusier, e incursionando en el cine con el filme neodadaísta Ballet Mecánico en el que experimenta, con fotografías de Man Ray, la reiteración fragmentaria en movimiento, y en el diseño escenográfico, el fotomuralismo y el mosaico y los vitrales de arquitectura.

Humanista y comprometido con la cultura popular, como corolario de su camino estilístico Léger se centra en el retrato de la cotidianidad colectiva y sus temas clásicos, y la original preocupación por las estructuras industriales y sus componentes deriva en una crónica de la organización social y sus individuos, con un lenguaje de contrastes cromáticos, objetualista y esquemático próximo al cartelismo publicitario y preámbulo a las estrategias del arte pop que le sucederán asumiendo su legado como una nueva revolución.

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