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Directorio de contemplativo

Los testimonios de Buber se centran en el alma y sus misterios, sobre la experiencia anímica misma

Directorio de contemplativo

Martin Buber (Viena, 1878 - Jerusalén, 1965), promotor de un sionismo esponjoso, su obra filosófica aúna tradición hebraica y existencialismo. Fue una de las grandes autoridades sobre misticismo europeo. En el ámbito académico, su interés por esta corriente se sustanció con una tesis doctoral sobre Nicolás de Cusa y Jakob Böhme.

El volumen que comentamos es un compendio de textos y testimonios sobre experiencias extáticas a lo largo de varios siglos.

¿Cuál es el punto de vista de Martín Buber?: «Es el aspecto inclasificable del éxtasis lo que realmente me interesa (€) Es posible que el extático se puede explicar en términos psicológicos, fisiológicos o patológicos, pero para nosotros lo esencial es aquello que queda más allá de toda explicación: su experiencia». Una experiencia extrema.

En cuanto al criterio de selección de los textos: «No conozco grados ni jerarquías de los espíritus. Aquí Plotino es el poeta más elevado, y Attár(místico persa), el más audaz; ahí está Valentinos, el daimon secreto de una época de transición; y Ramakrishna, por el que el hinduismo se ha vuelto a revelar en nuestros tiempos; ahí está Simeón, el amigo bizantino y cantor de Dios; y Gerlach Peters, su hermano holandés, joven y contento de morir(€) Ahí están el uno junto al otro viviendo en común con aquellos que osaban hablar del abismo».

Dicho de otro modo: le concede tanta importancia al testimonio de un egregio Padre de la Iglesia que a una casi desconocida mística alemana de provincias. Tanto de uno como de otra le interesa ante todo la escueta verdad de su experiencia extática.

Luego consigna un inventario de puntos de vista excluidos: la actitud cientifista sobre el éxtasis, la formulada desde una posición retorico-escolástica, las manifestaciones autobiográficas como objeto de curiosidad psicoanalítica, la que se incrusta en un discurso poético que se atiene al rigor externo de un ritmo€

He aquí algunos de los místicos seleccionados por Buber: Plotino, Hildegarda de Bingen, Alpaïs de Cudot, Egidio de Asis, Matilde de Magdeburgo, Christina Ebner, Birgitta de Suecia, Angela di Foligno, Catalina de Siena, Catalina de Génova, Magdalena de Pazzi, Teresa de Jesús, Ana de San Bartolomé, Armelle Nicolas, Antoinette Bourignon, Madame Guyon, Jakob Böhme....

Buber admite que concede mayor espacio, de lo que requería la justa proporción del libro, a un ámbito concreto: el éxtasis conventual. Y ha sido así porque «encontré aquí, junto a la uniformidad externa de una institución, más aún, de una regla, una vida de variedad maravillosa; se me mostró con más claridad cómo la vivencia más interna del ser humano es al mismo tiempo la más general y más personal».

Describe las condiciones para una experiencia extática: «hay una vivencia que crece en el alma desde ella misma, sin contacto y sin impedimento, en desnuda particularidad. Nace y se consuma más allá de la agitación, libre de lo otro, inaccesible a lo otro. Ni necesita alimentación ni la puede alcanzar veneno alguno. El alma que está en ella está en sí misma, se tiene a sí misma, se experimenta a sí misma: sin límites (€) Esta vivencia, la más interna de todas, es la que los griegos llamaban ekstasis, es esto, salir».

En cuanto a la paradoja del tratar de comunicar lo que es indecible: «En cuanto hablan, ya han quedado a merced del lenguaje, que está a la altura de todo, pero no a la del fundamento de una vivencia, de la unidad. En cuanto dicen algo, ya dicen lo otro».

Pero Buber observa: «Hay no obstante un lenguaje de lo más silencioso que sólo quiere comunicar la existencia, no describirla. Es tan elevado y silencioso como si no hubiera nada en el lenguaje, sino como un levantar los párpados en el silencio. No comete deslealtad alguna, porque sólo expresa que algo es».

El símil de los párpados resulta especialmente afortunado e intenso.

Y prosigue en la descripción: «La voluntad de decir del extático no es meramente impotencia y balbuceo: también es poder y melodía. Él quiere crear una memoria al éxtasis que no deje huellas, salvar lo intemporal en el tiempo, quiere convertir la unidad sin pluridad en la unidad de toda pluralidad».

Este libro está repleto de relatos y de una amplia casuística de la experiencia extática. Por ejemplo: San Bernardo de Claraval se detiene de repente en medio de un sermón y, ni altivo ni humilde -no se trata de un ardid, sino que el recuerdo le ha asaltado rompiendo el discurso en sus labios- dice en voz baja «Confieso que la Palabra también se ha aproximado a mí». Luego reemprende el sermón.

Místicos preclaros y anónimos crápulas de la divinidad aparecen mezclados en este breviario. Aceptados unos por las instituciones eclesiales; relegados otros a sus extramuros.

En esta compilación de Martín Buber resulta también muy llamativa la abundancia de mujeres, así como su aptitud admirable para el extremismo extático.

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